Los grandes medios parecen no haberse enterado o no lo creen noticia de titulares. Sin embargo, sé a ciencia cierta que millones en todo el mundo, este sábado 2 de marzo, como ha ocurrido en La Habana y todas las cabeceras territoriales del país, tomamos calles y plazas en los cuatro puntos cardinales.
En Yemen y en Uruguay, de costa a costa en Estados Unidos, desde Londres hasta Islamabad, también en Caracas, Johannesburgo, Viena, Roma, Milán, Turín y Seúl... llamamos a la verdad, la justicia y el respeto a la vida.
Gritamos: ¡Basta Ya! ¡Libertad para Palestina! en este día 148 de tierra arrasada y limpieza étnica, mientras Israel ejecutaba nuevas masacres en Jabaliya y Deir Al Balah; cuando nada sabemos de los 7 335 palestinos detenidos en la Cisjordania Ocupada y Jerusalén desde el 7 de octubre, y ya murieron 13 niños en el hospital Kamal Adwan, debido a la desnutrición y la falta de medicamentos.
Cuba está con Palestina y con su pueblo. Por ello alzó su voz este sábado de un extremo a otro del archipiélago caribeño.
Lo hicimos y lo haremos por el pequeño que, sentado en un suelo reseco frente a una tienda de campaña de un campo de desplazados en Gaza, roía un pedazo de madera como si fuera pan yufka, porque su estómago vacío le pide algo.
Por ese racimo de seres minúsculos que carga la escasa agua o tiende cacerolas en busca de un alimento que se les priva.
Por sus mayores masacrados en Nabulsi junto a un camión de harina, denegada desde hace casi cinco meses por el asedio y el bloqueo sionista.
Por los más de 17 000 menores que deambulan en la soledad porque sus padres han caído en este exterminio. Por las madres que lloran a sus hijos asesinados en el inaudito genocidio.
Por la sangre del pueblo, de miles de niños y mujeres, por aquellos aplastados y asfixiados bajo los escombros y por los cadáveres de los heroicos combatientes.
Por los miles de mutilados o cegados que nos dan luz de voluntad y entereza. Por los 11 000 heridos que necesitan ser trasladados a otros países para recibir tratamiento médico.
Por los 31 hospitales y 53 centros de salud fuera de servicio, las ambulancias destrozadas, los 340 médicos y trabajadores de la salud convertidos en mártires y los 99 secuestrados por el ejército israelí.
Por los recuerdos familiares destruidos a causa de las bombas y los milenarios olivos arrancados de cuajo y las tierras ocupadas por los colonos extremistas.
Por las escuelas, universidades, mezquitas e iglesias destruidas. Por los dos millones de desplazados, por las decenas de periodistas silenciados por la muerte selectiva o que fueron secuestrados.
Por un sufrido pueblo que sobrevive hace 75 años y no ceja en su lucha por su derecho a vivir en paz en un Estado palestino independiente.
Por detener el brazo genocida que planea invadir con sus tropas a Rafah cuando comience el sagrado mes del Ramadán, cuando ya ha lanzado
65 000 toneladas de bombas sobre Gaza.
Por toda la Palestina torturada y resistente enseñándonos lecciones de libertad.
Y... hasta por los judíos que Hitler llevó a los hornos, que están siendo traicionados y vilipendiados por el Israel sionista, genocida y de apartheid y sus cómplices de Washington, que no conocen límites éticos ni legales para sus atrocidades.
¡Despierta, mundo! No es guerra, es genocidio. ¡Basta de indiferencia! ¡Que cese tanta bestialidad!