Llegamos más cujeados aún para enfrentar lo que venga después de ese año recién concluido que el mundo entero despidió con un sideral ¡Solavaya!
Quizá nunca antes un efecto natural en la época moderna, para decirlo de alguna manera, impactó, en mayor o menor medida, a la humanidad en los cuatro puntos cardinales.
Ese encontronazo sigue aguijoneando y de qué manera, porque cuando pensamos que al fin va camino del control resurge con nuevas variantes para seguir retando a la ciencia, que le está ganando la pulsada, aunque no de cuajo, y que exige de complemento vital un comportamiento social de extremísimo cuidado.
La gente acostumbra más a extasiarse en el beneficio individual que en el abarcador de toda la sociedad, aunque este, en última instancia, repercute de un modo u otro en todos.
De ahí que la valoración de cómo transcurrió el año en el raciocinio individual posee muchas y múltiples respuestas, porque las aspiraciones pasan por la sicología de cada persona y sus intereses intrínsecos.
No digo ni una palabra más sobre 2021, al que todos conocemos de memoria, mientras este debemos enfrentarlo con la entereza que ahuyenta ese desaliento de tiñosa, a pesar de los pesares naturales, los impuestos por el águila socarrona, y nuestros propios traspiés que no acabamos de tirar definitivamente para la cuneta.
Enrumbo estas líneas por los vericuetos de cuestiones que podemos resolver sin que dependan estrictamente de recursos materiales o financieros, sino de que funcione el control, eso que sí cuesta millones cada mes en el pago de salarios.
Si funcionara como debe ser, tampoco estoy descubriendo el agua tibia, ¿cuántas transgresiones desaparecerían de las imágenes públicas, reveladoras
de trapicheos y dejadez sin olvidar las que se manejan por debajo de la manga?
Verdad verdadera que el descontrol, antesala del robo, el desvío de recursos y la corrupción, en fin de la desmoralización, se ha vuelto resbaladizo, ¿habrá que especificar el porqué los hay bailando al compás de los pesos?
Solo con hacer un paneo con la vista en el horizonte donde convivimos aflora una realidad que transmite pruebas del descontrol que usted, lector perspicaz, conoce a la perfección. ¿Quién no? Ni aunque viva en otro planeta, porque las malas noticias superan la velocidad del rayo.
Entonces, ¿no cree?, dejemos ahí el tema sobre más de lo mismo confiados en que en la medida en que el control administrativo, ¡para eso existe, no!, funcione a cabalidad se beneficiará nuestro proyecto social, que es decir todos.