Una tormenta solar severa podría poner en riesgo la red de redes, lo cual equivale hoy a buena parte de la vida moderna como la conocemos
Aunque parezca apocalíptica, la posibilidad de un corte global masivo de internet es real. Así lo afirma un estudio presentado recientemente por un investigador de la Universidad de California, que analiza lo que podría suceder con la red de redes ante una tormenta solar.
Las tormentas solares son eventos recurrentes, aunque su intensidad varía. De acuerdo con el investigador Sangeetha Abdu Jyothi, citado por Wired, en caso de una tormenta solar severa podríamos vivir un escenario en el cual, si bien es posible recuperar la generación eléctrica en días u horas, los cortes de internet tardarían semanas o hasta meses en resolverse.
Y los pronósticos en este sentido no son muy halagüeños: se esperan tormentas solares de gran intensidad en el período 2026-2030. Lo bueno es que falta un poco para ese tiempo, lo malo es que el mundo no está lo suficientemente preparado para ese suceso.
El investigador Abdu Jyothi descubrió que las infraestructuras locales y regionales de internet tendrían un bajo riesgo de daños, lo cual es una buena noticia. Todo reside en que la fibra óptica no se ve afectada por las corrientes inducidas geomagnéticamente, un efecto de las tormentas solares. Los tramos de cable cortos también se conectan a tierra con mucha regularidad.
Sin embargo, los riesgos se incrementan para los largos cables submarinos que enlazan continentes. Una tormenta solar que interrumpiera varios de esos cables en todo el mundo causaría una pérdida masiva de conectividad al aislar a los países, incluso dejando intacta la infraestructura local. Sería como cortar el flujo de agua hacia un edificio entero debido a la rotura de una tubería alimentadora principal.
«Lo que realmente me hizo pensar en esto es que con la pandemia vimos lo poco preparado que estaba el mundo. No había un protocolo para lidiar con eso de manera efectiva y es lo mismo con la resiliencia de internet», dijo Abdu Jyothi a Wired. «Nuestra infraestructura no está preparada para un evento solar a gran escala. Tenemos un conocimiento muy limitado de cuál sería el alcance del daño».
Aunque no ocurren con frecuencia, las eyecciones de masa coronal del sol son una amenaza real para la resistencia de internet, insistió Abdu Jyothi. Tras décadas de baja actividad en las tormentas solares, los investigadores creen que la probabilidad de un incidente mayor crece.
Los cables submarinos de internet son potencialmente susceptibles a daños por tormentas solares por varias razones. Para llevar los datos intactos a través de los océanos, están equipados con repetidores a intervalos de aproximadamente 50 a 150 kilómetros, según el cable. Estos dispositivos amplifican la señal óptica y garantizan de que nada se pierda en el tránsito.
Si bien el cable de fibra óptica no es directamente vulnerable a la interrupción por corrientes inducidas geomagnéticamente, los componentes internos electrónicos de los repetidores sí lo son, y suficientes fallas de repetidores inutilizarán un cable submarino completo. Además, los cables submarinos solo se conectan a tierra a intervalos extendidos a cientos o miles de kilómetros de distancia, lo que deja a los componentes vulnerables como los repetidores más expuestos a las corrientes inducidas geomagnéticamente. La composición del fondo marino también varía, posiblemente haciendo que algunos puntos de conexión a tierra sean más efectivos que otros.
Además de todo esto, una gran tormenta solar también podría destruir cualquier equipo que orbita la Tierra, el cual brinda servicios como internet satelital o posicionamiento global, el conocido GPS.
Las eyecciones de masa coronal tienden a tener más impacto en latitudes más altas, más cerca de los polos magnéticos de la Tierra. Es por eso que Abdu Jyothi se preocupa más por los cables en algunas regiones que en otras. Su estudio indica, por ejemplo, que Asia enfrenta menos riesgos, porque Singapur actúa como un centro para muchos cables submarinos en la región y está en el ecuador.
Muchos cables en esa región también son más cortos, porque se ramifican en muchas direcciones desde ese concentrador en lugar de configurarse como un tramo continuo. Los cables que cruzan los océanos Atlántico y Pacífico en latitudes altas estarían en mayor riesgo de tormentas incluso moderadas.
La internet global está construida para la resiliencia. Si una vía no está disponible, el tráfico se redirige, una propiedad que potencialmente podría mantener la conectividad, incluso a velocidades reducidas, en caso de una tormenta solar. Pero suficiente daño a estas arterias vitales comenzaría a desestabilizar la red.
Y si las interrupciones se suceden en varios de los sistemas vitales, como el sistema de nombres de dominio (DNS, por sus siglas en inglés), internet podría comenzar a funcionar mal, con interrupciones en cadena.
El estudio de Abdu Jyothi es solo el comienzo de una investigación interdisciplinaria y un modelado mucho más extenso que debe realizarse para comprender completamente la escala de la amenaza. Si bien las tormentas solares severas son extremadamente raras, lo que está en juego es mucho. Una interrupción prolongada de la conectividad global de esa escala afectaría a casi todas las industrias y personas en la Tierra.
La historia nos enseña lo que pueda causar una tormenta solar. En 1859 se produjo el Evento Carrington —nombre dado en honor a su descubridor. El 28 de agosto de ese año, las llamaradas solares afectaron la Tierra de tal manera que se reportaron auroras boreales en Colombia, La Habana y Madrid.
En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica.
Durante el Evento Carrington, catalogado como la interacción más salvaje entre la Tierra y el Sol, las agujas de la brújula se balancearon impredeciblemente. Pero esas perturbaciones geomagnéticas ocurrieron antes de que se establecieran las redes eléctricas modernas.
Ya en 1989, una tormenta solar de gravedad moderada destruyó la red de Hydro-Québec y provocó un apagón de nueve horas en el noreste de Canadá.
Todo eso ocurrió antes de que el mundo se informatizara de la forma en que hoy lo está. En la era de la internet de las cosas, la industria 4.0, las redes sociales y una digitalización que no para de crecer, si un evento solar masivo sucediera, las consecuencias serían tremendas.
Por eso, además de atender amenazas de ciberseguridad, o temas como la neutralidad de la red, los gobiernos y las entidades relacionadas con la red de redes quizá deban comenzar a prestar atención a cómo hacer que esta última sobreviva ante las impredecibles fuerzas del cosmos.
Una tormenta geomagnética es una gran perturbación de la magnetosfera de la Tierra que ocurre cuando hay un intercambio de energía procedente del viento solar hacia el entorno espacial que rodea nuestro planeta.