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Adolescentes transgénero: educar para la felicidad

En el marco de la jornada Hablemos de Sexualidad, convocado por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), se desarrolló el primer taller con adolescentes transexuales en esta capital

Autor:

Mileyda Menéndez

Que el miedo al cambio

de los demás no limite tu cambio.

Activismo LGTBI

En el marco de la jornada Hablemos de Sexualidad, convocado por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), se desarrolló el primer taller con adolescentes transexuales en esta capital.

El intercambio privilegió a participantes no cisgénero, y el principal objetivo desde la academia fue conocer necesidades particulares de aprendizaje en materia de sexualidad, desarrollo, intereses y experiencias.

El taller fue impartido por la sicóloga Camila Durán Suárez y la siquiatra Elvia de Dios, especialistas en la atención a personas transgénero; ambas vinculadas con la red TransCuba, auspiciadora del encuentro.

Un momento importante para quienes llegaron a este espacio, incluso desde Artemisa, fue definir la sexualidad más allá de la identidad genérica, impuesta o asumida, y el erotismo, sin restricciones biológicas de intercambio de fluidos con fines reproductivos o de placer.

De conjunto valoraron la importancia de separar el sexo asignado al nacer (por la apariencia de sus genitales) de los roles, intereses, maneras de asumir la vida y experiencias (buenas o malas) en esta polémica dimensión humana, y hacerlo además desde una mirada holística, que incluya también los afectos y afanes de familia (biológica o social), con derecho a transformación a lo largo de la vida.

Entender la sexualidad y la asexualidad en su arcoíris de expresiones fue otro de los puntos abordados, sobre todo por lo complicado que resulta explicarle a otros quién eres, qué te gusta, cómo concibes el placer, sin encasillarte en patrones estereotipados de conductas «típicas» de lo masculino y lo femenino, pasivo o activo, solo o en pareja.

Sentir orgullo de quién eliges ser en la construcción de tu felicidad y aceptar que cada quien siga su propio camino y adopte su manera de vivir sin necesidad de explicarse o disculparse con los demás, es uno de los aprendizajes importantes para cualquier adolescente, cis, trans o alejados de tales etiquetas.

De igual modo, especialistas y participantes insistieron en el valor de entender que detrás de la discriminación familiar o social hay muchas inseguridades. En lugar del respeto o el amor, hablan los prejuicios: miedos personales proyectados en la otredad, y no solo por el sexo, sino también por categorías como raza, origen, poder económico, oficios…

Así funciona la violencia simbólica patriarcal desde hace siglos, y no es posible desmontarla sin un análisis honesto sobre su influencia en nuestros modos de entender el mundo.

Muy interesante resultó el debate sobre el nombre legal que se elige para completar la transición. Las personas cisgénero no solemos cuestionar nuestro apelativo, nos guste o no, y esta nueva oportunidad de dialogar desde una posición de derecho sobre cómo les llamarán en lo adelante puede ser un camino emocionalmente válido para ayudar a la familia a asimilar el proceso de cambio integral. En ese nuevo comienzo se puede incorporar a los padres y preguntarles, por ejemplo, qué nombres del otro sexo habrían valorado durante el embarazo, según sugirieron las especialistas.

Y si de estereotipos se habla, uno que preocupa en Cuba a adolescentes trans y no binarios es la tendencia a vivir de la prostitución por razones sociales, económicas y sobre todo, culturales, pues al decir de las expertas, hay mucho de conducta imitada por necesidad de reconocimiento ajeno y autovaloración, o de sentir el deseo que valida su unicidad.

Sin embargo, la vida demuestra que cada vez más jóvenes culminan sus estudios medios o universitarios antes o durante la transición, y van creando un espacio subjetivo de normalización de sus capacidades y derechos como grupo poblacional.

El asunto es encontrar un empleo donde no les discriminen o violenten. Por eso también es importante aprender a defenderse con las leyes en la mano, y dar a los prejuiciosos y acosadores el lugar que se merecen, incluso con sanciones administrativas o en los tribunales, que también tienen un carácter educativo para la sociedad.

De igual modo, debatieron sobre roles sexuales y de pareja, autoerotismo, aceptación o adecuación de sus genitales, el vello, los senos, la voz y otros atractivos a potenciar ante la diversidad de gustos en las personas con quienes se relacionan.

Definirse como transgénero es un proceso personal que no tiene límites de tiempo o caminos trillados. No hay modo de quedar bien con todos, y en especial durante la adolescencia estarán pasando por los mismos cambios físicos, sicológicos y emocionales de cualquier persona cisgénero a esa edad.

Esos conflictos y dudas existenciales les harán crecer, y el reajuste comunicativo con la familia les ayudará a encontrar su lugar en el mundo, aseguraron las expertas.

Estos procesos necesitan acompañamiento familiar, y si es preciso, asesoría especializada para entender y respetar lo peculiar de cada individuo. Así ocurre con muchas madres, padres, educadores y otros adultos agobiados con el paso de la niñez convencional a la adolescencia y luego a la juventud, y la comprensión de lo que significa el ejercicio progresivo de ciertas prerrogativas en esas edades. 

En Cuba, el reconocimiento y la garantía de los derechos de la niñez y la adolescencia es un objetivo priorizado del Estado y de toda la sociedad, con base en la Convención sobre los Derechos del Niño, firmado en 1990 y ratificado en 1991. 

Con la Constitución de la República aprobada en 2019, las infancias y adolescencias encontraron mayor respaldo en las políticas sociales cubanas, y un mayor reconocimiento de sus necesidades educativas y de salud ajustadas a sus diversas realidades personales y de contexto.

Programas como Crecer en la adolescencia, Mi proyecto de vida, Cómo demuestro que te amo, Conserva tus sueños… son algunos de los aportes científicos del Cenesex para el desarrollo del Programa Nacional de Educación Sexual (Proness) en los espacios comunitarios.

En ese marco, este taller con adolescentes no cisgéneros abre un nuevo camino para acercarse a sus necesidades desde la prevención, y de promover una sexualidad cada vez más responsable y feliz, cualquiera sea su expresión multidimensional.

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