Yo sí me siento orgulloso de ser cubano. Me siento orgulloso de pertenecer a un pueblo que ha sabido enfrentar enormes desafíos, mantenerse de pie y plantearse metas superiores.
Soy un joven. Solo tengo 17 años. Estudio el 12mo. grado. Debato con mis compañeros de escuela, con mis amigos del barrio. Es verdad que hoy existen muchas miradas frente a la realidad que vive el país. Me educaron mis padres, abuelos y demás familiares que lo más importante que hay en la vida no son las cosas materiales. Por supuesto, no niego la necesidad de estas. No ignoro que no puedo tener muchas cosas que hoy quisiera. Algunas porque no las hay y otras porque sus precios no permiten tenerla. Pero he podido vivir sin ellas hasta el día de hoy. No sé si hubiera podido hacerlo sin un ideal, sin valores morales. ¿Qué fuera yo entonces sin esas cosas que parecen pequeñas y son enormes?
Es verdad que el orgullo por pertenecer a este hermoso país no me lo da solo la historia de mis padres o de mis abuelos. Pero yo siento orgullo de mi patria, porque trato y trataré de sentir orgullo de mí mismo, me esfuerzo por cumplir con mi deber, de alcanzar el sueño de poder aporta algo mañana a mi país. No quiero ser un errante, que le da la espalda al país que me vio nacer, para años más tarde sentir lástima de mí. Quien no siente orgullo por su patria, es porque no siente orgullo de sí mismo. Yo me siento crecer como ser humano cuando veo que mis padres y toda mi familia sienten orgullo de mí.
Para mí, el patriotismo no es solo conocer la historia de la patria, su pasado glorioso, independientemente de las manchas que pueden o no existir. Se es patriota cuando se trata de estar a la altura de esa historia y se puede estar a la altura de esa historia, precisamente, en estos difíciles días que vivimos.
Como todo joven cubano soy rebelde, inconforme. Las insatisfacciones me llueven por todas partes. ¿Y podía ser de otra forma? Si fuera de otra forma no podría decir que me siento patriota.
El patriotismo forma parte de otros muchos valores que no podemos perder y que hoy presentan muchas lagunas. El hogar juega un papel primordial, pero no es el único. Nos falta mucho, pero muchísimo en llegarles a los jóvenes, en hacer un trabajo cívico, moral con la juventud, tanto en las escuelas como en la sociedad. Y eso es algo urgente, porque estamos sometidos a una guerra que inculca todo lo contrario. No soy patriota o siento orgullo por mi país por condicionamiento genético y a veces pienso que en algunas partes hemos dejado eso a la espontaneidad o nos contentamos con hechos aislados a los que queremos darles la imagen de que es lo general. Nuestras organizaciones juveniles se sienten muy poco o no se sienten. La participación de los jóvenes en las transformaciones de la sociedad es formal y muy parcial. Nos llaman a que nos incorporemos a las organizaciones de nuestros abuelos y no nos damos cuenta que somos otra generación. Esta Revolución la hicieron los jóvenes en la Sierra, en el llano, en Girón, en las Misiones Internacionalistas. Son jóvenes los científicos que hoy han salvado al país. ¿Acaso todo eso y mucho más no son razones suficientes para sentirse orgulloso de haber nacido en esta tierra?
Es verdad que hay por ahí muchos jóvenes que miran hacia otros horizontes y hubieran preferido haber nacido en otros confines. Quizás no pocos de ellos no hubieran podido ni estudiar o tener un título decoroso. Pero estoy lejos de aceptar que es la mayoría. Los jóvenes cubanos sabremos ser consecuentes y sabremos demostrar nuestro patriotismo, que hoy significa cumplir con nuestros deberes en cualquier lugar que nos encontremos. Con enorme deseos espero los cambios que se requieren en el trabajo con las nuevas generaciones y que dejemos a un lado ese vicio que tienen algunos de querer mostrar todo como divino y en esa batalla estaré presente con mi rebeldía, con mis inquietudes, pero también con mi orgullo de ser cubano de pura cepa.