Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El colchón de la confianza

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

La lista de nombres era larga, lo recuerdo. Varios papeles, varias fechas, varios montos. Mis datos fueron anotados en la hoja correspondiente al 15 de enero, con mi pedido; luego hice la transferencia con la verificación correspondiente y me fui a la espera de la llamada feliz: en estos tiempos, encontrar un cartón de huevos a 1 800 pesos es casi cosa de cuento de hadas.

Ya me habían comentado que a más tardar en una semana se recibía la llamada. Según el pedido realizado, ibas y recogías lo encargado, porque el pago ya se había hecho. Era coser y cantar. Sin embargo, diez días después ya me extrañaba la ausencia del timbrazo, sobre todo porque la dependienta me había comentado que en una semana como tiempo máximo saldría del Mariel la mercancía.

Al pasar por el lugar, quedé de una pieza al encontrar más de cien personas reclamando sus pedidos. La mayoría, compradores acostumbrados, estaban asombrados por la demora, pues les olía a «gato encerrado».

El hombre que atendía a quienes, como yo, llegábamos a pedir explicaciones, me dijo que al otro día darían respuesta. Huevos o devolución del dinero, aseguró. Algunos incrédulos ya pedían lo pagado de vuelta porque desde inicios de diciembre esperaban sus encargos, pero no tuve esa suerte porque él me mostró la notificación de su cuenta bancaria: solo 32 pesos de fondo. A la mañana siguiente supe por una compañera de trabajo, quien engrosaba la lista de los pendientes, que a toda la familia se la habían llevado presa ante una denuncia contundente. Todos tenemos que ir a la Estación de Policía para que conste la magnitud del hecho, me aconsejó.

Luego de ser bien atendida en la unidad policial de Zapata y C, y de dirigirme a la otra estación, donde se atiende el caso por el monto hasta ahora superado, conocida como la de Picota, hoy mi nombre figura en otra lista: la de las víctimas de los huevos de 1 800 pesos.

A ciencia cierta, a estas alturas desconozco aún el curso de la investigación. Ni yo ni otras personas en la misma situación sabemos si es cierto que la mercancía demoró más de lo habitual en llegar al punto de venta, o si era un «golpe» preparado durante meses, porque realmente hubo quien se llevó a casa huevos a ese precio tiempo atrás.

Varias moralejas pudiéramos encontrar. La mejor, tal y como me dijo el oficial de la Policía en Zapata y C, es no pecar de ingenuos, aun cuando haya constancia de un proceder decente. El pago por adelantado no es lo recomendable, pues al parecer ya se han investigado casos de estafas por parte de algunos nuevos emprendimientos. Crean el colchón de la confianza y luego desaparecen, me advirtió.

Sirvan estas líneas de alerta para todos. Encontrar productos de precios exorbitantes a precios mucho más bajos en algún lugar puede hacernos perder la compostura. Si alguien nos asegura que es cierto y que ya lo han comprado así, ¿por qué dudar? Pero, como vemos, un día la incertidumbre puede alcanzar tal dimensión que ni huevos ni dinero recibamos. Mientras, espero, como otros, la llamada desde Picota, para saber la resolución del caso y cómo quedamos los ingenuos.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.