FIESTA con globos y piñata tuvo la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), apretando las últimas tuercas para poner en marcha el Comando Militar para África (AFRICOM) este otoño. El 18 de septiembre pasado, fecha que marca el nacimiento oficial de la USAF*, fue inaugurada en la base de Ramstein, Alemania, la Fuerza Aérea para África.
Durante la inauguración del nuevo brazo del Pentágono, en el centro que acoge a la Fuerza Aérea para Europa, el general William E. «Kip» Ward, a la cabeza de AFRICOM, luego de destacar la historia de la USAF y de quien fuera su primer secretario, Stuart Symington, dejó bien claro que la también conocida como la decimoséptima fuerza aérea (17 AF) —que comenzó a operar en 1953 en Marruecos y fue desactivada en 1996 luego de varias misiones—, puede convertirse en «el principal facilitador» para el nuevo comando.
El mayor general Ronald R. Ladnier, comandante de la unidad, también enmarcó esta iniciativa como el comienzo de la activación de AFRICOM, anunciado por el Departamento de Defensa en 2007 como respuesta al creciente interés que ha ido adquiriendo el continente africano para la política exterior de Washington por sus abundantes riquezas de petróleo.
Ward, tratando de disfrazar la naturaleza intervencionista y saqueadora del proyecto del Pentágono con anuencia del corporativismo norteamericano —principalmente el relacionado con el sector de los hidrocarburos—, enfatizó que la misión de la 17 AF es contribuir a las iniciativas de Washington existentes en la región, encaminadas a asegurar «la paz, la estabilidad, el desarrollo y la guerra contra el terrorismo».
No obstante, el también segundo jefe del Comando en Europa acotó —y ahora sí con la verdad— que las acciones eran «en apoyo a la política exterior estadounidense» con respecto al continente.
Se trata de un asunto que no es nada novedoso. La Ley de Oportunidades y Crecimiento de África, diseñada bajo la administración Clinton, con énfasis en el comercio y las inversiones de las transnacionales en la región, perseguía el mismo objetivo que AFRICOM: el control de los recursos energéticos y minerales, una de las mayores preocupaciones en materia de política exterior de la Casa Blanca. Resuelto este problema, EE.UU. tendría licencia incluso para desplegar allí sus tropas. Ahora, el asunto está más definido, pues el Pentágono ya cuenta con mecanismos propios que le aseguran, aún más, la presencia de sus Fuerzas Armadas.
Aunque todavía no se sabe si para el próximo 1ro. de octubre AFRICOM podrá tener su cuartel en el continente, ha estado realizando ejercicios militares conjuntos y creando la infraestructura necesaria, a la par que emprenden programas de asistencia humanitaria, que ocultan los verdaderos intereses de hegemonía mundial.
Por tanto, siempre en sintonía con la política exterior de Washington, no es de extrañar que un día bombardeen cualquier zona por controlar los pozos petroleros, el uranio, el oro, la madera, el diamante, el coltán, entre otras tantas riquezas, o para acabar con cualquier gobierno que con políticas nacionalistas pretenda afectar los intereses de las transnacionales norteamericanas asentadas allí, involucradas además en los conflictos regionales.
«Ustedes serán embajadores de EE.UU. en todo lo que hagan», dijo Ward. La amplia ficha de terror de la USAF —con un lema bastante fatídico que trasluce su esencia agresiva: «por encima de todo»— y sus bombardeos en Corea, Vietnam, Serbia, Bosnia, Afganistán e Iraq, dejan entrever «cuán apegados a los buenos deseos de paz» puede actuar, esta vez, en África.
*La USAF se convirtió en rama autónoma de las Fuerzas Armadas de EE.UU. el 18 de septiembre de 1947. Anteriormente, los servicios aéreos eran compartidos por el Ejército, en el caso de las operaciones terrestres, y por la Fuerza Naval, en operaciones desde portaviones. El primer antecedente de la USAF se remonta a agosto de 1907.