Es imposible disfrutar una sexualidad plena y saludable si otras dimensiones de la vida no marchan como deberían, sobre todo cuando gran parte de esos malestares pasan sin percibirse a nivel consciente, lo cual dificulta su transformación y alimenta aún más el estrés
La tensión es quien crees que deberías ser. La relajación es quien eres.
Proverbio chino
A raíz del artículo sobre los estilos de afrontamiento al estrés, una lectora de 45 años escribió para contarnos cómo esa autoexigencia para ser «lo máximo» en todo la llevó a un colapso nervioso y al destape de dos enfermedades crónicas: diabetes mellitus e hipertensión.
«Cuando me vi aislada en un hospital durante dos semanas para tratamientos intensivos, creí que el mundo acabaría en mi casa. Al volver, las cosas no estaban como yo prefería, pero tampoco tan mal, y tuve la habilidad de aferrarme al momento y dejar que todos siguieran con sus nuevas rutinas mientras yo me enfocaba en mi bienestar integral y los veía crecer con éxito», se ufana ella.
De esa integralidad del bienestar hablamos hoy, porque es imposible disfrutar una sexualidad plena y saludable si otras dimensiones de la vida no marchan como deberían, sobre todo cuando gran parte de esos malestares pasan sin percibirse a nivel consciente, lo cual dificulta su transformación y alimenta aún más el estrés.
Por consenso, se habla de siete dimensiones del bienestar, de evaluarlas con la conciencia clara de que la menos favorecida marca el estado real; como un barril solo se llena hasta el nivel de su primera ranura. Encontrar esos puntos flojos ayuda a trabajar en sus causas; incluso, si es necesario, con ayuda especializada o familiar.
La primera dimensión es el bienestar físico: esa capacidad de mantener una calidad de vida que te permita aprovechar al máximo tu día a partir de un saludable equilibrio entre ejercicio, descanso y alimentación.
Para sostenerlo necesitamos revisar nuestros hábitos y conocer muy bien nuestro cuerpo. La ciencia occidental tendió por décadas a estandarizar esa demanda, hasta que comprendió el valor de la medicina preventiva y personalizada que promueven las tradiciones orientales. Si me escribes al 52164148 te comparto información sobre el tema desde la mirada de la Ciencia de la vida o Ayurveda, que en Cuba comienza a tomar auge.
Por ahora respóndete estas tres preguntas: ¿Haces algún ejercicio intencionado al menos 30 minutos diarios? ¿Lo que comes es proporcional a la energía que gastas y te aporta nutrientes reales? ¿Tienes algún mecanismo para relajarte, al menos 15 minutos al día?
A primera vista, un sexo responsable, sistemático y placentero puede responder muy bien esas tres demandas, pero hay otras opciones que también pueden contribuir, de acuerdo a tu peculiar filosofía en esta etapa de vida.
La segunda dimensión es la emocional, y para estar bien en ella debes desarrollar una conciencia de tus sentimientos y tus respuestas a las interacciones cotidianas, para entender por qué sientes de esa manera con cada estímulo y cuánto hay de tabúes y condicionamientos transformables.
Para afirmar tu bienestar emocional necesitas optimismo, autoestima, autoaceptación, capacidad de compartir sentimientos y desapego de lo que no te hace bien y no está en tus manos cambiar.
Evalúa si eres capaz de responsabilizarte por tus emociones, si te permites expresar sentimientos (también el miedo, la ira, la tristeza, el dolor, el asombro), si entiendes tu valor como ser humano, si puedes lidiar con los errores sin buscar culpables y si eres realista con tus limitaciones frente al estrés y las trampas del ego.
La tercera dimensión del bienestar se fomenta en el intelecto, porque es en esa capa de tu
existencia donde entiendes el mundo y tu lugar en él; donde puedes desarrollar tu creatividad, crecer de modo reflexivo y apropiarte de recursos culturales y éticos valiosos.
Para estar bien a nivel intelectual necesitas aprendizaje y curiosidad permanentes, potenciados en cursos, charlas, autodidactismo, pasatiempos... cualquier cosa que rete tus criterios, imaginación y habilidades sociales. Por eso una buena tarde de ternura filosofal con tu pareja o amistades te deja en ese estado de éxtasis equivalente a un buen masaje corporal o un orgasmo ganado sin prisa.
Esta dimensión suele ser causa de estrés cuando no eres capaz de aprender de los errores ni escuchar ideas diferentes, revisar tus juicios de valor, romper esquemas discriminatorios, tomar riesgos, apreciar y explorar las artes y filtrar los conocimientos a través de un ejercicio permanente del pensamiento crítico.
La próxima semana veremos cómo el bienestar en las dimensiones social, espiritual, ambiental y profesional potencian una sexualidad placentera, proactiva y sostenible hasta el final de la vida.