Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Todo empezó por aquí

Autor:

Nelson García Santos

Hay sencillas palabras que devienen inmensas para atrapar una circunstancia, como esa de «Aquí sí hay que trabajar», acuñada por compatriotas que emigraron a descubrir nuevos horizontes. Me suenan los oídos de solo imaginar la avalancha de explicaciones para refrendar si es cierto o no.

Acá posee categoría generalizada en la voz popular la frase «Ellos hacen como si nos pagaran y nosotros hacemos como si trabajáramos». ¡Candela! Ahora se disparan las opiniones que rubrican lo falso o verdadero de esa afirmación.

Ambas devienen expresiones muy replicadas cuando el salario pierde su poder adquisitivo, como en este instante, y huelen a ese criollísimo sentido del humor desarrollado con agudeza, a tal extremo que somos capaces de reírnos de nuestras propias desgracias.

La coincidencia ¿extraña? surge en que ambas definiciones carecen de una veracidad meridiana. ¿Por qué? No hay que ser adivinos, pero sí saber desechar las ramas para llegar al tronco.

En el tema que nos ocupa, el primer acercamiento llega por su antecedente, pues comprobaremos que entre los emigrados, sin dudas, había personas acostumbradas a trabajar, incluso que se destacaban en su oficio y se hicieron de una carrera universitaria, en lo cual la disciplina y el ahínco determinaron, al igual que para ganarse la vida.

Por algo nuestra emigración, en sentido general, es considerada la más competitiva a partir del triunfo de la Revolución, gracias al nivel cultural y profesional adquirido.

A los que dejaron pasar las mil y unas oportunidades a su disposición para superarse, y mucho menos asumieron el bregar con seriedad el camino laboral, le resulta siempre más difícil, donde sea, lograr una situación económica beneficiosa, y por eso acuden a expresiones como las del primer párrafo, por miedo a fallar porque no cuentan, como acá, con la seguridad de salir a flote gracias a la familia, los socios o el Estado.

En cuanto a la segunda frase, es obvia su falsedad: entre los que están echando para alante nuestro proyecto social en este momento, y antes, hubo y hay destacadísimos trabajadores, y otros que son muy buenos en su desempeño, sin importar pesos más o pesos menos.

Dejemos despejadito ¡ay!, suspicaces, el vaivén de los salarios, ese que no alcanza para satisfacer las necesidades y desencadena los mil y un problemas en este crucial instante, como de otras etapas, ¡pero también ha tenido momentos buenos!

Indiscutiblemente, cuando el salario no estimula, a muchísimos les resulta difícil mantener la rectitud, y eso impacta en la sociedad. ¿De acuerdo respetabilísimo? Siento su aliento de que sí.

Sabemos que la alabanza, si no se baña en multitud, es inservible: desacredita, corroe, corrompe y machaca con una irrealidad muy, muy peligrosa.

Bueno, y por fin, ¿cuál comentario imaginaste que iban a hacer? ¿O se te olvidó el inicio? ¡Candela! Pienso que es algo más sustancioso que simples dardos. La migración deviene un fenómeno generalizado, no la inventamos los cubanos, y ante la crisis, muchísimas personas tratan de buscar el lugar adecuado para vivir mejor. Por eso marchan a países ricos, sobre todo a Estados Unidos, porque nos queda «cerca», cultural, histórica y geográficamente.

¿Moraleja? Aprenden a velocidad supersónica que allí, si no trabajan, están fritos y puestos al sol. Tienen que adaptarse a una férrea disciplina (nada de teléfono celular en la oreja, ni conversaciones, ni andar deambulando entre puestos de trabajo), porque si no cumples las reglas te vas.

Imposible dejar en el tintero, seríamos injustos, que los éxitos de muchos en otras fronteras ricas comenzaron propiamente aquí y no allá. Con los valores, los títulos y las habilidades para sobrevivir. ¡Nunca olvidarlo!

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