A algunos pudiera parecernos que esa mujer delgada y de tono dulce que recién ha llegado a la presidencia de México, poco conocida a nivel internacional hasta que fue postulada por Morena, sería estremecida por las atronadoras y a veces sarcásticas advertencias del rugiente mandatario que tendrá en breve como colega.
Pero no, la Jefa de Estado de México no ha podido ser vapuleada, y sigue demostrando que es capaz de ponerle una y otra vez los puntos sobre las íes al vecino, dejando puertas abiertas a la posibilidad deseada de buenas relaciones y cooperación con Estados Unidos, del que su país sigue siendo primer socio comercial.
«Como lo he dicho, nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos», recordó desde el Zócalo de la capital hace unas horas.
Esa obligación de la mandataria de defender la soberanía de su nación ante las altisonantes y reiteradas amenazas, a veces disfrazadas de malos chistes de Donald Trump —como eso de robarle el nombre al Golfo de México o sugerir que esa nación debiera convertirse en otro estado de la Unión— ni hacen sombra a los resultados de la ejecutoria de Sheinbaum en sus primeros cien días de Gobierno, ni interfieren o la desconcentran de su propósito de seguir erigiendo el edificio de la Cuarta Transformación, objetivo que se ha trazado desde antes de asumir el mando.
El informe brindado por ella ante la multitud que acompañó su primera rendición de cuentas el domingo, exhibe la profundidad del modelo humanista mexicano, sobre todo en materia social, cuya instauración inició Andrés Manuel López Obrador; quizá más visible ahora porque el edificio empieza a crecer, y ya se erigen las columnas de lo que será la segunda planta.
Los resultados expuestos dieron cuenta de logros notables aunque, obviamente, mucho se hizo antes de octubre, fecha de su toma de posesión.
En materia económica destaca la existencia de una cifra récord de empleos formales que excede los 22 millones de plazas, y un aumento del salario mínimo del 135 por ciento.
La inversión extranjera directa llegó a cerca de 39 000 millones de dólares, y las reservas alcanzaron la cifra, también récord, de 229 000 millones de dólares.
Crucial será el desarrollo del Plan México, que Claudia presentó este lunes, y se propone ubicar la economía nacional entre las primeras del mundo.
De su iniciativa y el deseo declarado de seguir beneficiando y empoderando a las mexicanas es la decisión de otorgar ayudas financieras a las mujeres de 63 y 64 años, que se sumarán a las pensiones otorgadas ya a la tercera edad; la ampliación del respaldo a los estudiantes secundarios y de los centros docentes de ese nivel, y la implementación de un programa de salud «casa por casa» para adultos mayores y personas con discapacidad, entre otros proyectos.
Pero la Presidenta mexicana tiene ante sí tareas más complicadas en las que la vocinglería de Donald Trump, no será solo eso.
Por ejemplo, salvaguardar la integridad de sus compatriotas indocumentados en Estados Unidos ante las advertencias muy reales y cumplibles de deportación de quienes, pese a no tener papeles, aportan a la economía de la potencia el 80 por ciento de lo que reciben como ingresos, trabajando en aquellas labores que los estadounidenses rechazan y pagando impuestos.
También será un desafío persuadir al magnate de que México realiza lo suficiente para convencer del regreso a la avalancha de ilegales de otras naciones que atraviesan el territorio nacional para entrar al país del norte… Y hacer a Trump consciente de que la economía estadounidense también se resentirá si, como «castigo», él eleva los aranceles de los productos mexicanos que llegan a sus mercados. O se desatará entre ambos partners comerciales una guerra arancelaria que a ninguno conviene.
No menos difícil será encarar la política republicana de enfrentamiento al narcotráfico, que el nuevo ocupante de la Casa Blanca, como se desprende de la actitud de sus congresistas, querrá implementar militarizando la frontera y declarando terroristas a los cárteles, lo que representaría una amenaza a la integridad de México en el vulnerable espacio que ocupa la zona fronteriza.
Tampoco podría descartarse que sectores de la oposición local, como han hecho con la reforma judicial —para la cual, ha reiterado Sheinbaum, habrá elecciones de magistrados en julio—, quieran aprovechar algunas de las diferencias fabricadas por Washington para atizar las campañas contra la mandataria. O viceversa.
Pero el tufo injerencista que emana desde el norte es demasiado alevoso para un país que en 1846 ya fue despojado de un enorme pedazo por el águila imperial. Quedarán peor parados, mediática y políticamente, quienes se plieguen.
La historia indica que lo racional para México, lo justo y lo digno es respaldar a Claudia Sheinbaum.