Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un norteamericano en Camagüey

Autor:

Luis Sexto

El nombre de La Mosca, barrio periférico de la ciudad de Camagüey parece proceder, según ciertos juicios, de la corrupción prosódica del apellido de Carlos Muecke. Muecka fueron pronunciando algunos al referirse a ese norteamericano que en 1904 se avecindó en la ciudad después de haber militado en las filas del Ejército Libertador, durante la guerra de independencia.

Más tarde el apellido Muecke pudo derivar en Muesca y finalmente en Mosca. Especulaciones aparte, lo cierto es que Carlos Muecke Bertel, nacido en 1866 de padre alemán y madre holandesa, adquirió en 1906 la quinta llamada La Mosca, en Camagüey, y con los años la urbanización de la ciudad en ese sector recibió el nombre de la propiedad del mambí americano, posiblemente como un homenaje por haber servido a Cuba en el campo de batalla contra España.

En su juventud, perteneció por unos diez años a la Guardia Nacional de Nueva York, en cuyo cuerpo mereció el grado de primer teniente. Se afilió a la masonería. Y en 1896 desembarcó por las costas de Varadero en la expedición del buque Comodoro, enviado por la Junta Revolucionaria de Nueva York. Sirvió como dinamitero en el Quinto Cuerpo del Ejército Libertador, en Matanzas, particularmente en Jagüey Grande y la Ciénaga de Zapata, en el sur de la provincia. Nueve meses más tarde fue transferido al Primer Cuerpo, en el oriente de la isla, en zonas de Santiago de Cuba, San Luis y Ramón de las Yaguas. Luego pasó como artillero al Segundo, más al oeste del Departamento Oriental. Terminó la campaña en 1898 con el grado de capitán. Oficialmente, en el índice del Ejército Libertador se le reconoce haber ingresado a filas el 20 de julio de 1896 y su adscripción al Cuartel General del Segundo Cuerpo.

De acuerdo con los datos del historiador Eugenio Suárez Castro, Carlos Muecke Bertel publicó en 1928 un libro titulado Patria y Libertad, basado en el diario que llevó durante la guerra. En este diario no se limitó a las incidencias bélicas. Tuvo el cuidado de anotar observaciones acerca de la flora, la fauna, las estaciones, las personas, y además de elogios a sus jefes, apuntó críticas a su falta de capacidad o de conocimientos militares.

Muecke se caracterizó por su apego a la disciplina y al orden, reforzado por un carácter fuerte. Sus escritos evidencian sinceridad y valor. En Patria y Libertad advierte que «este libro se ha escrito para hacer justicia». Y añade: «Aproximadamente han transcurrido 30 años de la campaña de Santiago de Cuba; pero las mentirosas y maliciosas acusaciones aún viven; por lo tanto doy a conocer estos datos históricos, para que las futuras generaciones puedan juzgar sin recelos la fidelidad y el valor con que el Ejército Libertador cooperó con el Ejército Americano. Llegará el día en que la historia de la campaña de Santiago será estudiada por las generaciones futuras para saber cómo no hacerse una guerra».

Sin paliativos, critica al mando norteamericano por su inhabilidad en la conducción de la campaña, y sobre todo por el menosprecio con que los oficiales trataron a los libertadores cubanos. «Si usted tiene un aliado trátelo como tal y no parta de la idea de que usted no puede aprender de un aliado por el hecho de que esté cubierto de harapos, pues los harapos pueden ser la orgullosa insignia de su perseverancia y su patriotismo (…). La bravura personal, el heroísmo y la habilidad militar no han sido nunca patentizado por ningún hombre ni por ninguna nación para excluir de ellos al resto del mundo».

Murió el 27 de abril de 1947. Y después de su deceso, el reparto La Mosca empezó a llamarse como ese americano que adoptó a Cuba como patria y se honró en servirla, orgulloso de haber heredado de su familia, si no la inteligencia y la riqueza, «los ideales por la libertad y los derechos del Hombre»”.

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