Aunque no hay posibilidades de un impacto de un gran asteroide en siglos, se dirige una misión histórica hacia las pequeñas rocas espaciales
Si eres de los que vivió una especie de revelación durante este tiempo pandémico y aprendió a disfrutar más y mejor de la vida, seguro ya habías comenzado tu lista de planes para la etapa pos-covid-19. Como muchos, habrás incluido tiempos de calidad con la familia, disfrutar de los juegos olímpicos, visitar cada festival que exista…
Pero te prometemos que tras esta entrega de hoy, vas a tener otro evento incluido en tu lista de nuevas experiencias: la épica lucha entre una nave y un asteroide, la primera misión de defensa planetaria, DART.
Se trata de la Prueba de Doble Redirección de Asteroide (DART, por sus siglas en inglés, que forman la palabra dardo). Este proyecto, que se retrata cual un filme de la mejor ciencia ficción, lanzará por vez primera una nave con el propósito de impactar sobre un asteroide para desviarlo de su curso.
¿Los responsables del evento? La NASA, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA).
Pero si bien las primeras preguntas que surgen pueden asustarnos un poco, la verdad es que no hay motivo para el miedo. No se trata de un asteroide más peligroso que los que anualmente vemos anunciados en noticias. Este, como otros, pasa a una distancia segura. El proyecto busca entrenar a las agencias espaciales ante la probabilidad de que algún día, algún cuerpo celeste de este tipo sea una amenaza real.
Cada año, decenas de asteroides lo bastante grandes para provocar devastación regional pasan a ocho millones de kilómetros de la Tierra, ese es el límite de los asteroides potencialmente peligrosos. Pero aun cuando no hay posibilidades remotas de un gran impacto, los especialistas se están enfocando en los pequeños asteroides.
El asteroide de Cheliábinsk, Rusia, creó un cráter de solo 20 metros, pero generó una onda de choque que dejó 1 500 heridos en 2013. Foto: La Información
Hasta la fecha, hay 2 078 asteroides potencialmente peligrosos en el catálogo, según explica a Nat Geo Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria de la NASA. La agencia clasifica cualquier objeto de más de 140 metros de ancho que pase a ocho millones de kilómetros de la Tierra como asteroide potencialmente peligroso.
En 1998, el Congreso estadounidense ordenó a la NASA que detectara y caracterizara al menos un 90 por ciento de los asteroides potencialmente peligrosos que midieran un kilómetro de ancho o más. Y solo siete años después, la agencia recibió la orden de encontrar el 90 por ciento de los asteroides cercanos que medían 150 metros de ancho o más.
Esa tendencia de atender los cuerpos más pequeños, deriva de la enorme potencialidad de destruir regiones como una ciudad completa, incluso en los de tamaño menos considerable. Una amenaza de la que nos hemos librado gracias a la distancia con que pasan de la Tierra y a nuestra atmósfera.
De impactar directamente, los asteroides más grandes podrían devastar la vida de todo el planeta, como el que se sospecha teóricamente que haya causado la extinción de los dinosaurios, por ejemplo.
Pero es un peligro remoto. Solo hemos descubierto unos 900 de estos objetos grandes, o el 95 por ciento de la población total estimada. No es ni remotamente probable que alguno impacte en el planeta en los próximos siglos, aseguran los especialistas.
En cambio, del grupo más pequeño, que podrían destruir ciudades enteras, solo hemos detectado aproximadamente el 30 por ciento de los 25 000 objetos estimados, según un informe del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de EE. UU.
Incluso las rocas celestes de menos de 150 metros de ancho pueden ser extremadamente peligrosas. Algunos explotan en el cielo con la fuerza de bombas nucleares y pueden causar heridas y daños materiales de tomarnos desprevenidos, explica la revista antes citada.
Entonces, por supuesto que ya vamos necesitando atender mejor a estos «pequeñines».
Esta misión histórica está planeada para algún momento entre julio y septiembre de 2022, y el asteroide implicado será Dimorphos, que significa «dos formas», ya que ese sería el primer objeto cósmico que cambie la forma de su órbita debido a la intervención humana.
La misión DART será el primer intento de desviar un objeto espacial mediante lo que los expertos llaman impacto cinético, explica BBC.
El operativo consistirá en lanzar la nave DART para que viaje a través del espacio y, deliberadamente, se estrelle contra Dimorphos, llevándole a cambiar su rumbo como lo hacen las bolas de billar cuando chocan, un método que es el más sencillo y barato, según los expertos.
El dardo será una nave de bajo costo que puede viajar a 6,6 kilómetros por segundo, va equipada con paneles solares de 8,5 metros de largo cada uno, y en su interior llevará una cámara que le ayudará a identificar su objetivo y elegir el mejor punto de impacto.
Las fotos del momento llegarán gracias a un satélite cúbico que se desprenderá unos días antes del choque para capturar imágenes del histórico impacto.
Lo especial de Dimorphos es que forma parte de un sistema binario. O sea, oscila alrededor de otro asteroide. Por ello se planea que la nave DART lo impacte, acortando en varios minutos el tiempo que tarda en orbitar.
Tras el impacto, los telescopios desde la Tierra medirán las variaciones en el brillo del sistema binario para chequear a ciencia cierta qué tanto cambió la órbita de Dimorphos y, de ese modo, medir qué potencial real dominamos para alterar el rumbo de una roca espacial.
Este espectáculo ocurrirá a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra, pero de seguro, lo viviremos como si sucediera en el patio de nuestra propia casa. ¿Ya lo incluiste en tu lista de experiencias por vivir? ¿A qué esperas?