Sus edades oscilan entre cuatro y 12 años, pero la «preparación» empieza antes, desde que despuntan coquetas en el hogar y algún conocido sugiere el camino para tanta «belleza»
Llevan la estricta vida de cualquier modelo profesional. Nada de dulces, poco tiempo para relajarse y un contacto bien estudiado con «la gente envidiosa» del mundo exterior, hasta que el certamen de belleza termine y su suerte quede sellada definitivamente.
Su imagen desde que despiertan se fabrica en laboratorios: uñas postizas, bronceado artificial, sonrisas ensayadas, fundas en los dientes, lentillas de colores, relucientes vestidos, peinados complejos, joyas de lujo… Los relatos sobre doncellas cautivas dejaron de ser historias nocturnas para volverse pesadilla cotidiana, digna de ser contada por Edgar Alan Poe.
Sus edades oscilan entre cuatro y 12 años, pero la «preparación» empieza antes, desde que despuntan coquetas en el hogar y algún conocido sugiere el camino para tanta «belleza»: ser una mina de oro y alarde para la familia.
Muchas no han aprendido a leer, escribir o contar y ya usan lápiz labial y tacones. No sabrían decir cuándo renunciaron a montar columpio en el parque o a jugar con sus amiguitas del colegio después de las tareas: una implacable hada madrina las dotó de hermosura y candor, y a la vez las condenó a envejecer prematuramente a manos de la ambición filial y la cosificación que obsesiona al competitivo espíritu del mundo capitalista.
Más allá de fotografías y pasarelas la vida no importa, como no importan el estrés que provoca tanto revuelo o la identidad robada sin respeto. Y por si no bastara, al erotizar su inocencia también se las expone a la violencia sexual, afirma la doctora Gioconda Batres, experta mexicana en asuntos de género. En macabro ritual moderno, son sacrificadas en la portada de Vogue o Pageantry Magazine (por mentar solo dos publicaciones) para el placer de millones de fanáticos que deliran por esa fachada fabricada desde la cuna.
«El paraíso de cualquier pedófilo son esas revistas y concursos», dicen foristas de todo el mundo, y no es simple especulación. La reina de belleza infantil del estado de Colorado en 1996, JonBenet Ramsey, fue violada y asesinada en la mansión de sus padres a los seis años. Las circunstancias aún no se divulgan.
Durante décadas este fenómeno se limitó a Estados Unidos, donde existen unos 6 000 concursos anuales, pero ya penetra en países como Tailandia, y un sector de América Latina lo mira con mucha atención.
Aunque la familia cubana es muy protectora no está de más alertar sobre lo que destapan esas extravagancias, sugirió una colega a JR luego de sondear horrorizada diversos sitios sobre el tema en Internet.
La edad de las modelos profesionales baja en el mundo a tono con la absurda pretensión de que cada vez luzcan más menudas, lánguidas, indefensas… Cuquitas de papel como las que suelen vestir las niñas en casa.
Y mientras las adultas procuran imitar esa fragilidad infantil, las aspirantes prepúberes aceleran su maduración a base de maquillaje, estorbando con químicos invasivos el desarrollo natural de sus cuerpos, pelo, piel… y también la psiquis y su modo de transitar por la vida.
Tras el pinchazo prematuro con la rueca mediática de la moda les espera un largo sueño febril que las aleja de una infancia real, entrenadas mediante el desprecio feroz y la presión constante en el juego de la seducción adulta y del pretender aparecer por encima de las demás.
Claro que las familias participan a gusto. Los certámenes de belleza infantil de las últimas décadas en el mundo son un fenómeno de masas que mueven unos 5 000 millones de dólares cada año, según el blog tejiendoelmundo.wordpress.com.
El creador de Cenicienta moriría de vergüenza ante las colas interminables de chiquillas que pugnan por el «zapato» salvador, sin importar cuán grande les quede la tarea de princesas. Y no es cosa de pobres nada más: para algunos concursos la inscripción cuesta cerca de mil dólares, más los gastos de transporte, alojamiento, comida, vestuario… Calculen entonces el premio en metálico y los contratos de publicidad para quienes ganen.
Sin embargo, en varios sitios digitales se comenta que las perdedoras del certamen tienen a la larga mejor suerte que las vencedoras, cuya fortuna durará lo que les dure esa inocencia que se apuran en mancillar.
Pasados unos años, unas pocas acabarán siendo estrellas de la moda y quizá del cine o la música por un tiempo, auguran seguidores del tema. Pero ¿y las demás? ¿Encontrarán alguna vez la autoestima escamoteada entre tantos jurados y familias implacables? ¿Qué preguntas harán a su espejo cuando otra Blancanieves más niña, más exótica, más hecha al capricho del momento, reine por ella en las revistas de moda?
La peña de este miércoles en la Universidad de La Habana estuvo pasada por agua, pero no falló. Es increíble cómo hay formas de regalar amor sin tocar directamente a la pareja, que algunas personas ni siquiera toman en cuenta… Prometemos una página sobre el tema. En noviembre empezaremos a reunirnos en la primera semana de cada mes; hablaremos de la pornografía: su historia, consecuencias, límites, riesgos…
Con los de hoy cerramos la tabla de datos de Encuentros publicados. A partir del lunes se enviarán por correo a quienes lo soliciten. Dentro de seis meses haremos una nueva actualización. Escriban a Serguey Betancour Santana, apartado postal 17, Pinar del Río C.P.: 20100; Noslen, anoslen@eleccmg.une.cu; Lázaro, lazarocv@est.vc.rimed.cu; alexanderdj@fh.uho.edu.cu; Israel, iercia@cmg.ecc.cu; hamlet@dpjch.minjus.cu, carlos@tredis.transnet.cu; Walter, alexniayis.perez@csh.uo.edu.cu; Zulien, zorosco@epepc.cupet.cu y reynaldo@ucp.ma.rimed.cu.