Los jóvenes no solo se han sumergido en el empeño nacional de recuperación, sino en el perfeccionamiento de los espacios en que pueden hacer más sólido el desarrollo del país
Como un animal mal herido tras los zarpazos de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, la Isla se ha ido levantando, poco a poco, para retomar el paso. Acostumbrados a lo excepcional que parece ser destino de esta insularidad nuestra, los jóvenes se han sumergido en múltiples faenas, sumados al empeño nacional de recuperarnos lo antes posible de tanto desastre inevitable de la naturaleza.
Por supuesto que estos últimos meses de intensa labor tienen su lado bueno —si sabe mirarse—, y es el que tiene que ver con todo lo que suele revisarse (lo que rompieron los ciclones, y lo que ya andaba mal), cuando en verdad se trabaja con la manga al codo y se es creativo en medio de la adversidad y se toman decisiones que se parecen a la vida de un paisaje urgido de reconstrucción inmediata.
En el camino de la recuperación, que es largo, nunca será tarde para hacer convocatorias con sentido; para ofrecer a las nuevas generaciones oportunidades en las cuales se realicen como seres humanos de bien, capaces de pensar en la suerte del otro, que es pensar en la suerte colectiva. Este tipo de reflexión asoma cuando uno conversa, por ejemplo, con Maday Iglesias Pérez, miembro del Buró Nacional de la UJC que atiende la esfera de los jóvenes trabajadores y combatientes. A través de ella pudimos tener una idea de todo lo que han hecho los jóvenes por la recuperación del país.
No más el último de los huracanes dijo adiós tras un coletazo que no perdonó árboles, cultivos, techos, o súplicas, la dirección del país hizo un llamado a trabajar duro por la recuperación. Con igual espíritu, el Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), en septiembre del año 2008, convocó a su militancia, y a los estudiantes y jóvenes de toda Cuba, para organizar las fuerzas necesarias. Poniendo la mirada en todo cuanto se ha hecho, hay que decir que se movilizaron a lo largo y ancho de la Isla, entre septiembre del año 2008 y marzo de 2009, más de 920 000 jóvenes en tareas recuperativas.
Según comentó a nuestras páginas Maday Iglesias, los esfuerzos estuvieron destinados, en un primer momento, a las labores de higienización, y después, a la producción de alimentos y al apoyo en tareas de la construcción.
Los jóvenes han trabajado en la zafra cafetalera; en la siembra de cultivos de ciclo corto; en el acondicionamiento de organopónicos y huertos intensivos; en el deshierbe de cultivos varios; en la chapea del marabú; en la limpieza y siembra de la caña y la papa; en la recogida de desechos e higienización de calles; en la construcción y remodelación de viviendas, y en obras sociales importantes para cada territorio del país.
Y en todo ese despliegue, el matiz humano ha estado presente. Porque una de las misiones ha consistido en visitar a los damnificados, esos que lo perdieron todo o casi todo, y que en no pocos casos tendrán que saber esperar, porque a la Isla no le es posible levantarse de un tirón. De modo que establecer prioridades en tiempos como estos, exigirá una verdadera filigrana en el arte de tomar decisiones para lograr que ellas lleven en sí la mayor justicia posible.
Cerca de la tierraDesde el 10 de septiembre hasta la fecha, según resumió Maday Iglesias, numerosos campamentos agrícolas han abierto sus puertas. «En estos momentos la UJC cuenta con 22 de ellos, donde hay estudiantes y jóvenes trabajadores de diferentes sectores, vinculados fundamentalmente a la recuperación de las producciones agropecuarias».
De esos 22, diez comenzaron a funcionar desde el 24 de febrero del presente año. En la experiencia se han unido estudiantes de los centros de enseñanza de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM), y de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Ellos se propusieron brindar su apoyo a la campaña de frío de la cosecha de la papa. Esta experiencia que tradicionalmente acontecía en La Habana, ahora se hace extensiva, por primera vez, a los estudiantes de Pinar del Río, Matanzas y Ciego de Ávila. «Para nosotros tiene una gran valía —acotó Maday—, se intercambian vivencias y se produce un aprendizaje mutuo en el que se fortalecen los mejores valores humanos, influyen decisivamente en la convivencia y el cumplimiento de las tareas productivas; la disciplina, el orden y el respeto que transmiten los estudiantes de los centros de enseñanza militar, es un escenario en el que prima el entusiasmo y el compromiso que se siente de ser un joven de su tiempo».
De organizaciones y conceptosEn los meses de septiembre, octubre y noviembre del año 2008, la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) trazó como línea de trabajo esencial, potenciar el esfuerzo por recuperar el tiempo perdido en las aulas. Tras el paso de los hucaranes, resultaba desolador el paisaje donde alguna escuela se había quedado sin techo o paredes. Más de una familia cubana abrió las puertas de su hogar para que las clases iniciadas en septiembre, comenzaran allí donde los meteoros habían golpeado con fuerza.
Los niños se enfrascaron en la recogida de escombros y desechos en las instalaciones pioneriles, y tomaron parte en jornadas de embellecimiento de sus barrios. Dotados de una sensibilidad especial, llegaron más lejos: varias agrupaciones infantiles llevaron su arte a los lugares donde la epidemia de la tristeza y el desconcierto constituía una verdadera amenaza.
Por su parte la FEEM y la FEU, en estrecha coordinación con los organismos correspondientes, ajustaron sus cronogramas de actividades y procesos, mientras los estados mayores de las BET y las FAPI se han mantenido activados en función de la tareas recuperativas.
Entre otros esfuerzos, vale mencionar los Cursos de Verano que se vienen preparando con vistas a los próximos meses (más de 3 600 se realizaron en el año 2008), así como las tareas de asesoramiento jurídico al sector agropecuario y campesino, llevado a cabo por estudiantes de la especialidad de Derecho, como parte de las Brigadas Universitarias de Trabajo Social (BUTS).
Todo debe hacerse, reflexionó Maday, en consonancia con el principio expresado por Fidel, «de movilizar solo la fuerza necesaria en correspondencia con las necesidades de cada territorio, lograr que se sientan útiles, racionalizar los recursos materiales, sobre todo el combustible; utilizando el espacio de las BET para afianzar conocimientos, cultura, para desarrollar hábitos de lectura, y crear espacios de discusión sobre temas de importancia para nuestro país y el mundo, contribuyendo a la preparación del estudiantado, fomentando a su vez su compromiso con el desarrollo de nuestra sociedad y con el futuro de la revolución».
Desde septiembre del año 2008 hasta la fecha, más de 73 000 estudiantes universitarios se han vinculado a disímiles tareas recuperativas. De ellos, unos 15 000 han ofrecido su aporte en 14 campamentos. Instituciones insignes para la Capital y el país, como la Universidad de La Habana, la CUJAE y la UCI, han estado presentes en labores agrícolas y de la construcción.
Sobre la emblemática Universidad de La Habana, se sabe que desde octubre del año 2008 sus estudiantes reclamaron estar en la primera línea de la recuperación, y han vivido jornadas de esfuerzo en un campamento agrícola en la provincia de La Habana, lugar por el cual ya estuvieron más de 700 jóvenes.
En la UCI, por ejemplo, tuvo lugar el pasado año un movimiento político consistente en que cada estudiante donara 50 horas de trabajo voluntario. Más de 6 000 de ellos brindaron su aporte productivo. Y la otra experiencia consistió en este año, de enero a marzo, más de 400 jóvenes se incorporaron a un campamento perteneciente a la empresa tabacalera de San Antonio de los Baños. Para el próximo curso escolar, tres campamentos acogerán a estudiantes de este centro de altos estudios, durante la temporada que va de septiembre a marzo.
«Desde la Organización —expresó Maday— hemos reflexionado sobre cómo lo esencial de estas movilizaciones radica en el valor político que tienen, en lo que aportan a la formación integral de sus protagonistas. Es muy importante para cada joven sentirse útil, sentir que ayuda al país con su esfuerzo y su participación directa, acrecentar valores forjados por la Revolución durante estos 50 años».
La dirigente juvenil hizo alusión a valores como responsabilidad, laboriosidad, sentido del deber; sentir que se está haciendo lo que el país necesita a partir del llamado de Fidel de enaltecer el valor del trabajo manual, y de su certeza de que solo tendremos lo que seamos capaces de producir. «Nos corresponde en estos tiempos lograr sistematicidad en cada aporte; implicar conscientemente a cada joven en tareas concretas.
«Más de 54 590 pioneros y estudiantes de la FEEM de todo el país —subrayó Maday como otro ejemplo— tomaron parte en campamentos en la escuela al campo en apoyo a la zafra cafetalera; y otros 6 000 jóvenes de diferentes sectores dieron el paso al frente convocados por la UJC y en coordinación con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). El resultado fue la cosecha de más de 543 000 latas de café y la realización de importantes labores de saneamiento a las plantaciones».
Otras experienciasMuchas buenas ideas nacen en medio de las circunstancias difíciles. Ahí están, como experiencias fundadas en septiembre del año 2008, aún funcionando, los campamentos de la «Columna Juvenil Aniversario 50 del triunfo de la Revolución» enclavados en la Isla de la Juventud y Batabanó para apoyar la recuperación agrícola, que evocan aquellas columnas juveniles que nuestros padres integraron para asumir tareas de la Revolución.
En ambas instalaciones, devenidas verdaderas escuelas de humanismo y compromiso revolucionario, han concurrido jóvenes procedentes de varias provincias de la Isla.
En esta historia de esfuerzos, la Brigada de Instructores de Arte José Martí rediseñó el sistema de trabajo de sus integrantes, con el propósito de tener una presencia útil en los escenarios donde con mayor intensidad se sufrió el paso de los huracanes. Y fueron constituidas las Guerrillas 50 Aniversario, que han llegado con un programa de atención cultural, recreativo y productivo, hasta comunidades afectadas.
La Asociación Hermanos Saíz también ajustó sus agendas y concentró esfuerzos para elevar el ánimo y la vida espiritual de los damnificados.
Los trabajadores sociales han acompañado esta temporada de consagración y entrega. Y ese ha sido el mismo espíritu de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), movimiento que asumió con pasión, en cada municipio del país, las ideas del Programa Nacional de Reforestación. Al calor de la convocatoria, se han sembrado más de 431 000 plántulas, se acometieron más de 500 acciones forestales, destacándose las de sensibilización en la defensa del medio ambiente.
«Uno de los mayores beneficios de esta etapa ha sido el rescate de los preceptos con los que el Che forjó el trabajo voluntario como escenario de formación de conciencia colectiva y amor al trabajo. Muestra de ello han sido las jornadas desarrolladas desde el pasado 22 de noviembre en conjunto con la Central de Trabajadores de Cuba. Este movimiento político, que saluda los 50 años del primer trabajo voluntario convocado por el Guerrillero Heroico, se extenderá hasta el próximo 22 de noviembre, y es otra expresión de apoyo a la Revolución en sus 50 años de existencia».
El en el diálogo, Maday Iglesias argumentó que es preciso trascender los empeños recuperativos e influir en las motivaciones de los jóvenes por carreras agropecuarias, forestales y de otras especialidades esenciales para el país.
«Damos pasos con diversos organismos para encontrar formas de estimular las vocaciones por estas carreras y lograr una mayor vinculación de los estudiantes a tareas concretas asociadas o no a sus perfiles académicos. Trabajamos para que esas propuesta se incluyan en sus programas docentes. El esfuerzo debe potenciar su vinculación a las bases productivas y la calidad de las prácticas laborales, por lo que ello representa para su formación política y profesional.
Pensar sobre estas cosas entraña gran utilidad y, sin dudas, tiene mucho que ver con la responsabilidad que tenemos las nuevas generaciones en el destino de esta Isla única, excepcional, solo comparable consigo misma.