Para hablar de sueños y temores durante esos primeros pasos en el camino del amor, Sexo Sentido cede su espacio a un adolescente espirituano, fiel lector de JR y promotor de salud en su ciudad Pregunte sin pena
Indecisión, de Lesmes Larroza. A veces tenemos miedo de decirle a una persona cuánto la queremos. Nos quedamos estáticos cuando pasa delante de nosotros y sin dudar le sonreímos para no dejar rastro de sospecha.
Otros, sin embargo, son más valientes y apenas esperan la señal de salida... pero como a nuestra edad no nos resignamos al oír un «no» como respuesta, damos la espalda y dejamos caer la cara, llenos de desilusión.
¡Vaya! Qué duro es que no te den esperanzas para un nuevo asedio... Pero lo más importante es que lo intentaste: ya vendrán mejores días y mejores conquistas para tu nido, y si tienes un poco de fe, verás que el futuro vendrá a comer de tus manos tal como lo deseaste.
Una de las cosas que más se ve en la vida amorosa entre adolescentes, es la baja autoestima y la falta de experiencia. ¿Cómo resolver ese inconveniente? Bueno, la única respuesta en este caso es demostrarte a ti mismo que no hay pared que pueda con tu ensueño entusiasta, ni con la idea de tener a tu alcance un poco de cariño de quien te ha robado el corazón y los ojos para ver hacia delante.
Conozco a una personita que siente una obsesión tan grande que a veces la deja ciega, atónita, ante la presencia de ese individuo que la conmueve. ¿Pero cómo decirle cuánto anhela tenerlo a su lado para que le brinde comprensión, confianza y calor?
En momentos así, solemos mandar cartas o transmitir algún que otro mensaje con un amigo... La razón de tanta timidez no es el temor a esa persona en particular, sino más bien la casi certeza de que la respuesta será «no» a nuestra forma de ser, tanto en lo físico como en lo emocional y espiritual.
Te diré lo que creo: si decides tener una relación para compartir tus inquietudes y sueños, debes permanecer en contacto con ella, demostrarle cariño, respeto, y darle motivos para que confíe en ti.
Una forma de lidiar con este problema es acercarnos a esa persona como un amigo más... pero debes ser sincero, incluso contigo mismo, para no dejar dudas sobre tu verdadero objetivo. Reserva tus emociones para declararle poco a poco tu fervor y tus deseos sobre la relación que aspiras tener.
Nunca reniegues de tu voluntad de ir hacia delante, ni digas adiós a tus pretensiones de tener cerca a quien te ha llenado el alma de ilusiones.
Tampoco tardes mucho en sacar esa flecha que tienes clavada en el pecho: recuerda que esa persona que tú codicias, no esperará toda una vida para que le digas cuánto anhelas tenerla entre tus brazos.
Debes empezar ya, no dejes que el temor te penetre, sé fuerte y obtendrás lo que soñaste: un buen tiempo «entre las nubes». Solo ten en cuenta que a veces en lo «perfecto» encontramos sentimientos falsos e ilusos. No te engañes con una cara o un cuerpo bonito, porque esos amores no siempre resultan como tú esperas.
Tener fe en ti mismo¿Puedo darte otro consejo? No expongas tus aventuras románticas ante todo aquel que te rodea. No dejes que la envidia o los celos te cierren las puertas hacia futuros reencuentros, no dejes que tu alma se seque al sentir resentimiento hacia aquellos que te hicieron la vida insostenible, y sobre todo no te permitas ser títere de nadie.
En esta época hay personas que no se fijan en lo que sientes, sino en lo que tienes: la moda se ha colado en nuestras vidas obligándonos a reservarnos lo que sentimos hacia los demás para que otros no se burlen de lo que realmente necesitamos en el tema amoroso. Tal parece que es la ropa quien habla por ti, y que más que nunca la forma física es quien proporciona los puntos necesarios para vivir un episodio de pasión.
Pero cada vez fracasamos más: cometemos tantos deslices y nos decimos «No importa, de los errores se aprende...», pero ¿por cuántos errores tendremos que pasar para darnos cuenta de que nos hemos equivocado toda una vida?
Y es que los adolescentes nos vemos enrollados en cada situación... Llegan sin avisar y nos provocan fuertes dolores de cabeza. Sin embargo, mientras más difícil es el problema, más duro debe ser nuestro empeño para arreglarlo.
La única forma de forjar tu alma para combatir tus temores es demostrarte a ti mismo de lo que eres capaz, y dar riendas a ese espíritu aventurero que tienes dentro sin dejar de ser sincero, honesto, caritativo, responsable, y de tener fe en ti mismo.
Amigo o amiga: recuerda que el tiempo lo cura todo, y cuando menos uno se lo imagina nuestro sueño se hace realidad. No te digo que tengas que esperar décadas... solo ten presente que mientras exista dentro de ti confianza y orgullo de ser como eres, no tardará la hora en que encuentres a esa persona que siempre deseaste por pareja.
El amor indeciso
Y sobre amores que no se atreven a ser, escribió la poetisa cubana Dulce María Loynaz un bello poema, musicalizado por Amaury Pérez para el disco Eternidad. Que sirva hoy como regalo de fin de año a nuestros lectores de la más joven generación, y a todo el que aún teme entregarse al amor.
Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta...
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Yo le digo al amor: —¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor me responde, no saluda, no pasa...
Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía la noche... Y con la noche vino.
¡Que amor tan pequeño para andar con la sombra!...
¿Qué palabras no dice, que nombre no me nombra?
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrados?
Este amor nada dice... Este amor nada sabe:
Es del color del tiempo, de la huella de un ave...
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde...
Que todo lo confunde, lo deja... ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja...
Y no sabe morir no vivir: Y no sabe
que el mañana es tan solo el hoy muerto... el cadá
ver
futuro de este hoy claro, de esta hora cierta...
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta...
Pregunte sin pena
A.A.: Estudio en tercer año de la Universidad y trabajo como técnica. Cuento con el apoyo incondicional de mis padres, con quienes vivo. Estoy casada con un hombre de 33 años de edad, que tiene una niña de cinco que vive con su mamá. Él también trabaja. Nuestra condición económica no es mala. Yo quisiera tener un hijo ahora. Mis padres opinan como yo. Pero mi esposo piensa que debo esperar a graduarme, lo que significaría tres años más de espera. Por otra parte, nuestra relación de pareja es buena. Llevamos dos años y ya no sé si es capricho mío u obsesión, pero no nos ponemos de acuerdo. Me gustaría contar con su opinión para ver si me ayuda a tomar una decisión. Tengo 23 años.
El hecho de que aún no concilien sus puntos de vista, hace pensar que existen aspectos contradictorios sin asumir, ventilar y analizar entre ustedes. Este es un paso que no debes obviar.
Tu esposo no desea tener hijos ahora, pero solo alega tus estudios como obstáculo. En verdad, omite sus razones. Posiblemente esta contradicción está en la base de tu incertidumbre. Acaso, en el fondo dudes del sentido de la relación para él o de su deseo de tener un segundo hijo.
También debes evaluar tus motivos para convertir la maternidad en obsesión, cuando aún eres joven y quieres cumplir con el difícil objetivo de terminar los estudios mientras trabajas.
Al amar, usualmente deseamos un hijo como fruto de ese vínculo especial. Para la mujer, la maternidad suele cumplir un rol psicológico único de plenitud y realización. Pero nada de esto niega la posibilidad de planificar el embarazo, contemplando los factores que favorezcan u obstaculicen su desarrollo.
Están a tiempo de llegar a acuerdos. Es decir, tomar decisiones donde ambos cedan y ganen, aunque no totalmente.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/ sida, psicoanalista.