Un rápido recorrido por algunos de los establecimientos de venta minorista del sector privado en el barrio me permite comentar, lamentablemente, sobre la inestabilidad de la aceptación de transferencias bancarias para el pago de cualquier compra. Y si se tiene un celular Iphone, ¡ni soñarlo!
Si bien he podido disfrutar de lo cómodo que resulta pagar cualquier compra en algunos de estos lugares, incluyendo agromercados, tengo que reconocer mi asombro cuando en no pocos argumentan que no aceptan transferencias «porque tenemos problemas con la tarjeta magnética», porque «el jefe se llevó el QR y no está disponible» o «para algunos productos sí y para otros no».
Ello sin dejar de mencionar lo concerniente a los horarios del día para aceptar el método de pago electrónico o no porque en ciertos lugares solo es posible antes de las seis de la tarde, en el mejor de los casos.
Alternemos posiciones. Para uno en calidad de cliente, emplear la transferencia bancaria es una ventaja, a sabiendas de que extraer efectivo en un cajero automático o en una sucursal bancaria se convierte en una hazaña, en ocasiones quimérica, por las interminables jornadas de cola, los apagones o desconexiones del sistema empleado en el sector o las bajas denominaciones de los billetes. Además, como se ha explicado, siempre es más seguro no portar efectivo en grandes cantidades, y que conste que no es posible salir a hacer compras con menos de 5 000 pesos, con lo cual lo «grande» de la cantidad es entendible.
Comprendo que para el propietario de un establecimiento comercial, pueda complejizarse cualquier transacción que se deba hacer para la adquisición de ciertos productos, sobre todo porque disponer de efectivo también se convierte en un problema para ellos. Comprendo, además, que el vendedor o dependiente debe, entonces, estar atento a la efectividad de la transferencia que, como sabemos, puede ser falseada y, por tanto, resultar una estafa.
Pero lo que no puede suceder, y eso atenta contra lo legalmente dispuesto, es que se niegue el negocio a aceptar transferencias. Deben buscarse los métodos o mecanismos para controlarlas y para luego, manejar los depósitos, como hacen muchos establecimientos de mayor o menor envergadura —incluso en ferias sabatinas municipales—, para los cuales no resulta un problema pagar de esta manera.
¿Cómo en ellos sí se puede y en otros no?
Por potra parte,hay que decir que en muchos puntos de venta los Iphone son «discriminados» por condiciones técnicas que no permiten instalarle y usar la aplicación Transfermóvil y, por consiguiente, discriminados sus propietarios.
Como portadora de uno de estos teléfonos, doy fe del éxito de Banca Remota como aplicación creada para el uso en Cuba. Hasta la fecha, jamás he tenido algún problema para ejecutar un pago electrónico, salvo la limitación de no poder escanear un QR, pero en ese caso teclear el número de la tarjeta resulta suficiente.
Esta app le genera a su usuario un mensaje con todas las especificaciones del pago realizado, pero a diferencia de Transfermóvil este mensaje no le llega al destinatario. No obstante, es fácil comprobar en Últimas Operaciones de ambos la acción y asegurarse de ella. ¿Estafas? Quizá alguien se ha servido de ella para ejecutar alguna, pero ello también sería posible mediante teléfonos con sistema operativo Android. Entonces, ¿por qué la diferencia?
Me han explicado que si el dependiente no tiene acceso a Últimas Operaciones de la tarjeta destinataria no podría verificar la veracidad de la acción. Pero ello no justifica. ¿Acaso con tal de asegurar la eficacia del pago por Transfermóvil no están anotando datos del cliente como su carné de identidad y el número de la transacción? Lo mismo pueden hacer con quienes transferimos dinero con Banca Remota.
Por otra parte, es harto sabido que en cualquier parte del mundo los dependientes —y hasta los dueños— conocen a su clientela. Saben quién es del barrio, quién acostumbra a comprar esto o aquello, quién deja propina, quién pasa a saludar a diario… en fin. Entonces, seamos más empáticos, aceptemos la diversidad de métodos y, sobre todo, aprendamos a diferenciar a las personas.
Dudo que, siendo vecina del mismo barrio, me dedique a timar a los establecimientos en los que puedo adquirir, cómodamente, lo que necesito. Como yo, muchos otros, dueños de Iphone o de cualquier teléfono. Reitero: la transferencia bancaria no puede ser rechazada. Mejor dicho, no debe serlo. Existen normas legales, resoluciones… y consecuencias.