Ciertas ITS como el Papiloma Humano y el Herpes Simple ensombrecen la actividad sexual de las personas para toda la vida, lo cual no significa que deba renunciarse a ella
MARIO y Marcela llevan más de cuatro años de magníficas relaciones y están pensando en tener descendencia. Ambos trabajan y tienen creadas las condiciones para recibir al nuevo miembro de la familia, pero saben que tal decisión implica dar un paso importante: dejar de usar condón, al menos en los días fértiles del ciclo ovulatorio de ella.
El temor de ambos es que, además de ser fecundada, Marcela se contagie con el Virus del Papiloma Humano (PVH) que le fue detectado a Mario hace más de seis años, cuando apenas salía de su adolescencia.
La última lesión o condiloma apareció hace un año y medio, e inmediatamente fue al médico para recibir tratamiento. Pero él sabe que ser portador de una ITS de este tipo es como andar en una pendiente resbaladiza, y quiere cerciorarse de que el virus, aún circulante en su organismo, no pase al de ella y perjudique además a la criatura.
Por eso contactaron con Sexo Sentido, en busca de una guía acerca de las pruebas a las que ambos debieran someterse.
También nos escribió un joven de orientación homosexual, preocupado por las «llagas» que ha visto eventualmente en la zona genital o en el ano de su pareja, que luego desaparecen «por sí solas». Se trata de vesículas producidas por un Herpes Simple que contrajo hace mucho tiempo, le ha dicho él, restándole importancia al asunto.
Generalmente ambos se protegen, pero al lector le preocupa que no puede evitar el roce de sus genitales con tales lesiones durante el juego amoroso, y no sabe hasta qué punto el preservativo sea efectivo en ese caso.
El factor común de ambas historias es una enfermedad dermatológica transmisible por la vía sexual. La diferencia está en que los primeros no tienen por qué alarmarse mientras su situación esté bajo control, mientras el segundo corre gran riesgo de contagio por la falta de conocimientos o de responsabilidad de su compañero.
NO TODO ESTÁ PERDIDOCuando el portador de una ITS no curable mantiene relaciones estables con una persona sana suele hablarse de parejas discordantes, lo cual es válido además para quienes viven con el VIH/sida.
Estar en esa situación no significa renunciar a la sexualidad. Solo deben imponerse ciertas restricciones para no infectar a quien comparte su placer y su vida, y además protegerse ambos de otras ITS, para no tropezar dos veces con la misma piedra.
Tanto el PVH como el Herpes Simple se transmiten por contacto directo de los genitales de una persona sana con las lesiones del infectado, que brotan en la vagina, el pene y la zona perianal, o en otras partes del cuerpo, como la boca.
Como se trata de virus, no se ha encontrado aún la forma de curarlos definitivamente con medicamentos o vacunas. Cualquiera de sus cepas (dos para el herpes simple y más de 30 para el PVH) puede permanecer latente en el organismo sin volver a manifestarse en mucho tiempo, o hacerlo frecuentemente mediante lesiones, no siempre a la vista del portador pero detectables con ciertas pruebas asequibles a todos, entre ellas la citología que se aplica regularmente a las mujeres.
No obstante, que la medicina no pueda controlar a estos intrusos no significa que sean invulnerables: se sabe que en ocasiones son eliminados espontáneamente por el propio sistema inmunológico de algunos individuos, aunque no se tenga certeza de cómo opera este mecanismo o por qué se da en unas personas y en otras no.
Por eso el calificativo de incurables no significa eternos, ni representa «ayuno» sexual permanente para quienes lo portan. Basta que sean capaces de tomar las necesarias medidas de protección cuando todo aparenta estar normal, y de abstenerse si aparecen manifestaciones, aun las más leves.
En ese caso deben acudir de inmediato al especialista para cauterizar tales verrugas o vesículas —o sea, quemarlas—, lo cual garantiza recuperar la actividad sexual más rápidamente, espaciar los brotes y disminuir la carga de virus circulante.
Incluso cuando transcurran muchos meses y hasta años sin detectar nuevas lesiones, no significa de hecho que el virus haya sido vencido, y mientras el microorganismo invasor esté latente, hay posibilidades de que reaparezca.
Por eso es importante no abusar de la suerte ni dejarse llevar por la esperanza de una supuesta cura que tal vez «nos toque». Para saber si el virus se eliminó realmente habría que someterse a un grupo de pruebas muy costosas, que solo están a nivel de centros de investigación en la mayoría de los países, mucho más en los subdesarrollados.
Ante esta disyuntiva, aquellos que alguna vez fueron portadores y un buen día deciden no proteger más a su pareja creyéndose curados, son tan irresponsables como quienes se arriesgan a tener relaciones íntimas a sabiendas de que están vulnerables en ese momento, y para colmo no le aclaran la situación a la otra persona.
CURAR, PREVENIR, APLAZAREn cuanto a la posibilidad de embarazo en estas parejas con PVH o Herpes Simple, son varios los factores a tener en cuenta. En primer lugar es preciso saber que el riesgo de perjudicar a la criatura es menor cuando el portador es el hombre, y no la mujer, encargada de gestar la nueva vida.
Como se trata de ITS que solo se transmiten por contacto directo con el virus expuesto, la primera medida a tomar es no intentar la fecundación mientras haya lesiones.
Lo lógico es esperar un mejor momento, cuando la situación esté controlada. Siendo así, la mujer puede embarazarse sin temor, parir normalmente y hasta amamantar a la criatura.
Si es ella la portadora y en el momento del parto las lesiones están excretando virus, lo recomendable es realizar una cesárea para evitar que el neonato contacte con el virus en la vagina y se contagie, con secuelas graves para su salud.
Antes de abandonar el anticonceptivo de barrera se impone entonces un chequeo médico lo más completo posible, tanto de ella como de él, y una franca conversación en la que emerja la fidelidad como compromiso inviolable de ambas partes.
Esta es una decisión saludable para cualquier pareja, incluso estando aparentemente sanos, por aquello de que es mejor prevenir que lamentar en cualquier circunstancia.