La política de saqueo impuesta por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en el Oriente Medio entró en crisis. Esta se desató inevitablemente con el alto costo de los cereales, cuyos efectos se hacen sentir con más fuerza en los países árabes donde a pesar de sus enormes recursos petroleros, la escasez de agua, las áreas desérticas y la pobreza generalizada del pueblo contrastan con los enormes recursos derivados del petróleo que poseen los sectores privilegiados.
Mientras los precios de los alimentos se triplican, las fortunas inmobiliarias y los tesoros de la minoría aristocrática se elevan a millones de millones de dólares.
El mundo arábigo, de cultura y creencia musulmana, se ha visto humillado adicionalmente por la imposición a sangre y fuego de un Estado que no fue capaz de cumplir las obligaciones elementales que le dieron origen, a partir del orden colonial existente hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, en virtud del cual las potencias victoriosas crearon la ONU e impusieron el comercio y la economía mundiales.
Gracias a la traición de Mubarak en Camp David el Estado árabe palestino no ha podido existir, pese a los acuerdos de la ONU de noviembre de 1947, e Israel se convirtió en una fuerte potencia nuclear aliada a Estados Unidos y la OTAN.
El Complejo Militar Industrial de Estados Unidos suministró decenas de miles de millones de dólares cada año a Israel y a los propios estados árabes sometidos y humillados por éste.
El genio ha salido de la botella y la OTAN no sabe cómo controlarlo.
Van a tratar de sacarle el máximo provecho a los lamentables sucesos de Libia. Nadie sería capaz de saber en este momento lo que allí está ocurriendo. Todas las cifras y versiones, hasta las más inverosímiles, han sido divulgadas por el imperio a través de los medios masivos, sembrando el caos y la desinformación.
Es evidente que dentro de Libia se desarrolla una guerra civil. ¿Por qué y cómo se desató la misma? ¿Quiénes pagarán las consecuencias? La agencia Reuters, haciéndose eco del criterio de un conocido banco de Japón, el Nomura, expresó que el precio del petróleo podría sobrepasar cualquier límite:
“‘Si Libia y Argelia suspenden la producción petrolera, los precios podrían llegar a un máximo por encima de 220 dólares por barril y la capacidad ociosa de la OPEP sería reducida a 2,1 millones de barriles por día, similar a los niveles vistos durante la guerra del Golfo y cuando los valores tocaron los 147 dólares por barril en el 2008’, aseveró el banco en una nota.”
¿Quiénes podrían pagar hoy ese precio? ¿Cuáles serían las consecuencias en medio de la crisis alimentaria?
Los líderes principales de la OTAN están exaltados. El Primer Ministro británico, David Cameron, informó ANSA, “…admitió en un discurso en Kuwait que los países occidentales se equivocaron en apoyar gobiernos no democráticos en el mundo árabe.” Se le debe felicitar por la franqueza.
Su colega francés Nicolás Sarkozy declaró: “La prolongada represión brutal y sangrienta de la población civil libia es repugnante”.
El canciller italiano Franco Frattini declaró “‘creíble’ la cifra de mil muertos en Trípoli […] ‘la cifra trágica será un baño de sangre’.”
Hillary Clinton declaró: “…el ‘baño de sangre’ es ‘completamente inaceptable’ y ‘tiene que parar’…”
Ban Ki-moon habló: “‘Es absolutamente inaceptable el uso de la violencia que hay en el país’.”
“…‘el Consejo de Seguridad actuará de acuerdo a lo que decida la comunidad internacional’.”
“‘Estamos considerando una serie de opciones’.”
Lo que Ban Ki-moon espera realmente es que Obama diga la última palabra.
El Presidente de Estados Unidos habló en la tarde de este miércoles y expresó que la Secretaria de Estado saldría para Europa a fin de acordar con sus aliados de la OTAN las medidas a tomar. En su cara se apreciaba la oportunidad de lidiar con el senador de la extrema derecha de los republicanos John McCain; el senador pro israelita de Connecticut, Joseph Lieberman y los líderes del Tea Party, para garantizar su postulación por el partido demócrata.
Los medios masivos del imperio han preparado el terreno para actuar. Nada tendría de extraño la intervención militar en Libia, con lo cual, además, garantizaría a Europa los casi dos millones de barriles diarios de petróleo ligero, si antes no ocurren sucesos que pongan fin a la jefatura o la vida de Gaddafi.
De cualquier forma, el papel de Obama es bastante complicado. ¿Cuál será la reacción del mundo árabe y musulmán si la sangre en ese país se derrama en abundancia con esa aventura? ¿Detendrá una intervención de la OTAN en Libia la ola revolucionaria desatada en Egipto?
En Iraq se derramó la sangre inocente de más de un millón de ciudadanos árabes, cuando el país fue invadido con falsos pretextos. ¡Misión cumplida! proclamó George W. Bush.
Nadie en el mundo estará nunca de acuerdo con la muerte de civiles indefensos en Libia o cualquier otra parte. Y me pregunto: ¿aplicarán Estados Unidos y la OTAN ese principio a los civiles indefensos que los aviones sin piloto yankis y los soldados de esa organización matan todos los días en Afganistán y Pakistán?
Es una danza macabra de cinismo.
Fidel Castro Ruz
Febrero 23 de 2011
7 y 42 p.m.