A.M.: Conocí en el preuniversitario donde estudio a una muchacha maravillosa, bonita en todos los sentidos a pesar de ser un año menor que yo, que estoy en 12 grado. Ya le confesé todos mis secretos. El problema es que comencé a sentirme enamorando de ella, pero tiene un novio hace casi dos años. Temo perder esa gran amistad y no llegarla a tener más conmigo. Soy un joven de 17 años.
Al declarar tus sentimientos te expones a la pérdida. Al mismo tiempo, te obligas a hacerte cargo de tu deseo más allá de la reacción de ella. Te exiges avanzar en la consecución de tu sueño sin garantías de su realización. ¿Qué enamorado no lo hace?
Ya le confesaste todo excepto que la amas. Ello podría legitimar el hecho de que ya no es tu amiga, sino la mujer que amas. La «gran amistad» está perdida porque se trata de una historia de amor que espera continuar su curso.
A veces representarse un amor como imposible es la manera de avivar el deseo, de hacerlo existir intensamente. El riesgo de no disfrutarlo en la práctica permite mantenerlo idealizado, inhibiendo cualquier acto que lleve a la realización erótica. ¿Es lo que quieres?
En la vida podrás tener muchos encuentros sexuales, habrá mujeres más o menos fáciles de alcanzar. Sin embargo, cada vez que estés ante una historia de amor volverán la incertidumbre, la falta de saberes preconcebidos, e incluso la decepción y junto a todo esto la oportunidad.
Cuando de amor se trate estarás llamado a la invención, la apuesta, el paso adelante ante las ganas de retroceder. Al claudicar corres el riesgo de perderte el disfrute.
Si estas líneas te son insuficientes, no dudes en ir con tus interrogantes a la consulta psicológica. Podría ayudarte a entender el origen de estos miedos y darle otro curso a tu historia.