Un equipo de científicos ha logrado destruir células cancerosas cultivadas alterando la cromatina
Hay enemigos imposibles de vencer frontalmente. David tuvo que usar la onda en su debut como guerrero; los aqueos, el caballo de madera; Edipo tuvo que responder el acertijo de la esfinge que de otro modo lo hubiera devorado en un segundo; Orfeo probó a encantar a Hades con el poder del arte… ninguno optó por la heroicidad salvaje del enfrentamiento, sino por la sutil batalla mental de la sabiduría del que conoce sus propios límites.
Cuando los obstáculos resisten el enfrentamiento «cuerpo a cuerpo» llegamos al punto de la decisión crucial: rendirse, por miedo, o buscar todas las posibles vías alternativas... por amor. Esa batalla de tintes épicos es la que ha librado un equipo de hombres y mujeres de ciencia en el mundo. Pero gracias a su elección, esta semana Nature Biomedical Engeneering trae las buenas noticias. ¿El rival? Uno de larga talla: el cáncer.
Como el nuevo talón de Aquiles del cáncer, así presentan la debilidad hallada en las células cancerosas que las hace asombrosamente vulnerables ante los tratamientos quimioterapéuticos. La cromatina es el sendero, una especie de organizadora de los genes de estas células y tiene una función crucial para mantenerlas fuertes ante los medicamentos o radioterapias. Así que por esa brecha esperanzadora es por donde este equipo de investigadores ha decidido redireccionar la batalla.
El estudio Las enfermedades complejas como el cáncer, no dependen del comportamiento de genes individuales, sino de la interacción compleja entre decenas de miles de genes revela cómo la alteración, en lugar del intento de eliminación, de las células cancerígenas, facilita su destrucción. El trabajo de la cromatina es empaquetar cuidadosamente el código genético en el núcleo celular. Pero en el caso de las células cancerosas, la cromatina cumple otro tipo de función y termina por ayudar a que estas evolucionen. Como resultado de esa evolución es muy difícil lograr que un tratamiento las anule definitivamente. Pero no es imposible, como han descubierto estos investigadores.
Vadim Backman, coautor del trabajo, ha usado una metáfora muy clara para explicar el hallazgo: «Si piensas en la genética como hardware, la cromatina es el software», o sea, la cromatina es la organizadora del surgimiento de los genes cancerígenos, por lo que si se ataca esta estructura mayor, los genes, la estructura menor, queda debilitada.
Backman ha explicado que en el caso de las enfermedades complejas estas «no dependen del comportamiento de genes individuales, sino de la interacción compleja entre las decenas de miles de genes», de ahí que sea necesario atacar la estructura más general que ordena esos genes. Como atacar al líder para desbandar a la tropa.
Es así como los expertos decidieron centrarse en la cromatina. Pero en realidad, esa brillante idea no es nueva, desde hace muchos años el atacar la estructura empaquetadora de los genes del cáncer era un objetivo; sin embargo, es por nuestros días que aparece la segunda aliada en esta estrategia: una técnica llamada microscopía de ondas parciales.
Mediante ese tipo de observación es posible el monitoreo en tiempo real de la cromatina en las células vivas, y por tanto, su evaluación en una escala de longitud de 20-200 nanómetros, un alcance asombrosamente revelador de su comportamiento.
Utilizando esta novedosa técnica para monitorear la cromatina en células cancerosa cultivadas, es decir, en una muestra de laboratorio, se descubrió que la cromatina tiene una «densidad de empaquetamiento» específica. Digamos que mientras menos densa es la estructura desordenada, favorece más la supervivencia del cáncer, por lo tanto, el tratamiento pierde fuerza. Entonces, el paso inicial para vencer este mecanismo consistiría en atacar esa densidad, hacer la cromatina más ordenada, para que sea destructible la célula cancerosa, y solo después aplicar el tratamiento tradicional. Si se debilita el líder, se ataca a la tropa con más efectividad.
Backman asegura que «solo mirando la estructura de la cromatina de la célula, podríamos predecir si sobreviviría o no».
Los investigadores propusieron alterar la estructura de la cromatina para hacerla más ordenada modificando electrolitos en el núcleo de las células cancerosas y esto se logró sin tener que recurrir a ninguna nueva arma. Dos medicamentos ya aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos hicieron la función de empaquetar la cromatina: Celecoxib y Digoxina.
Al combinar los dos medicamentos con las quimioterapias, la esperanza colmó el laboratorio:
«En dos o tres días, casi todas las células cancerosas murieron porque no podían responder. Los compuestos CPT —Celecoxib y Digoxina— no matan las células, sino que restructuran la cromatina. Si bloqueas la capacidad de las células para evolucionar y adaptarse, ese es su talón de Aquiles», aclara Backman.
Antes de dar el brinco de alegría definitiva contra el cáncer, Backman detalla que «hay una gran diferencia entre cultivos celulares y humanos. Nunca se sabe cómo afectará el ambiente dentro del cuerpo humano al comportamiento del cáncer o si habrá efectos secundarios imprevistos».
A esos ensayos en animales y luego en humanos, es fácil adivinar que le seguirán las tradicionales polémicas sobre patentes, empresas farmacéuticas, precios inflados, y algún tiempo. Sin embargo, al menos los cubanos siempre tenemos ese alivio de saber que en esta Isla se lucha por obtener medicamentos de última generación para los que lo necesitan. Y otra buena, la ciencia noble, que aún respeta los preceptos humanistas, sabe echar la batalla para vencer los obstáculos, incluso contra enemigos como este. Si no es frontal, es «con maña», pero de que lo logra, lo logra.