Lo que ha estado ocurriendo en El Paso, Texas, en los últimos dos meses, mueve a risa. Allí se ha estado llevando a cabo un juicio contra Luis Posada Carriles que, más que proceso judicial, parece ser uno de los episodios de La tremenda corte, programa que se transmitió en la radio cubana por los años 50 y que, desde hace años, se retransmite todos los días en una estación radial de Miami y en algunos países de América Latina.
Digo esto porque lo que allí ha estado sucediendo es una verdadera comedia. En innumerables ocasiones la jueza que preside el juicio ha sacado al jurado de la sala para que no oiga lo que allí se está hablando; también en innumerables ocasiones, la señora le ha dicho al jurado que no le haga caso a lo que oyó; el juicio se ha suspendido por varios días por diferentes motivos; cada media hora, el abogado defensor pide la anulación del mismo; a la Fiscalía, un día le permiten presentar una prueba o un testigo y al otro día se lo niegan; el proceso que se suponía que iba a durar más o menos seis semanas ya lleva dos meses y medio; al acusado lo juzgan por mentir a las autoridades de este país y no por lo que lo debieran juzgar. En fin, lo que allí se ha formado es un verdadero relajo, un choteo absoluto al sistema judicial de este país.
Solamente el hecho de juzgar a Posada Carriles por mentir sobre lo que le preguntaron las autoridades de Inmigración, parece un chiste. Según la Fiscalía, cuando le preguntaron al acusado si había tenido algo que ver con los actos terroristas llevados a cabo en hoteles de La Habana a finales del siglo pasado, este contestó con una mentira al negar haber tenido que ver con los mismos, y cuando le preguntaron si había tenido alguna vez un pasaporte guatemalteco, lo negó, cuando en realidad sí lo había tenido. Digo que esto parece un chiste, ya que es como si la policía detuviera al individuo que asaltó un banco, y al preguntarle si tenía algo que ver con el asalto, este lo negara, y lo llevaran a juicio por mentir a la policía en el interrogatorio y no por el robo que había cometido.
Posada admitió ante dos periodistas, en dos diferentes momentos, que él había sido el autor intelectual de los atentados dinamiteros que se habían llevado a cabo en la capital cubana. Una vez, a la periodista norteamericana Ann Louise Bardach, y la otra a la cubanoamericana María Elvira Salazar. Ambas entrevistas fueron grabadas, incluso la de la señora Salazar fue filmada y transmitida por la cadena de televisión Telemundo. ¿Qué pasó con aquello que afirma que a confesión de parte relevo de pruebas?
Cuando esta última testificaba en el juicio, llegó a decir que ella estaba segura de que Posada alardeaba cuando afirmó haber sido el autor de aquellos actos. ¿Es posible que alguien pueda creer que una persona en su sano juicio se incrimine a sí misma en un acto criminal solamente para satisfacer su ego? Lo dudo, y más cuando lo ha hecho frente a una cámara de televisión y una grabadora portátil.
Estoy seguro de que todo el mundo en la sala de la Corte donde se está llevando a cabo esta comedia, conoce perfectamente las razones por las cuales las acusaciones contra Luis Posada Carriles son solo las de mentir a las autoridades y no las de actos criminales perpetrados por él, como admitió en las dos entrevistas periodísticas.
Posada fue un agente de la CIA por muchos años, reconocido por él mismo, y como es una persona a la que se puede acusar de cualquier cosa menos de bruto, sabe demasiados secretos que no creo que al Gobierno de este país le interese que salgan a la luz pública. Posada sabe demasiado, y en un juicio de ese tipo es posible que todo lo que sabe salga a relucir. Así es que, al llevarlo a juicio, el Gobierno anda por la cuerda floja, y caminando por el filo de la navaja, bordea el pasado del acusado tratando de no penetrar en él.
Estoy convencido de que a Luis Posada Carriles le hubiera gustado más que lo hubieran juzgado por todo lo que hizo durante sus años con la Agencia Central de Inteligencia que por mitómano. De lo primero, bien se podía defender, afirmando que todo lo hizo por ser «un soldado de la libertad». De esa forma, su imagen de «patriota cubano» en Miami, se fortalecería aún más.
Con la edad que tiene el acusado no creo que, si lo encuentran culpable, vaya a pasar muchos años en la cárcel, ya que por ley biológica no tiene muchos de ellos que ofrecer. Además, no creo que lo lleguen a condenar a más de tres o cuatro años. El delito por mentir no conlleva muchos años de prisión. Habrá que esperar para ver en qué termina el libreto de esta comedia que, a pesar de no ser tan cómica, ha pasado demasiado tiempo en el aire.
*Periodista cubano radicado en Miami