Variaciones de voltaje, la caída de rayos, tan frecuentes en el verano, o problemas en las redes eléctricas dañan una elevada cantidad de computadoras, que se pierden por no adoptar medidas de seguridad
Las tormentas eléctricas del verano, frecuentes especialmente en Cuba en los últimos días, han cobrado ya algunas víctimas… entre las computadoras.
La caída de rayos, y las consiguientes transientes o picos de voltaje que generan, que pueden ocurrir por fenómenos como las descargas eléctricas o problemas de servicio en la red eléctrica, han afectado a algunos que, imprudentemente, viendo acercarse la tormenta no han tomado las debidas precauciones.
Las víctimas menores en estos casos suelen ser los módems, que garantizan la conexión a redes informáticas. Pero si estos se encuentran de forma interna en la máquina, muchas veces arrastran en su deceso a otros componentes de la computadora como la motherboard o placa madre, la fuente de voltaje e incluso el microprocesador.
Este no es un fenómeno nuevo, y ya lo había investigado Benjamin Franklin, el creador del pararrayos, un implemento sencillo de instalar siguiendo determinados requerimientos, que sin embargo escasea bastante, como constatamos con solo mirar los techos.
Árboles altos, palmas reales, edificios puntiagudos sin el adecuado aterramiento, pero también postes y torres de electricidad o teléfono pueden actuar como parrarayos durante una tormenta eléctrica. Estos últimos, junto a la «absorción» del rayo, también conducen los picos eléctricos que se registran en las redes, pudiendo llegar de manera temible a las computadoras, las cuales no están preparadas en muchos casos para soportar estas descargas.
Cuando empieza a tronar, la solución más rápida y efectiva es desconectar la computadora de la electricidad e incluso quitarle el cable del módem, para evitar la entrada de cualquier descarga eléctrica intrusa.
Muchos creen que por tener un backup o fuente de respaldo ya esto los protege contra ese fenómeno, y siguen trabajando tranquilamente, olvidando que esos equipos están diseñados para otras funciones, en especial para garantizar la estabilidad del servicio eléctrico y que no se pierdan datos en los que estamos trabajando en caso de una falla eléctrica.
Los backups suelen sufrir lo indecible con los rayos, y en muchas ocasiones son las primeras víctimas, si no es que dejan pasar el elevado voltaje que daña a la computadora, aunque ellos mismos sobrevivan.
Además de desconectarla, la medida más efectiva, otra de las precauciones necesarias es tener conectada a la computadora una «tierra física», la tercera patica del toma que casi siempre quitamos torpemente, o tenemos que quitar, pues los tomacorrientes e incluso las casas que se construyen no se diseñan para esta.
Las normas constructivas cubanas, de obligatorio seguimiento por todos aquellos que tienen la responsabilidad de levantar inmuebles, especifican claramente la necesidad de instalar una tierra física en todas las edificaciones, no solo por las descargas eléctricas imprevistas, sino también para evitar accidentes.
Pero la imprudencia, el apresuramiento, la falta de visión e incluso las indisciplinas constructivas, tanto de particulares como de estatales encargados del tema, han provocado que en muchas casas esa «tierra» no exista, y lo que es peor, de encontrarse entonces hallamos que en la red de tiendas, incluso las recaudadoras de divisas, los tomacorrientes que venden muchas veces no la tienen.
Si peligroso es para una casa no tener el debido aterramiento, mucho más lo es para oficinas, empresas e instituciones con elevada densidad computacional, donde cualquier imprevisto eléctrico puede cobrar una alta cuota de «muerte» de equipos.
Por solo poner un ejemplo, los «pestañeos» de la electricidad, tan frecuentes, suelen ser uno de los enemigos más peligrosos para los equipos de computación, en especial si estos no se hallan debidamente protegidos.
Hay estadísticas internacionales que indican que una de cada cuatro averías en los ordenadores está directamente relacionada con problemas en la calidad del servicio eléctrico, aunque en el caso de Cuba nos haya sido imposible contabilizar ese problema, pues la mayoría de las empresas, las principales afectadas, ni siquiera lo suman a sus cuentas.
No lo hacen porque, cuando se investiga a fondo, más allá de alguna deficiencia eléctrica, la cual debe asumir la empresa suministradora del servicio, las investigaciones muchas veces arrojan problemas y negligencias en las conexiones de redes y computadoras, y por eso es preferible callar y «echarle tierra» a la falta de tierra.
Otra situación común es la existencia de equipos que provocan «interferencias» en el normal suministro eléctrico, causando altos o bajos voltajes constantes, a los cuales reaccionan negativamente las computadoras.
Si en una casa no se recomienda, por ejemplo, que equipos como la lavadora o la batidora estén conectados a la misma fuente de energía que las computadoras e incluso que se hallen alejados de estas; en una entidad estatal, donde a veces existen máquinas de gran demanda, la situación se complica aún más.
Elevadores, tornos eléctricos, cocinas industriales, fotocopiadoras de gran porte, acondicionadores de aire centrales y otros, cuando se instalan, deben ponerse con supresores de voltaje en la red, para evitar que interfieran con sus «majaderías» en los equipos de computación.
La ausencia de «tierra física» en la mayoría de las instalaciones eléctricas se puede resolver mediante el aterramiento de un cable en el tablero de distribución eléctrica de la edificación, o en su defecto a un polo creado en el piso, ya sea con una varilla instalada adecuadamente en la tierra, poniéndola en la tubería metálica que está en contacto directo con el piso de la edificación o en alguna parte de la estructura metálica en contacto directo con la tierra.
Esta solución permitiría proteger a los equipos de los picos de voltaje que pueden ocurrir en una red, así como de fenómenos como las descargas eléctricas.
A su vez garantizaría, por decirlo de un modo gráfico, una «fuga» a tierra cuando tiene lugar una sobretensión (como la de un cortocircuito), la cual permitiría evacuar corriente indeseable y proteger al usuario de la computadora de sus efectos.
Más preocupante es el problema de la estabilidad del voltaje, pues si bien los apagones totales ya no son frecuentes, persisten las dañinas variaciones de voltaje.
A eso agréguele los «pestañeos de la luz», o sea la ausencia de electricidad durante apenas segundos e incluso un lapso menor de tiempo, los cuales son uno de los elementos que influyen en el estrés que sufren los equipos, y entenderemos entonces porqué las computadoras lloran tanto por el tema de la corriente eléctrica.
La solución a esta problemática puede ser en ocasiones costosa, al precisarse equipos supresores de voltaje, desde los más acabados para las grandes instalaciones, hasta backups para usuarios individuales.
Una solución intermedia, al menos para paliar el problema, puede ser instalar reguladores de voltaje, especialmente los destinados a equipos de refrigeración o aire acondicionado, los cuales «apagan» el equipo cuando la electricidad no está en los valores convencionales.
Aunque suframos el apagón del equipo, esto siempre será mucho mejor que verlo romperse, máxime si se tiene en cuenta el elevado costo de arreglarlo.
Tampoco debemos cometer el error de dejar conectada la computadora a la corriente cuando esta se ausente, ni siquiera si está trabajando el backup, pues cuando vuelve la energía suele venir acompañada de una transiente, una elevación súbita de voltaje, y entonces lo que no nos hizo daño a la salida, lo hará a la entrada.
Evitar, como dice el refrán, es siempre mejor que componer, máxime si se trata de la corriente eléctrica, con la cual, como bien dice otro dicharacho popular, es mejor no jugar.