El uso de la tecnología para recrear versiones digitales de actores reales, ya sea su imagen o su voz, es cada vez más frecuente
La supuesta venta de los derechos de su imagen por parte del actor Bruce Willis a una compañía que crea representaciones digitales de actores e influencers, y la consecuente aclaración, dos días después, de que «la cosa no es así», trae nuevamente al ruedo el tema de la inteligencia artificial (IA) y sus posibles usos de cara al futuro.
La pasada semana la publicación británica The Daily Mail anunció que la compañía Deepcake, de origen ruso, y que se dedica a crear deepfakes (representaciones virtuales de personas reales), había cerrado un trato para utilizar la imagen del actor Bruce Willis en el futuro.
La noticia suponía que Willis, quien anunció su retiro del cine el pasado marzo debido a la enfermedad de afasia —trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica y se debe a lesiones cerebrales—, estaría «permanentemente» en el mundo del cine gracias a la tecnología.
Sin embargo, «donde dije digo, digo Diego». Un representante del actor aclaró a la BBC el lunes que tal acuerdo no existe, sino que Deepcake había empleado la imagen de Willis en un anuncio publicitario para la televisión rusa, hace unos meses.
Deepcake aclaró además que había «una equivocación» al respecto del supuesto acuerdo, y este en realidad no existe. En su sitio web, sin embargo, la compañía destaca el uso de la imagen de Bruce Willis, quien habría afirmado: «Me gustó la precisión de mi personaje. Es una gran oportunidad para mí de retroceder en el tiempo. La red neuronal se entrenó con contenidos de Duro de matar y El quinto elemento, por lo que mi personaje se parece a las imágenes de aquella época.
«Con la llegada de la tecnología moderna, pude comunicarme, trabajar y participar en el rodaje, incluso estando en otro continente. Es una experiencia nueva e interesante para mí, y se lo agradezco a nuestro equipo».
«Lo que definitivamente hizo es que nos dio su consentimiento (y mucho material) para hacer su gemelo digital», aclaró al respecto Deepcake, según BBC.
Desde 1977 el actor James Earl Jones ha infundido miedo en los corazones de los cinéfilos de toda la galaxia como la voz de Darth Vader, el villano sin rostro de la popular franquicia de La guerra de las galaxias.
James Earl Jones cedió los derechos de su voz para que sea empleada por una inteligencia artificial en el personaje de Darth Vader en La guerra de las galaxias. Foto: Getty Images
Pero ahora, a sus 91 años, Jones ha decidido retirarse del papel. Sin embargo, la icónica voz de Darth Vader seguirá viva gracias a un programa de IA que puede aprender sus tonos e inflexiones, informó hace unos días Vanity Fair. Jones cedió los derechos de sus grabaciones de voz a Respeecher, una empresa ucraniana que trabaja con Lucasfilm para preservar y recrear la amenazante voz del actor a partir de un algoritmo de inteligencia artificial propio.
En la historia de La guerra de las galaxias, Darth Vader —o Anakin Skywalker— muere cerca del final de La guerra de las galaxias: El retorno del Jedi, que se estrenó en 1983. Pero en los años transcurridos desde entonces, Jones ha retomado el papel en películas como en Rogue One (2016) y Star Wars: El ascenso de Skywalker (2019).
Mark Hamill sirvió de modelo base para su deepfake como el Luke Skywalker de 1983. Foto: Disney
Con la tecnología de Reespecher su voz quedará ahora perpetuada para siempre, y Disney, propietaria de La guerra de las galaxias y con planes de expansión de su universo, ya no tendrá que preocuparse cuando necesite a Darth Vader en sus historias.
El uso del deepfake —una tecnología que no deja de levantar también alarmas—, no es nuevo en el cine y la televisión. Ya se ha empleado con relativo éxito. En el final de la segunda temporada de la serie The Mandalorian, en octubre de 2020, reapareció el icónico Luke Skywalker tal y como lucía en 1983.
Para lograr tal empeño Lucasfilm empleó tecnología deepfake a partir de introducir en un ordenador tantas imágenes y videos de una persona como fuese posible, en este caso de Mark Hamill, el actor que da vida a Luke. La IA del ordenador es capaz de aprender mucho sobre el rostro de una persona, cómo se mueve cuando habla o hace una expresión facial, cómo sonríe… y puede entonces copiarla digitalmente.
Finalmente, el equipo de Lucasfilm decidió que querían que Mark Hamill volviera a actuar en la escena, por lo que pasaron a utilizar métodos de rejuvenecimiento vistos en anteriores películas de Marvel y La guerra de las galaxias.
Para ello, combinaron las actuaciones en el plató de Hamill y de otro actor llamado Max Lloyd-Jones, que se parece físicamente a un joven Luke Skywalker.
A continuación, Hamill tuvo que filmar por segunda vez dentro de una cabina especial llamada El Huevo.
Dentro de El Huevo, el equipo de efectos visuales tuvo el control de la iluminación y pudo tomar imágenes y texturas de súper alta resolución del rostro del actor.
El resultado final fue que la tecnología combinó las actuaciones e hizo que el actor más joven pareciera el Luke Skywalker de 1983.
Sin embargo, la respuesta de los fans fue variada, ya que algunos se quejaron de que los movimientos de la boca de Luke no estaban bien sincronizados con lo que decía el personaje.
De hecho, un youtuber hizo su propia versión falsa de Luke Skywalker en The Mandalorian, y recibió un puesto de trabajo en Lucasfilm, después de que mucha gente dijera que se veía mejor que los efectos digitales originales.
Al respecto el productor ejecutivo en The Mandalorian, Jon Favreau, dijo que «todavía nos quedan unos años antes de que sea realmente indistinguible (el actor digital del real), pero llegará un punto en el que no podrás diferenciarlos».
«Algo de lo que la gente no se ha dado cuenta es que su voz (la de Luke Skywalker) no es real. La voz del joven Luke Skywalker está completamente sintetizada», agregó. Para ello emplearon la mencionada Reespeacher.
«Esto hace que te des cuenta de que cada vez es más difícil confiar en tus ojos y oídos cuando se trata de estas cosas», añadió Favreau. Sus palabras, empero, deberían servir de alerta para desconfiar de todo lo que se vea en las redes, pues la tecnología deepfake arrastra ese peligro: es muy fácil confundir a una audiencia si el resultado de un clon digital es lo suficientemente creíble.