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Yankees go Home: un mismo reclamo del Caribe hasta Gaza

A viva voz, en las calles de Caracas. Con el voto decisivo de rechazo en el referéndum de Ecuador, o el resurgir de la Resistencia palestina al genocidio sionista en Gaza, el repudio al intervencionismo imperial de Estados Unidos y de Trump sufrió este domingo un nuevo revés estratégico

 

Autor:

Leonel Nodal

Trump y sus compinches del entreguismo oligárquico acaban de recibir un contundente mensaje de rechazo en Ecuador. Repudio claro y aplastante al regreso de bases militares estadounidenses al país andino, escenario de un debate crucial entre sumisión o independencia.

Eso, a pesar de las exhibiciones de supremacía militar imperial, el despliegue en el Caribe de sus naves de guerra y su mayor portaviones, el mismo empleado para sus amenazas y tropelías en Oriente Medio, las invasiones y los ataques a Iraq, Libia, Siria, Irán, Líbano o Yemen.

La exhibición de fuerza de Trump recibió su respuesta en las masivas demostraciones de apoyo popular al gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela. La madurez política y disposición al combate, la unión entre pueblo y fuerzas armadas, dejan claro al mandatario estadounidense el fracaso de su apuesta a la rendición ante la simple exhibición del músculo militar. Las alternativas de agresión bélica siguen latentes, pero la guerra psicológica parece agotada.

Trump, resumió este lunes la agencia norteamericana AP, «ha chocado con la oposición de líderes de la región, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y de legisladores estadounidenses demócratas y algunos republicanos, quienes han presionado para obtener más información sobre cuáles son los objetivos y la justificación legal de los ataques contra embarcaciones que supuestamente trafican drogas.

Bajo la administración Trump, el ejército estadounidense hundió 20 embarcaciones consideradas sospechosas de narcotráfico en el Océano Pacífico y el Mar Caribe, causando la muerte de al menos 80 personas. En otras palabras, más allá de la colaboración cómplice de la propia prensa asociada al complejo militar-industrial, Trump ha llegado al límite del chantaje verbal.

Es así que de repente, el domingo, al llegar a su residencia en Miami, Trump soltó el anuncio de que Estados Unidos «podría tener algunas conversaciones» con el presidente venezolano Nicolás Maduro. Un ambiguo planteo que deja abierta una puerta de escape al fracaso. La decisión de Trump de enviar el portaaviones USS Gerald R. Ford a Sudamérica dejó a Oriente Medio y Europa sin ninguno.

Entretanto, en la apetecible Gaza para sus planes inmobiliarios y gasíferos, el apoyo persistente a la resistencia armada contra Israel han permitido a Hamás reconstruir su imagen y ejercer un control más estricto sobre el enclave. El propio The Wall Street Journal reconoce que «muchos palestinos ahora perciben al grupo militante en términos más pragmáticos, según encuestadores, analistas y palestinos de toda Gaza».

En otras palabras, Hamás y la Resistencia ganaron un puesto como interlocutores inevitables, tal vez hasta necesarios. Más allá de lo que diga y piense el primer ministro Benjamín Netanyahu. Un reportaje de la televisión israelí del domingo reveló, que la administración del presidente Trump estaba considerando saltarse la etapa de su plan de paz que exige el desarme de Hamás, a favor de avanzar con la reconstrucción del enclave, dado que las conversaciones se han estancado por las cuestiones relativas a los detalles de la desmilitarización de Hamás y la futura gobernanza de la Franja de Gaza.

Una fuente de seguridad israelí dijo al Canal 13 que esta opción se estaba discutiendo ya que la Casa Blanca está teniendo problemas para obtener compromisos de terceros países para participar en el desarme de Hamás como parte de una fuerza internacional de estabilización que se desplegará en la Franja.

La última señal de repliegue de Washington surgió tras los debates previos a la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU este lunes de una resolución redactada por Estados Unidos que refuerza el plan de paz de Donald Trump para Gaza, especialmente el despliegue de una fuerza internacional llamada de "Estabilización".

A cambio de conseguir la anuencia al controversial proyecto, Washington también señala que, a medida que Gaza se desmilitariza y se reconstruye y la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania, se reforma «fielmente» y finalmente«podrían darse las condiciones para una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino».

Esa sola, hipotética mención de un "Estado Palestino", sonó como una bomba en Israel. Por su parte, según el portavoz de Hamás, Hazem Qassem, las enmiendas al borrador de resolución estadounidense no contribuyen a la estabilidad en la Franja de Gaza, advirtiendo que la propuesta sustituye la ocupación israelí por una forma diferente de tutela internacional.

Añadió que Washington está intentando «apaciguar a diversas partes con una redacción no vinculante», mientras evita la demanda fundamental de asegurar garantías exigibles para los derechos palestinos. Según Qassem, la alternativa debe ser una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que refuerce el alto el fuego y despliegue una fuerza internacional de mantenimiento de la paz con un mandato claro: contener al ejército israelí, proteger a los civiles asediados en Gaza y mantener el alto el fuego.

Reiteró que Hamás busca una solución que defienda el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, impida nuevas agresiones contra Gaza y garantice que la ocupación israelí no pueda avanzar hacia la Franja, Cisjordania ni Jerusalén. Semejante rechazo a los planes e intenciones de Trump deja muy poco espacio para el éxito de Estados Unidos.

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