P.P. Tengo una pareja que me es infiel a cada rato, pero a mí no me importa. Me doy cuenta porque llega a la cama con ideas nuevas y eso me beneficia. Lo que me molesta es que no habla abiertamente de sus escapadas, sino que las niega. Creo que es porque le he propuesto ser pareja abierta y no quiere compartirme con otra mujer u hombre. Ella es mayor y yo dejé muchas cosas por estar a su lado, pero sus mentiras hacen que me incomode mi prisión. Entonces, ¿por qué no puedo serle infiel yo también y ocultarlo?
Sería interesante que intentes responder esa pregunta. Es importante advertir que son una pareja formada por dos personas diferentes. Ella tendrá sus razones para ocultar las escapadas que le atribuyes (en caso de ser ciertas); tanto como tienes razones para serle fiel y no querer mentirle. Lo que para tu pareja está bien, no tiene que ser bueno para ti.
No hay que competir en todo. Parece que no estás interesada en ocultar y ser infiel a esa pasión que te llevó a dejar mucho atrás para entrar en su prisión. En este caso la fidelidad es a lo que sientes, es decir, a ti. No quieres perder lo que allí te invita.
Solo las mentiras que supones parecen molestar. La verdad mentirosa o la mentira verdadera están en el centro de la inquietud. La infidelidad en sí, al parecer la agradeces porque supones que te devuelve a una pareja más creativa. Solo reclamas una confesión para solicitar el consentimiento a una pareja abierta, que ella rechaza. ¿En verdad, eso quieres? Si tanto lo deseas, ¿por qué necesitas un desliz de ella para pedirlo? ¿por qué no luchas por eso?
Tu pregunta es muy buena porque te da la oportunidad de encontrar tu respuesta singular ante la relación que hoy tienes.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica
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