Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Para un adolescente de 13 años que lo llevó encima una semana, según un experimento de la cadena televisiva BBC, es un aparato tosco, poco funcional y tan «complicado», que le llevó dos días darse cuenta por sí mismo de que podía darle vuelta al casete y escuchar otra música.

Sin embargo, hace 30 años, cuando el 1ro. de julio de 1979 Sony puso a la venta el primer walkman o reproductor musical portátil, el éxito fue tan mayúsculo que contribuyó a liquidar definitivamente el disco de vinilo.

No hizo falta esperar mucho para que ese mismo equipo, que en su momento revolucionó la industria, se convirtiera en un objeto de museo, desplazado primero por los reproductores portátiles de discos compactos y posteriormente por los digitales, como el MP3, MP4 y el iPod, este último hoy a la cabeza de las ventas a nivel mundial.

Curiosamente, el padre del walkman debió esperar hasta después de la muerte tecnológica del equipo, en 2003, para que le fuera reconocida su patente.

«Decían que había que estar loco para ir por ahí con cascos, que el walkman era solo un aparatito inútil inventado por un lunático», aseguró al New York Times Andreas Pavel (Alemania, 1945), filósofo e inventor, pionero en la reproducción de música por medio de aparatos portátiles.

Fanático de la música pop del momento, Pavel ideó una especie de «cinturón estéreo» para ir escuchando música mientras caminaba, que patentó en Europa, Estados Unidos y Japón en 1977.

No se sabe bien cómo la patente fue a parar a las manos de Sony, que desarrolló el equipo por su cuenta en menos de dos años, desconociendo la autoría del inventor.

Veinticinco años de puja en los tribunales le valió a Andreas Pavel que le fuera reconocido su genio inventor, lo cual no sucedió hasta 2003, luego de años de esfuerzo y de que se hubieran vendido millones de estos equipos, que inundaron las calles de todo el mundo.

A pesar de ello, su invento revolucionó no solo la tecnología, sino incluso la forma de disfrutar la música, que se hizo desde entonces mucho más personal de lo que era, y a su vez más extensa, ya que fue el primero que permitió condensar en un casete múltiples ritmos, autores y estilos, de acuerdo con el gusto personal de cada uno.

En sus inicios, hay que reconocer que fue un equipo mal visto e incluso prohibitivo. De hecho, en Cuba para algunos fue símbolo de ostentación, como mismo lo fueron en su momento los MP3 y hasta los celulares.

Pero el walkman logró sobreponerse a prejuicios y temores, y hasta a estudios médicos que recomendaron su no utilización, amenazando a los que lo usaran con sordera o pérdida de movilidad en piernas y caderas por tener un gran peso colgado a la cintura, algo en lo que por cierto no les faltaba razón.

Hubo médicos que llegaron a afirmar que era tan perjudicial que las supuestas «emisiones» de las baterías que necesitaba para funcionar podían dejar a toda una generación de jóvenes estériles, algo que desmienten la cantidad de adolescentes y niños que hay en la población mundial actual, hijos de aquellos que en los años 80 del siglo pasado apostaron por llevar su música a la cintura.

Una minigrabadora de casete con varias teclas para diferentes funciones y un par de audífonos adosados a un aro metálico, todos de color gris y negro, con la marca visible de Sony Walkman. Así pudiera describirse el primer reproductor de música portátil.

Detrás de él, en cambio, había un esfuerzo muy importante de miniaturización de componentes , así como de constante innovación tecnológica, que llevaron a que Sony en cada temporada sacara un nuevo equipo, cada vez con más funcionalidades, así como al abaratamiento de los precios, lo que contribuyó decisivamente a su popularización.

Pronto llegaron los modelos en varios colores, con ecualizadores o sin estos, con puertos para más de un audífono e incluso el «amarillo», un equipo que permitía escuchar música debajo del agua, en búsqueda de la máxima abstracción del mundo.

También el casete revolucionó a la par del equipo, y del convencional de 60 minutos en pocos meses podían ofrecerse los más avanzados, que presumían su manufactura de grafito o metálico, y que llegaban a reproducir dos horas de grabación.

Así, el vinilo tuvo que dar definitivamente un triste adiós... aunque muy pronto desde las vitrinas de los museos o los cuartos de desecho comenzó a sonreír, cuando el disco compacto o CD-Rom destronó al casete desde mediados de la década de los 90 , si bien a este también le llega su ocaso con los reproductores digitales de música.

Del walkman quedaron algunas enseñanzas básicas que no olvidaron los fabricantes, entre esas la importancia de la movilidad para el consumidor actual, lo cómoda que resulta la miniaturización, así como el hecho de facilitar la grabación y la reproducción según el gusto de cada cual.

Cuando surgieron los primeros reproductores digitales, que en esencia convirtieron en software las utilidades del abuelo walkman, vinieron con estas y otras funcionalidades, a las cuales se les han agregado la posibilidad de reproducir videos y hasta grabar en vivo estos o tirar fotos, como lo demuestran las últimas versiones del iPod, fabricado por la compañía Apple, hasta ahora el más exitoso de esos inventos.

La era de la telefonía celular también ha hecho lo suyo en este camino, permitiendo integrar en un solo equipo los reproductores de música y video, las cámaras digitales y el propio teléfono, sin olvidarse de agregarle libreta de notas, navegador web para recibir correo electrónico y lo que algunos han dado en llamar el MP6, equipos que pueden recepcionar televisión digital.

Al lado de estos, como bien afirma el joven británico que hizo el experimento, el primer reproductor musical portátil que lanzara Sony hace 30 años parece un equipo hecho para dinosaurios, mientras el iPod o iPhone es lo máximo y parecerá eterno.

Pero como bien dice un comentarista de tecnología en su sitio digital, habría que ver qué piensan los nietos de esta generación que hoy ve al walkman como un objeto museable, cuando dentro de 30 años seguramente se haya superado hace mucho el iPod.

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