Si algo sorprendente posee este absurdo es, exclusivamente, la larga y peligrosísima presencia del ganado suelto en las vías como protagonista de numerosos incidentes con muertes y lesionados.
Ahora vuelven a salir sobre el asfalto campeando por su respeto como anuncio de que en cualquier momento llegará la desdicha.
Tampoco resulta estrictamente que se esté con los brazos cruzados para evitar el accidente. ¡No!
En el año que acaba de concluir en Villa Clara, por ejemplo, en conjunto con la Agricultura, se consumaron cerca de 150 recogidas de vacunos y equinos, sueltos o amarrados muy cerca de la vía, la mayoría perteneciente al sector privado.
A pesar de ese enfrentamiento ocurrieron por causa de los animales unos 32 accidentes, de acuerdo con un informe de la Unidad Provincial de Tránsito divulgada en la prensa.
No hay justificación para los animales sueltos en las carreteras y, más que excepción, resultan un paisaje rutinario, en mayor o menor medida, de un extremo a otro de nuestra geografía.
Tampoco por la actual situación nadie puede esgrimir el dardo de que sucede debido a que falta esto o lo otro para asegurar las cercas de potreros. ¡No!
¿Por qué? Basta un solo ejemplo para confirmar la añeja existencia del fenómeno: hubo en el país 1 054 accidentes con reporte de varias muertes y personas lesionadas entre 2010 y 2014, informó en su momento la prensa nacional. Y en esa época había recursos suficientes para garantizar las cercas o el amarre.
En relación con el (des)control de ganado en vías públicas, la Ley establece la prohibición de conducir animales a pastar o abrevar y permitir su permanencia en la faja de emplazamiento, así como tenerlo en zonas aledañas y en condiciones que le permitan acceder a ella. ¿Cómo se aplica?
En 2023 en Villa Clara hubo 113 infractores. Se les aplicaron multas y decretos leyes, además se confiscaron 95 animales a propietarios reincidentes.
Es obvio que para resolver el problema, más allá de los operativos de Tránsito de conjunto con la Agricultura, los dueños de los vacunos y equinos tienen la obligación de revisar las cercas de los potreros y cuartones. Además, comprobar que esté en buen estado la soga utilizada para amarrarlos, a fin de impedir que se escapen por una deficiencia humana, que puede desencadenar la muerte.
Vale aplicar cuantas medidas sean necesarias, ahora, para prevenir el posible desastre, pero los primeros responsables de evitarlo son los dueños del ganado o aquellos que los tienen bajo su responsabilidad. No olvidemos esto ni un instante, porque está en juego la vida misma.