Los aires alegres y eufóricos con los que ese pueblo ejerció su derecho al voto no se reportaban desde las primeras elecciones democráticas, celebradas en 1994, y en las que sufrieron un batacazo las políticas segregacionistas del apartheid.
Los electores —según la Comisión Electoral Independiente el 77 por ciento de los registrados— votaron por los 400 miembros de la Asamblea Nacional —que luego designa al presidente del país— y por los integrantes de las cámaras legislativas y administraciones de las nueve provincias del Estado.
Duras realidades como la pobreza, el desempleo, la corrupción y la criminalidad, con el agravante del impacto de la crisis económica mundial que amenaza con agudizar aún más los problemas de esta nación del sur de África, decidieron el voto de muchos.
La histórica agrupación política, incansable luchadora contra el apartheid, parece haber recibido una vez más el apoyo de la mayoría de su pueblo, a pesar de haber sufrido divisiones internas, que provocaron el abandono de sus filas por algunos de sus miembros, quienes constituyeron el Partido Congreso del Pueblo (COPE, por sus siglas en inglés).
Este jueves, el popular ANC confirmaba su adelanto a mediados de la tarde, con el 66,85 por ciento de los más de diez millones de votos escrutados, hecho que lo acerca al 69,7 por ciento obtenido en 2004.
No obstante las manipulaciones y los complots de la oposición para boicotear el legado del ANC, la histórica lucha contra el régimen de segregación racial desde inicios del siglo pasado, es una carta a favor de este partido, muy difícil de olvidar para quienes sufrieron por años la más inhumana discriminación, así como para aquellos, que aunque no lo vivieron en carne propia, las referencias les llegan a través de testimonios familiares. Así, el ANC sigue siendo, después de 15 años, el favorito en estos comicios, y su actual líder, Jacob Zuma, se convierte en el posible presidente de Sudáfrica.
En tal sentido, Nelson Mandela —retirado de la vida política activa hace muchos años, pero visto y respetado como un símbolo de lucha— en dos ocasiones se presentó en mítines políticos del ANC para exhortar al voto por su partido.
Por su parte, la Alianza Democrática (AD) —liberal y conservadora— emergía con el 16 por ciento, superior a los 12 puntos porcentuales obtenidos hace cinco años y que según los sondeos preliminares a los comicios se repetirían este año. Aunque evidentemente no superará al ANC, la candidata liberal, Helen Zille, se mostró muy satisfecha por el resultado, que sobrepasa el 15 por ciento que esperaba su partido.
En tanto, el COPE —surgido luego que el ex presidente Thabo Mbeki dimitió de la jefatura del Estado— se posiciona en un tercer lugar con el ocho por ciento —de acuerdo con los parciales.
En los comicios regionales, el ANC también ha conseguido hasta ahora la mayoría en ocho de las nueve provincias del país, mientras la AD se llevaría el Cabo Occidental.
De esta manera, si los resultados continúan beneficiando al ANC, la principal lucha del partido que encarna las aspiraciones del movimiento de liberación nacional, es tratar de mantener los dos tercios de los escaños de la Asamblea Nacional, y así los próximos cinco años serán una oportunidad más para que ese gobierno, además de mantener sus conquistas sociales, avance en la lucha iniciada en 1994 y continúe siendo la esperanza de las mayorías.