O. Y.: A mis 26 años soy virgen y no me siento desesperada por cambiar la situación. Padezco del síndrome de Turner, condición médica limitante de la reproducción y creo hasta sexual. Saber que no soy normal me frena, porque sé que casi nadie lo acepta. No quiero regalar mi virginidad a alguien que después huya; creo que la valoro demasiado y quiero que mi primera vez sea sublime. Hasta hace poco ni siquiera había sido besada, pero conocí a un muchacho con quien he tenido juegos sexuales, sin ir más allá. Cuando lo dejé intentarlo, porque insistió y me sentía culpable de su frustración, no me pudo penetrar. Yo quería, pero no quería. No creo estar plenamente enamorada, pero muero de miedo de que se aleje. Él me da confianza y creo que debo hacerlo. ¿Qué hacer la próxima vez?
No has hecho alusión a otras vivencias que no sean las de miedo o culpa. Valoras dar el paso más por deber o agradecimiento que por desearlo. Basándonos en ello te sugeriríamos seguir «jugando» y esperar que ese deseo nazca hasta devenir anhelo de más. El regalo no sería solo para la otra persona, sino para ti misma. Pero tendrías que hacerte cargo de tu deseo y actuar porque te place, sabiendo que no tendrás la garantía de que sea réplica de tus sueños. La primera vez puede ser buena, pero no sin dificultades. Una vez iniciada la vida en pareja continúan situaciones que llevan a dudar y obligan a tomar decisiones. La apertura al disfrute erótico es solo un punto de partida.
Cada cual tiene sus tiempos lógicos en la vida. Puedes continuar siendo fiel a los tuyos, sin desesperar por la frustración de otros. El síndrome de Turner no debe afectar tu vida sexual, pero no dudes en pedir la orientación médica que requieras y podrías trabajar más alrededor de tantos miedos en una consulta de Psicología.