En la foto quedó serio. La mayoría lo conocemos por esa imagen que lo eleva. Pero dice Rosa Aurora Freijanes, su esposa, que a él no le va ese traje de hombre que nunca se ríe o de «soldadito de plomo». Fernando González, su Fernan, es uno más. Un hombre, como cada uno de sus hermanos, dotado de una sensibilidad extrema y, al mismo tiempo, hecho con las mismas fibras de cubanía que nos identifican.
La última película que Rosa Aurora y Fernando vieron juntos fue Fresa y Chocolate. Ese es un recuerdo imborrable, aunque le quede mucho cine por ver y la nostalgia se ensañe. En el silencio de una celda compartida, en la soledad de un apartamento en La Habana, seguro la noche desgarre las horas más duras. Quizá ellos respiren hondo para que el reloj avance.
Después de todo, no hay mejor escudo para esos instantes en los que el suelo parece tambalearse, que esa imagen que a ella le martilla la mente: la sonrisa en el rostro de Fernando aquel día en el juzgado, a pesar de que la jueza Joan Lenard lo había resentenciado a 17 años, más nueve meses de prisión. Quizá para él, el hierro de la coraza esté en ese tiempo de diálogo íntimo con su amada que él mismo dibujara. Sí. Fernando también pinta.
Ella lo mira desde cualquier punto de la pared y esa mirada, esas líneas tantas veces acariciadas, seguro le traen la calma. La sonrisa de su compañero —más allá del uniforme gris y los grilletes que llevaba en la audiencia—, y ella petrificada en la pared y en su pecho, amalgaman el suelo pisado por ese amor, lo endurecen, sin importar las distancias.
Con una valentía conmovedora, ellos, los Cinco, no dejan de soñar. Ni siquiera Gerardo, condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión —la aberración hecha «justicia»— se permite un pensamiento negativo, un instante de flaqueza. Sostienen los derechos de los cubanos a dormir en paz, a no ser víctimas del terrorismo, y eso les ha sido suficiente durante más de una década. Planean sus vidas futuras después de las injusticias. Sueñan con las calles, con los lugares que antes visitaban y que mucho habrán cambiado para su regreso —igual irán—, saborean en la memoria la sazón de sus madres o esposas, viven cada día soñando la libertad que merecen, repasando esos abrazos que habrán de dar. Crecen incluso allí… pintan, escriben, hacen ejercicio, leen, estudian, aprenden, crecen, no se cansan de amar…
En días como el que hoy amanece, también, celebran la vida que les ha tocado. La vida que les ha permitido nacer de padres como los suyos, que los puso frente a las mujeres que los aman, que les dio hijos y sobrinos, quienes aun cuando han crecido sin sus presencias físicas, los honran todos los días. La vida que les abrió los ojos en esta Isla y les puso la sangre de lo mejor de las esencias de esta tierra.
Han pasado 49 años desde que naciera Fernando González Llort. Responsable, sí. Consecuente, sí. Por eso lleva encarcelado injustamente casi 14 años en Estados Unidos.
Es un ser humano capaz de hacer chistes (aunque canta muy mal, según su madre, dice él que Benny Moré le corría detrás para grabar), a quien le encantan las fiestas y se faja con el televisor cuando Industriales está perdiendo. Un hombre amante y amado, que antes de partir le leía poemas a su esposa y despertaba el primero para llevarle a la cama el buchito de café. Un hombre que conserva sus amistades del preuniversitario —con ellos siempre andaba la pareja inventando—, dispuesto a dar los mejores años de su juventud por ellos, por los suyos, por los hijos en los que no trascenderá… por todos y cada unos de los cubanos.
Ni porque durante más de una década el día de su cumpleaños transcurre en una prisión estadounidense, a siglos luz de lo que se merece y deberían ser esas 24 horas de fiesta total, Fernando estará serio. El Fernando de carne y hueso, aunque héroe, se parece más a ese atrapado en las vivencias de Rosa Aurora. Desde el aclarar de este 18 de agosto y festejando sus 49, Fernando tendrá dibujada en el rostro la misma sonrisa de aquel día, esa sonrisa que enamora.
*Inspirado en La Rosa de Fernando, entrevista de Enrique Ojito a la esposa del antiterrorista para el periódico Escambray, publicada el 21 de abril de 2012.