L.M.: Mi esposo y yo tenemos cinco años de relación. Cuando éramos novios él se comportaba muy cariñoso, hacíamos locuras y sentía que ese era el hombre perfecto para mi vida. Pero desde que comenzamos a vivir juntos, todo cambió: no me da cariño y soy yo quien le coquetea para nuestro placer. Conversamos y no me convencen sus respuestas. Estoy muy enamorada de él, pero ya no sé qué hacer para mantener esta relación.
Hasta ahora has sabido coquetearle para el placer aunque quizá ya no quieres sostener esa solución. Sus palabras no te convencen y estás valorando terminar el vínculo con este hombre que no es tan «perfecto» como parecía.
Tal vez sea interesante preguntarse qué pasaría si dejas de actuar así y lidias con lo que hoy falta. Analiza si puedes esperar y apreciar lo que este hombre ofrezca espontáneamente, sin tu insistencia.
Esta relación es la que les ha sido posible en las condiciones de la convivencia. Ambos contribuyeron al estado actual. En tu caso, has pasado a ser quien reclama y se esfuerza por mantener aquel estado inicial. Es posible que así alejes el deseo de este hombre y lo conviertas en alguien incapaz de convencer en esas conversaciones, donde dictaminas que su respuesta no es la apropiada.
Las relaciones tienen sus etapas y, por lo general, merma algo de la intensidad, frecuencia, éxtasis de los primeros tiempos. Suele precisarse de invención, tolerancia y creatividad para sostener un lazo con lo que va quedando de momento inicial. En este proceso estás llamada a analizar si este hombre que tienes hoy te «convence» hasta inspirarte el deseo de continuar a su lado.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Sicología clínica