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La eternidad y los datos

El anhelo de conservar información para siempre podría hacerse realidad gracias a un singular invento que almacena los datos en cinco dimensiones

Autor:

Yurisander Guevara

La era digital que vivimos es maravillosa, entre otros factores porque permite tener mucha información guardada. Por eso también la llamamos Era de la información.

Nuestras memorias —la Historia misma— tintinean hoy entre bits y bytes, mientras la humanidad produce a diario ingentes cantidades de datos. Una buena parte de los mismos están en Internet. La otra, mucho más personal, reside en los dispositivos electrónicos que tenemos a mano.

Almacenar la información hoy, en teoría, no es un problema. Podemos hacerlo en discos de varios tipos: CD, DVD, Blu-Ray, SSD, discos duros. Y esta lista de soportes contenedores de información se amplía con la computación en la nube.

En cambio, no son pocas las ocasiones en que los datos se pierden. Se estropean los DVD —literalmente se «descascaran»—; los discos duros o las memorias USB dejan de funcionar, y la conexión a la red se dificulta, en un mundo donde poco más del 40 por ciento tiene acceso.

Sin embargo, esa realidad podría cambiar muy pronto gracias a unos investigadores en Reino Unido, quienes han creado un disco capaz de almacenar datos por toda la eternidad.

En cinco dimensiones

En la Universidad de Southampton, un grupo del Centro de Investigaciones Optoelectrónicas ha creado un nuevo disco a base de vidrio de sílice, capaz de almacenar información en «cinco dimensiones» y con una vida eterna.

El nuevo disco, tan pequeño como un cristal redondo de espejuelos, es capaz de almacenar 360 terabytes de datos (un terabyte equivale a mil gigabytes), y es resistente a temperaturas de hasta mil grados, lo que lo convierte en un sobreviviente en caso de incendios.

A temperaturas de 190 grados Celsius, el disco puede durar 13 800 millones de años. Ya lo decíamos: una eternidad.

Esta tecnología se basa en el uso de un sistema láser ultrarrápido que graba la información sobre un vidrio de sílice en tres capas de puntos nanoestructurados, separados entre sí por cinco micrómetros, o la millonésima parte de un metro, explican sus creadores.

Uno de los aspectos más interesantes del nuevo invento es cómo codifica la información. Para ello se basan en lo que sus creadores han definido como cinco dimensiones.

Comúnmente conocemos tres dimensiones: alto, ancho y profundidad, las cuales equivalen a las direcciones de movimiento, o eje XYZ. Los creadores del disco 5D añadieron otras dos: tamaño y orientación. Aunque no son propiamente dimensiones, lo que hicieron fue crear una ilusión óptica.

El concepto del disco 5D se basa en que es posible grabar información desde diferentes ángulos, y luego recuperarla según la forma en que el láser la lea. Y es que cada disco cuenta con múltiples capas que permiten aumentar de forma considerable su capacidad de almacenamiento, al ser posible para el láser leerlas desde varias perspectivas.

La facilidad de crear estos discos de vidrio, lo barato que resulta el material con que se producen y la alta durabilidad que presentan, induce a pensar en los múltiples usos que podrían tener. Imagine guardar todos los archivos de la Biblioteca Nacional en un pedazo de cristal.

«Es emocionante pensar que hemos creado la tecnología para preservar documentos e información y almacenarlos en el tiempo para las generaciones futuras», consideró el profesor Peter Kazansky, uno de sus inventores, en una entrevista con el portal de la Universidad de Southampton.

El académico añadió, de forma demoledora: «Esta tecnología puede asegurar la última evidencia de nuestra civilización: todo lo que hemos aprendido no será olvidado».

Los creadores de los discos 5D aseguran que buscarán fondos para comercializarlos en gran escala, primero a nivel empresarial y luego en la población.

Para presentar su producto han escrito en discos 5D copias de la Óptica de Newton, la Biblia y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, la que fuera entregada recientemente a representantes de la Unesco en México.

Mientras llega la inmortalidad

A inicios de la década de los 80 del pasado siglo, la masificación de los discos compactos levantó el mito de que eran un soporte casi indestructible. Auguraron a los CD un tiempo de vida superior a los cien años, al no existir contacto físico entre el disco y el láser que interpreta los contenidos que alberga. Lo mismo sucedió con el DVD y el Blu-Ray.

Esta tecnología es también vulnerable. A nivel microscópico, la información se graba en los discos mediante surcos que lee el láser. Cuando encuentra un surco marca uno, cuando no hay surcos, marca cero. La decodificación binaria de los datos, que se produce a altísimas velocidades, es lo que nos permite embeber en este soporte fotos, videos, textos… lo que deseemos.

Es esta misma naturaleza de los discos la que va en contra de su durabilidad. La superficie sufre con arañazos, la humedad, la luz y hasta la temperatura ambiente. Si a ello unimos que la masificación de los CD se logró al abaratar sus costos a precios irrisorios, llegaremos a la conclusión de que para ello se utilizaron materiales de menos calidad.

Lo mismo sucedió luego con el DVD y el Blu-Ray. Incluso los discos duros tienen un tiempo de vida limitado debido a la conocida obsolescencia programada, que les da un plazo de una década.

Actualmente la conservación de datos digitales pasa por dos caminos: migración constante y traspaso de responsabilidades.

La primera forma la asumen empresas e individuos, y es costosa. Se trata de reponer periódicamente los medios en los que conservamos la información. Simplificado: compras un disco, lo grabas y al cabo de un tiempo repites el proceso.

La otra manera de conservar los datos la ofrece la computación en la nube. Con esta modalidad la información la almacenan terceros en sus servidores y permite acceder a esta dondequiera que haya conexión. La preservación de la información, en este caso, no es responsabilidad del individuo. El riesgo principal radica en las vulnerabilidades de seguridad. No son pocos los escándalos de violaciones de la privacidad. A ello se une el mantenimiento de los centros de datos, que consumen grandes cantidades de energía.

Así, la inmortalidad de la información necesita de impulsos como los discos 5D. Aunque seguro faltan años para que llegue a hacerse común esta tecnología, si es que alguna vez lo hace; por suerte, no solo en la Universidad de Southampton se trabaja en ello.

La empresa Hitachi anunció en 2014 que manejaba una tecnología de discos de cristal duraderos por al menos cien millones de años. Un reporte de la revista Wired indicaba en julio de ese mismo año que investigadores de Estados Unidos habían probado un disco con nanopartículas en suspensión dentro de un líquido, capaz de almacenar un terabyte de información por cucharada. Ojalá la humanidad encuentre pronto una forma de hacer que la información digital sea duradera y confiable. A fin de cuentas, perder todo lo que hoy está en ceros y unos sería imperdonable, ¿usted no cree?

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