Numerosos sitios en la web, como periodistadigital.com, comentan datos curiosos sobre las formas actuales de regular aspectos de la sexualidad. La cultura musulmana tiene salidas legales que para la visión occidental resultan sorprendentes, como el hecho de permitir la zoofilia (sexo con animales) siempre que estos no estén destinados a comerlos después o, como se decreta en el Líbano, sean solo ejemplares hembras.
Otras sanciones sorprenden por la dificultad de probar el «delito», como la decapitación dictada para quienes se masturban en Indonesia, o las multas para quienes tienen sexo oral en varios estados de EE.UU., (incluyendo Florida). ¿Y qué decir de la prohibición en el estado de Dakota de tener sexo en el espacio entre las dos camas obligatorias de los cuartos de hotel?
Nuestro sentido de justicia se asusta con la regulación en Nigeria de castigar con cien latigazos a la mujer violada ¡por tener sexo fuera del matrimonio!, o la obligación en Guam de contratar a alguien que desflore a la novia porque la ley le prohíbe casarse virgen.
Pero no quedan atrás la disposición en Cali, Colombia, de que las mujeres solo puedan tener sexo con sus maridos oficiales, y la primera vez deban hacerlo ¡en presencia de sus madres!; o el decreto en Hong Kong que permite a la mujer engañada matar al marido si lo hace con sus propias manos, mientras que si el traicionado es él, puede usar cualquier medio para ultimar a la esposa.