Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Arqueo de cejas

Autor:

Yurisander Guevara

Imagine por un momento que el espacio que ocupa este comentario estuviera en blanco, o quizá solo contuviera un pequeño mensaje: «Hoy no publicamos un artículo de opinión pues hicimos reparaciones en las computadoras y fue imposible terminarlo en tiempo. Espere pacientemente, y en la próxima edición tendremos uno».

Si eso sucediera, probablemente usted nunca más nos tomaría con seriedad. ¿Perdonarían ustedes una actitud así?

Mientras piensa en una respuesta, le propongo que reflexionemos sobre una situación que encontramos en no pocos establecimientos comerciales y de servicios en nuestro verde caimán: las demoras ocasionadas cuando se realiza un arqueo de caja.

En numerosas ocasiones, más de las que pudiera haber deseado, al llegar a una tienda, puesto de viandas e incluso una CADECA, me he encontrado detenida la prestación del servicio porque están en medio del mencionado arqueo.

Incluso, en ocasiones el local no lleva abierto ni más de 30 minutos.

Este es un fenómeno que responde esencialmente a dos causas: un error por parte del cajero (a), o indicado por la administración del local para comprobar, por ejemplo, que los activos en caja concuerden con el monto de las ventas. Cualquiera que sea la circunstancia, esta comprobación apunta a la salud financiera de la entidad que la practica. Nadie en su sano juicio se opondría a esa voluntad de ser transparentes y proteger al cliente y a la empresa. Así, lo que irrita no es la realización del arqueo, sino la visible falta de organización con que en ciertos momentos se realiza.

Recuerdo cómo una vez estuve cerca de una hora esperando ser atendido. En no pocas ocasiones, quienes aguardan en la cola, además del arqueo se llevan de regalo la mejor imitación que logra el dependiente de turno del «malo de la película», luego de los reclamos por la espera. ¿Acaso tienen los consumidores la culpa?

Entiendo que errar es de humanos, y que se deba verificar que todo está en orden, mas no podemos permitirnos estas reiteradas ineficiencias en medio de la batalla por la excelencia en los servicios a la que se han volcado muchas fuerzas de nuestra sociedad.

Se debe exigir, y si un empleado provoca atascos en el servicio, quizá debería retribuírsele con un atasco salarial u otra medida que corte por lo sano el problema, y no me refiero a las consabidas amonestaciones. Y ahí es donde toca entrar en acción a quienes velan porque no sucedan estas situaciones. Me refiero a las administraciones de los establecimientos que expenden productos o cobran por un servicio.

En todos estos lugares adonde asiste el pueblo a satisfacer sus necesidades, deberían crearse mecanismos que permitan el continuo flujo de los clientes sin que estos tengan que esperar a que termine el levantamiento de la caja. De lo contrario no sirve de nada el cartel que anuncia la protección al consumidor, quien en un caso de esta índole se convierte en un niño recién nacido.

Y es que al final, nadie paga por la demora en el servicio, mientras el cliente luego de la molestia aún tiene que abonar todo el precio de aquello que fue a consumir.

No soy «económico» y tampoco me gusta sacar más cuentas de las que necesito, pero con organización, para que los arqueos de cajas no generen atascos, podríamos evitarnos arquear las cejas innecesariamente.

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