Acuse de recibo
Nubia de la Caridad Peña Fernández (Suzarte 572, entre San Carlos y Salvador, Cerro, La Habana) manifiesta su apoyo a las recientes medidas para controlar el tope de las tarifas de los autos de alquiler. Pero alerta que se haga con serenidad, para no lamentar excesos e injusticias.
Es que el esposo de Nubia es botero hace diez años. Y, según atestigua, medido y correcto como es, nunca ha subido los precios ni ha «multado» a los pasajeros. «Nunca ha sobrepasado sus límites como cuentapropista —apunta—, pues tenemos una niña, y su trabajo es nuestro sustento; entonces hay que cuidar ese trabajo. No todos los choferes son unos estafadores».
Refiere ella que ayer se montó en el carro de su esposo para acompañarlo en su faena. Una señora se montó en La Habana Vieja e iba para Cinco Palmas, trayecto que siempre ha costado 20 pesos. Y cuando se apeó, no quiso pagar los correspondientes 20 pesos. Y solo le dio cinco al esposo de Nubia, al tiempo que lo amenazaba de que iba a llamar al teléfono habilitado para denuncias.
Cuando Nubia llegó a su hogar, el esposo llamó a dicho número y explicó lo sucedido, al tiempo que preguntó cómo podía defenderse en un caso como ese. «Y le dijeron que eso no era posible, que aunque no tuviera la razón, si llamaban le quitaban la licencia», cuenta.
Nubia alerta, después de tal experiencia, que podrían aparecer personas que se aprovechen oportunistamente de tal medida para afectar a los choferes. Y considera que no puede ser así, pues tiene que haber una prueba de la violación de la tarifa.
«Como mi esposo, hay personas justas, a las que les puede hacer daño, sin tener cómo defenderse. Por eso pido que velen por estas personas», concluye Nubia.
Junisbel José Gámez (Avenida 9, No. 806, Boca de Jaruco, Santa Cruz del Norte, Mayabeque) denuncia que desde principios de 2016, los pobladores de esa localidad sufren la rotura de la turbina que los abastece de agua.
«Se han realizado múltiples llamadas a la Dirección Municipal de Recursos Hidráulicos —señala— y se nos ha respondido con evasivas, mentiras y hasta con mala forma. Tras seis largos meses de sufrir la impotencia de no poder hacer nada ante tales situaciones, de sufrir la inconformidad de las justificaciones (...) por parte de dicho organismo, se colocó una nueva turbina que solo duró siete días de actividad».
Junisbel cuestiona: «Si dicha turbina es nueva, y se compró en no sé qué precio a no sé qué organismo —que no lo dicen—, ¿no tiene acaso algún certificado de garantía? ¿O acaso no contamos realmente con personal calificado que pueda acometer el montaje y mantenimiento de dicha turbina?».
La escena recurrente en Boca de Jaruco, según Junisbel, es el ir y venir de mujeres, niños y hasta personas de muy avanzada edad, cargando agua en cubos y tanques pequeños desde el pozo particular de una familia, «merecedora del más sincero agradecimiento por la solidaridad y la paciencia que ha mantenido hasta estos momentos, al servir el esencial liquido sin mala cara, y tener en su patio a varias personas en diferentes horarios y a diario».
En contraste, apunta, Acueducto no ha logrado una sistematicidad en la entrega de agua por pipas. Y cuando llegan, no tienen un cronograma de entrega; o se les lleva agua a ciertas personas solo para «callarles la boca».
«El caso —concluye— es que seguimos sin agua, sin turbina, con serios problemas en la calle como amenazas e intentos de golpizas a los operadores que se encargan de repartir con el chofer. Y ¿por qué no decirlo?, malas interpretaciones acerca de esta situación.
«Estamos conscientes de la etapa que estamos viviendo, de las carencias y dificultades. Pero casi ocho meses es más que suficiente tiempo para haber buscado alternativas. ¿Hasta cuándo seguiremos aguantando esta situación? Esperamos se investigue este penoso caso».