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La quimera del asteroide dorado

La carrera por un nuevo negocio espacial, la minería de asteroides, comienza a ganar popularidad

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Cuando uno cree haber escuchado todo, encuentra que hay por ahí quienes andan hablando sobre la minería de asteroides. Ajá, sí, eso que estás pensando, querido lector: minas en los asteroides, explotación de minerales, túneles, picos y metales… pero allá, en las enormes rocas flotantes.

Ya sabemos que suena muy futurista. Esos cuerpos espaciales  apenas los recordamos cuando de vez en vez pasan cerca del planeta y nos devuelven titulares que ya ni logran asustarnos: «asteroide del tamaño de un campo de fútbol pasará muy cerca de la Tierra». Terminamos por olvidarlos nuevamente, cuando vemos que «cerca» significaba a millones de kilómetros, por suerte.

Pero la verdad es que esta vez los asteroides están de nuevo en el centro de muchas miradas, después de que se descubriera que un solo asteroide de 30 metros puede contener metales preciosos por un valor de 30 000 millones de dólares y una roca de 500 metros el equivalente a la mitad de las reservas terrestres. O sea, que los asteroides con dimensiones de kilómetros podrían superar en valor los billones de dólares.

Dicho eso, hay que decir que después de las misteriosas bitcoins, esto es de lo más asombroso que va surgiendo sobre nuevas fuentes de recursos. Las maneras de intentar conquistar la minería en un asteroide están dejando de ser un chiste. Los proyectos brillan por mezclar locura con realidad.

¿Pero por qué ir tan lejos?

Los asteroides, explican los astrónomos, son restos de la formación de los planetas que pululan por el espacio interplanetario. Están compuestos por elementos más pequeños que se han ido agregando poco a poco: son algo así como conglomerados de roca y polvo, unidos por una ligera fuerza de gravedad. Su tamaño va de unos pocos a cientos de metros de diámetro hasta los mil kilómetros de diámetro de Ceres —el asteroide más grande que conocemos.

La mayoría de ellos están en la zona del cinturón de asteroides, orbitando el Sol, entre Marte y Júpiter, mientras otro grupo, de al menos un millar, tienen su órbita entre Marte y la Tierra y cruzan por donde transita nuestro planeta, pudiendo llegar a colisionar con él.

El asunto es que en un contexto en que se sigue revelando cuánto hemos desgastado los recursos energéticos y naturales de la Tierra —el planeta ha perdido un 40 por ciento del capital natural en los últimos 30 años— unos cuantos listos han recordado que estos cuerpos celestes están hechos del mismo material que el de los planetas terrestres. O sea, su composición contiene muchísimos minerales y metales preciosos que en la Tierra se hallan dispersos entre unos pocos países.

Los especialistas mencionan que durante la formación de nuestro planeta, la temperatura era suficientemente alta para fundir su interior. En este fluido, los componentes más densos como el hierro, el níquel o los metales preciosos, se hundieron hacia las partes internas, en un proceso conocido como diferenciación.

Una diferenciación parecida a la de los planetas solo sucede en los asteroides de mayor tamaño, ya que el resto no alcanzan temperaturas tan altas para fundirse. Por lo tanto, aunque más pequeños, los asteroides tienen mucha cantidad de elementos que son inalcanzables en nuestro planeta, concentrados en un menor espacio.

¿Entiende ahora, lector, por qué la exploración de otros planetas es un tema tan frecuente y ahora, los asteroides entran también a esas agendas, no solo científicas, sino hasta políticas?

¿Cómo?, esa es la pregunta

Conocemos cerca de 17 000 asteroides cercanos a la Tierra bastante a fondo. Toda un área de estudio de las agencias espaciales se dedica desde hace varias décadas a analizar los peligros de estos cuerpos que viajan a velocidades asombrosas a nuestro alrededor.

Así que en general esos estudios se han centrado en cómo evitarlos, por eso es un cambio interesante el que se tendrá que iniciar en las investigaciones que buscan alcanzarlos, y «dominarlos» a nuestro favor. Será sin dudas una quimera más peligrosa que la habitual fiebre del oro, pero en un contexto en que los vuelos espaciales privados comienzan su auge, se vale imaginar.

Desde ya se anuncia que solo una pequeña fracción de ellos sea accesible y tenga la composición adecuada para ser rentable, explica la profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid Patricia Sánchez en Vacío cósmico. Además de los metales preciosos, es deseable que el asteroide tenga también hierro, aluminio o titanio que, en lugar de ser transportados, pueden ser usados para construir la infraestructura necesaria para la extracción y transporte de otros materiales.

También es requisito de elegibilidad que el asteroide tenga agua, ya que esta se puede disociar en hidrógeno y oxígeno y ser usada como combustible para llevar la carga de vuelta, lo que reduciría el peso inicial de combustible. Teniendo en cuenta los precios a los que están los envíos al espacio, causantes de la incursión de la agencia privada SpaceX en este tipo de viajes, el factor es esencial en la búsqueda del asteroide adecuado para explotar.

Algunos de los asteroides cercanos a la Tierra —los conocidos como NEO, siglas en inglés de objeto cercano a la Tierra— cruzan nuestra órbita y son monitorizados con bastante detalle. Lo más rentable a la hora de hacer minería en estos objetos sería redirigirlos a una órbita cercana, por ejemplo, la lunar.

A partir de ese paso, todo sigue siendo mucho más estrambótico, y fascinante. Entran aquí agencias espaciales privadas que ya luchan por inversiones mayores para desarrollar propiamente la minería, pero haciendo uso de la robótica en lugar de la mano de obra humana.

Entre ellas, Planetary Resources, fundada en 2012, ha lanzado ya varios satélites con el objetivo de echar a andar su proyecto minero, desde la elección del asteroide perfecto. Otras no dudan en buscar febrilmente la inversión suficiente para llegar cada vez más cerca de una mina de este tipo.

Detrás, siempre detrás, tristemente, vendrá el debate ético, sobre democracia espacial, y las tradicionales diferencias en la carrera espacial, esas que reproducen las inequidades que aún tenemos en nuestra casa azul. Pero innegablemente, eso no será culpa de la ciencia, que nos revela siempre lo fascinante de soñar algo nuevo.

 Planetary Resources es posiblemente la compañía que más lejos ha llegado en esta carrera, con varios satélites en órbita. Foto: Sitio oficial de la compañía

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