En la memoria de los padres afloran los años de tensión vividos desde que le confirmaron a su hijo una insuficiencia renal crónica. Ahora, mientras esperan por el resultado del trasplante de riñón, se muestran nerviosos y anhelantes.
Fueron meses de agobiante espera, de acudir cada cierto tiempo a la hemodiálisis, de sufrir disimuladamente por las limitaciones que le imponía a su hijo esta enfermedad, de una alta incidencia debido a la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y el envejecimiento.
Ahora solo quedaba aguardar por el desenlace del implante. Les animaba la confianza de que en el Hospital Arnaldo Milián logran en este proceder quirúrgico uno de los mejores resultados del país.
Su vástago tuvo una larga espera porque a la madre, el padre y el hermano, únicos entre los familiares vivos competentes para ceder el órgano, les fue imposible por problemas de salud realizar ese gesto supremo de humanidad.
Sin más remedio dependían, exclusivamente, de un donante cadáver. Esta solución empieza a despejarse después que una persona sufre muerte neurológica y los especialistas solicitan a su familia la donación. Si esta lo aprueba realizan las investigaciones pertinentes para determinar a quién le puede ser útil.
La operación fue un éxito, ahora habrá que esperar por el proceso de recuperación. Luego vino el abrazo al hijo en la sala, el recuerdo para el donante y sus familiares por el gesto generoso que se repitió en más de 20 trasplantados el pasado año en el hospital villaclareño, con los riñones de quienes mueren salvando.
A los familiares de los fallecidos les reconforta saber que ayudaron al ceder el órgano de su ser querido. Saben, por las explicaciones de los expertos, que es la única posibilidad de muchos para sobrevivir.
Esa realidad requiere que la comprensión para la donación se generalice todavía más. Hay cerca de 200 pacientes solo de Villa Clara, Sancti Spíritus y Cienfuegos que aguardan.