Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Nuestro contemporáneo y compañero

Autor:

Ivette Lamigueiro Cañedo*

Resulta difícil hablar sobre la necesidad de José Martí hoy, sin estudiar lo expresado por quienes nos han antecedido. Por ello, en consonancia con el nombre de esta sección, propongo dialogar con generaciones de martianos que antes que nosotros han elegido leer y seguir al Maestro. En contextos distintos, la respuesta ha sido acudir a Martí, defender sus ideas y apropiarnos de ellas para la defensa de nuestra Patria.

Ello es inevitable cuando en el Apóstol encontramos reflexiones y enseñanzas que contribuyen a formarnos como mejores seres humanos. Por eso en esta ocasión quisiera referirme a dos textos que han marcado mis aproximaciones al Apóstol: Glosas al pensamiento de José Martí, de Julio Antonio Mella, y José Martí, contemporáneo y compañero, de Carlos Rafael Rodríguez.

En el primero, un joven que hizo mucho en muy poco tiempo, advierte que no puede admitirse que tanto canalla, tanto mercachifle hable de Martí. Actualmente podemos establecer cierto paralelismo entre los políticos crapulosos que se valen del Apóstol para llenarse de vanidad y los que intentan utilizar su figura como parte de campañas subversivas contra nuestro país. Esos que tergiversan su pensamiento, descontextualizan su obra o le atribuyen frases que nunca expresó, sin dudas no comprenden lo que significa ser martiano.

Ante esos intentos de manipulación, debemos convertirnos en el crítico serio al que se refirió Mella, capaz de comprender el valor de su obra revolucionaria considerándola en el momento histórico en que actuó. Nos corresponde encontrar en su quehacer enseñanzas para hoy y utilizar su obra como arma certera en la guerra de pensamiento.

Por otra parte, el discurso José Martí, contemporáneo y compañero, pronunciado por Carlos Rafael en enero de 1972 —con motivo de la culminación de la Jornada Martiana en la Universidad de La Habana—, acerca a los estudiantes, con mayor elocuencia, a ese maestro de las nuevas generaciones que durante tanto tiempo ha sido inspiración por ser un profundo revolucionario cubano, americano y universal.

Para Carlos Rafael, la declaración por Fidel de Martí como autor intelectual de la gesta del 26 de Julio de 1953 caracterizó a una Revolución. De esta forma el Apóstol no solo fue guía de la gesta libertadora en 1895, sino que sirvió como impulsor de la Generación del Centenario, como antes lo había sido para jóvenes como Mella y hoy lo continúa siendo para los pinos nuevos.

Como nos confiesa Carlos Rafael, no podemos olvidar que nuestro Héroe Nacional expresó la necesidad de contener el avance del dominio del imperialismo norteamericano en la región, mediante una revolución profunda y radical. Era necesario promover un pensamiento auténtico capaz de combatir aquello que no encajara en nuestras realidades americanas.

Por eso sus reclamos de unión son necesarios para enfrentar con posible éxito el peligro imperialista. Ello será inalcanzable si no tomamos como brújula una eticidad a la altura de la encarnada por quien echó de veras su suerte con los pobres de la tierra y percibió a la juventud como creadora de soluciones propias basadas en los principios y valores.

Finalmente, la vigencia del ideario martiano se presenta como vínculo entre el pasado y el presente, al tiempo que se convierte en referente ineludible para la construcción de nuestro futuro. Su estudio y la aplicación de sus preceptos hacen que nos acompañe siempre. El Apóstol continúa siendo nuestro contemporáneo y compañero, nuestro guía más presente en estos tiempos de combate.

 

*Estudiante del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.

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