J. M.: Hace cinco meses inicié una relación bien intensa y rompí la anterior de tres años, por lo nuevo que sentía. Pero al formalizar lo nuestro, cambió todo. Me irrito con frecuencia y ella reacciona violentamente, se turba o deprime. Se siente presionada y le disgusta estar en la «melcocha». No coincidimos en gustos, ni formas de hacer nuestras rutinas; las relaciones sexuales han disminuido y ya no tienen tanta calidad. Lo cierto es que la relación resulta tensa y agobiante. Ella ha pensado en que nos separemos. Esa no es mi intención, porque también tenemos mucha empatía y nos queremos de verdad, aunque tengo la sensación de brindar más cariño que el recibido. No encontramos juntos una salida. Tengo 23 años.
Tendrán que valorar si quieren despedir aquello «nuevo» e «intenso» en su momento, para inventar otros modos de suplir la ausencia de lo que imaginaron tener de manera permanente. Se trata de decidir si quieren lidiar con esto diferente.
Más que la salida siguen buscando aquel encuentro que tuvieron antes de comprometerse. En esos, cada uno está más consigo mismo que con el otro. En cambio, el vínculo de pareja que decidieron iniciar exige incluir al otro en su dimensión de «otra persona», que nunca llega a tener, ni ser, todo lo soñado y seguramente descompleta esa bella relación imaginada, imposible de realizar permanentemente.
Ya van conociendo los escollos propios de su relación actual. Ahora tendrán que decidir si la empatía y afecto que los unió les sirve para progresar con las dificultades que cada vez se van presentando. En tu caso, tal vez esto también implique decidir si quieres hacerte cargo de dar más que recibir, porque encuentres en ello algo valioso. Si lo consideran, pueden pedir ayuda especializada.