El recién finalizado Festival Nacional de Videojuegos propuso nuevas propuestas para los aficionados a estas distracciones electrónicas, las cuales todavía resultan insuficientes
Para muchos niños y niñas, jugar en la computadora es uno de los momentos más entretenidos del día. Para los padres es la seguridad de que sus hijos están localizables frente a la PC. Pero para muchos, que como yo jugábamos de pequeños, la pregunta continúa siendo la misma: ¿Por qué no hay videojuegos cubanos?
Ante la avalancha de propuestas foráneas con la consecuente carga de violencia y la polémica de que causan adicción, los Joven Club de Computación y Electrónica celebraron a inicios de agosto el Festival Nacional de Videojuegos, enfocado a descubrir sus potencialidades educativas.
Promocionar e incentivar el interés por la creación de videojuegos nacionales fue el propósito de este evento que se realizó en el Palacio Central de Computación, explicó Jorge Luis Rosell, presidente del jurado, quien admitió no haber imaginado que en Cuba se crearan tantos videojuegos.
Más de 90 propuestas se recibieron para la ocasión, las cuales fueron organizadas en tres categorías: desarrollo de videojuegos, componente didáctico-pedagógico-psicológico y diseño.
«Fue todo un reto a la innovación, pues nunca habíamos evaluado este tipo de distracciones. A partir de las metodologías de juegos tradicionales, reinventamos para los videojuegos, se crearon normas nuevas y entre los parámetros que se midieron están los componentes creativos, ingeniería, programas y la utilización de software libre», comentó.
Muchas de estas propuestas, ya en fase de producción, pudieran estar pronto en las aulas cubanas, aunque todavía es débil la comercialización que se realiza al público en general, así como la promoción de estos productos, que como lo demostró el Festival, pueden ser una alternativa nacional, y de calidad.
En la premiación del Festival, la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) obtuvo la mayor cantidad de premios, con novedosas propuestas como Energía para aprender, sin embargo otros centros de desarrollo e institutos pedagógicos obtuvieron reconocimientos.
Con solo 12 años el niño Abel González Rodríguez fue merecedor de la mención especial infantil por La fiesta de los animales, videojuego del cual realizó —según cuenta— la programación y el diseño, pero que sin la ayuda de una amiga que le puso la voz en off no hubiese sido posible.
La empresa DESOFT, de Ciego de Ávila, ganó en la categoría juego educativo con Bojeo a Cuba. En inusual coincidencia con el nombre de nuestro Héroe Nacional, el avileño José Julián Martí Pérez, explicó que ante la computadora el jugador realiza una navegación a través de los 14 puertos más importantes de Cuba y solo puede avanzar si responde las preguntas matemáticas en cada uno hasta recorrer las costas cubanas.
Bojeo a Cuba, desarrollado sobre el sistema operativo Windows, está dirigido a apoyar el cálculo con expresiones decimales en estudiantes de primaria y no implica solo la computadora, sino que sugiere la realización de los ejercicios con papel y lápiz.
Con diez años de creada, esta empresa también desarrolla una multimedia educativa sobre la sexualidad en la edad temprana, comenta José Julián, y explica que es una forma de enfrentar las primeras preguntas sobre este tema de los infantes hacia los adultos.
Del Instituto Superior Pedagógico José Martí de Camagüey, centro donde se crean videojuegos desde hace 15 años, Alexei Caraballo Quevedo cuenta que con Primi en la Cueva del Tiempo y Tesoro se demuestra la utilidad del software en el aprendizaje de la ortografía y las matemáticas en niños de la enseñanza primaria.
En Tesoro, premio también en juegos educativos, para descubrir la fortuna se deben hacer ejercicios y responder preguntas sobre ortografía. Primi…, mención en la categoría de juegos Arcade, está dirigido a los estudiantes de quinto a séptimo grados, quienes deben resolver ejercicios matemáticos para salir de la cueva donde están atrapados.
Desde 2008 en la UCI se ha fortalecido la realización de juegos electrónicos, y unos cuantos proyectos que se intentaban realizar ya están agrupados en áreas temáticas, según la arquitectura base de los mismos, lo que ha permitido convertirlos en línea de productos.
Miguel Sancho Fernández, vicedecano de la Facultad 5 de esta universidad, informó que ya se concluyó el primer juego basado en dibujos animados cubanos, Fernanda, premio en juegos de habilidad; se inicia otro sobre El Capitán Plín, y tienen en proyecto Elpidio Valdés, con el respaldo de Juan Padrón.
Para lograr este sueño cuentan con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) en la parte artística, afirma Miguel Sancho, en tanto desarrollan la programación de los videojuegos con la plataforma propia Scene Toolkit.
Otra de las entidades que colabora con la UCI es SIMPRO, Centro de Investigación y Desarrollo de Simuladores, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), junto al cual crearon Rápido y curioso, premio en la categoría de juegos de acción para el área temática Mariposa del Parque Lenin.
Con el Centro de Neurociencia de Cuba la UCI trabaja en la creación de juegos terapéuticos para el tratamiento de la discalculia, afectación en niños de la capacidad de cálculo. Mediante Rescate los pequeños pueden recuperar estas facultades, a partir de ejercicios matemáticos que necesitan responder.
«Ambliopía u ojo vago es otro padecimiento que comenzamos a tratar por medio de la computación», comenta Omar Correa Madrigal, graduado de la primera promoción. «A través del juego se logra entretener y atender al niño sin que este lo sepa, pues el tratamiento tradicional consiste en tapar el ojo sano para forzar al ojo vago a enfocar», agrega.
Entre los juegos que están en desarrollo para el tratamiento de la ambliopía se destacan Galáctico y Meteorix, ganador del Concurso Nacional de Guiones para Videojuegos, pues al venir los meteoritos a varias velocidades y con diferentes tamaños el niño tiene que focalizar el objetivo, que aumenta según la dificultad del juego y mide el nivel de reacción del pequeño.
Sobre el gran premio de este festival, Energía para aprender, Miguel Sancho explica que se desarrolló con la intención de que los niños en Venezuela de entre 9 y 13 años adquieran cultura de ahorro energético, pues mientras los infantes realizan tareas como cambiar bombillos, equipos electrodomésticos viejos y montar estaciones de energía eólica, el mundo se descontamina.
«A partir de un paquete desarrollado por el profesor Pedro Fullera con temas como las batallas en Latinoamérica, la Segunda Guerra Mundial y el medio ambiente, con el grupo EDU de experimentación de juegos pedagógicos estamos desarrollando nuevas propuestas para divertir con el fin instructivo implícito, para que atrape el interés. Juego que divierta y pueda enseñar, vale doble», afirmó Miguel Sancho.