La mortal COVID-19 nos ha dado también la oportunidad de comprobar que, efectivamente, un buen texto nos puede llevar a los rincones más insospechados del universo
«Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro». Lo aseguró Emily Dickinson, y la mortal COVID-19 ha llegado no solo para dejar tristezas, sino también para darle la razón a la notable poeta estadounidense. Obligándonos como lo ha hecho al aislamiento, nos ha dado la oportunidad de comprobar que, efectivamente, un buen texto nos puede llevar a los rincones más insospechados del universo y hacernos más pasaderas estas larguísimas jornadas en que, para cuidarnos, debemos permanecer en casa.
Difícil la tendrían ahora aquellos que no le hicieron caso a un gran orador y político como Cicerón, quien nos hizo ver que: «un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma» y no lo escucharon ni aseguraron ejemplares para sus bibliotecas personales. Cierto que años atrás no existían las descargas digitales, pero hoy nada tiene que temer incluso aquel que se ha negado a dejarse seducir por los encantos de leer.
Sin embargo, nunca es tarde... Lo aseguran varias instituciones culturales nuestras que han puesto a disposición de todos los más disímiles títulos, tanto de la literatura cubana como universal, convencidas de que la cultura siempre nos salvará. Así, Cubaliteraria, portal del Instituto Cubano del Libro, no solo ofrece un cuento por día de autores de la talla de Laidi Fernández, José Rodríguez Acea, Vladimir Bermúdez y Alejandro Zamora, sino además clásicos de siempre y no pocas de las que fueron buscadas novedades en la pasada Feria.
A través de su web (www.casadelasamericas.org) y las redes sociales, Casa de las Américas, por su parte, continúa difundiendo publicaciones, obras de arte y textos investigativos como ha hecho históricamente desde su fundación, el 28 de abril de 1959.
La Editorial UH, perteneciente a la Universidad de La Habana, ha puesto a nuestro alcance, de manera gratuita, algunos de sus libros que son resultado de profundas e interesantes investigaciones académicas. Parte de ese catálogo de lujo se puede encontrar en el sitio web de la casa de altos estudios (www.uh.cu). La Unión de Historiadores en Camagüey ha creado, en tanto, una biblioteca virtual que nos permite encontrar información valiosa contenida en libros, fotografías y materiales audiovisuales que los interesados podrán copiar. El Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz, de Holguín, igualmente invita, desde su Facebook, a descubrir libros de autores de su catálogo.
En Cuba no han faltado tampoco las iniciativas personales: en la mencionada Ciudad de los Parques, el poeta Ronel González, un poco en broma y un poco en serio, apunta y sugiere sus mejores lecturas; mientras en Santiago de Cuba, su colega Reynaldo García Blanco nos propone Un poema para leer en casa. En la Isla de la Juventud, Rafael Carballosa nos divierte con fragmentos de Decimerón, igual a como lo hace desde Guantánamo, Eldys Baratute, dispuesto a regalar sus populares cuentos para niños.
Otros dejan enlaces para acceder a bibliotecas donde se pueden descargar libros de autores clásicos o textos teóricos y filosóficos, o, como Julio Larramendi, donan al Ministerio de Cultura los más recientes títulos de Ediciones Polymita, puestos al alcance de un clic en el portal de Cubarte. El destacado editor y fotógrafo está convencido de que una excelente vía para aprovechar con gusto el tiempo «es la lectura que, entre otros placeres, puede ayudarnos a conocer los tesoros naturales y culturales con que cuenta nuestro país». Evidentemente, tiene toda la razón.