La noticia de la muerte de José Cantón Navarro me conmovió, aunque de alguna manera la esperaba dado su delicado estado durante los últimos días. Pero esperaba, sobre todo deseaba, que su salud rebasara ese momento para sentarnos nuevamente en la galería de la casona del Centro de Estudios Martianos a intercambiar opiniones sobre la historia cubana, sucesos de hoy y libros.
También quería volvérmelo a encontrar en alguna actividad del gremio de los historiadores para compartir perspectivas, para discrepar en análisis, para sentirnos juntos en esa hermosa labor de crear conciencia a través del conocimiento histórico.
No ha sido así, lamentablemente, y recuerdo ahora aquella vida en datos para los diccionarios. Cantón nació en Pinar del Río en 1925. Graduado de maestro normalista, ejerció el magisterio con dedicación y entusiasmo, en medio de las dificultades que muchas veces le traía su aceptación de la ideología marxista y su pertenencia al primer partido marxista.
El triunfo revolucionario lo condujo a los estudios históricos por los que siempre se había interesado, y fue uno de los fundadores del Instituto de Historia del Movimiento Obrero y de la Revolución Socialista devenido luego Instituto de Historia de Cuba, donde laboró hasta su jubilación. En 1956 había publicado un texto acerca de un problema que estremecía al país entonces: el éxodo rural en Cuba. Ya de lleno en el oficio, junto a sus numerosos artículos, recuerdo ahora apresuradamente varios libros como Los regímenes precapitalistas en Cuba, del que fue coautor y que apareció en 1966, y Algunas ideas de José Martí en relación con la clase obrera y el socialismo, premio del concurso 26 de Julio de las FAR en 1970, con dos ediciones posteriores en 1981 y en 2006, esta última impresa en Venezuela bajo el título de José Martí y los trabajadores.
Cuba: el desafío del yugo y de la estrella es una síntesis apretada del proceso histórico cubano publicada en 1996 por Cantón Navarro, con varias ediciones y traducida al inglés, obra con la que su autor pretendió divulgar las líneas esenciales de la evolución insular especialmente ante el lector extranjero.
El historiador recibió muchos reconocimientos como las distinciones Por la Cultura Nacional y Por la Educación Cubana, además de la Orden Frank País y el Premio Nacional de Historia en el año 2000, otorgado por la Unión de Historiadores de Cuba. Dedicó muchas de sus energías físicas y mentales a la promoción de la obra martiana como miembro del Consejo de Dirección, luego Consejo Asesor del Centro de Estudios Martianos y como miembro de la directiva de la Sociedad Cultural José Martí.
En esas tareas fue mi trato mayor con Cantón Navarro, y aprendí a respetarlo por la lealtad a sus convicciones y a su vida, por su espíritu crítico enemigo de los autoritarismos, por entregar su amistad por encima de las diferencias de opiniones, por trabajar ejemplarmente para la patria y la Revolución.
Sé cuánto le satisfizo su dedicación y cuanto agradeció ser reconocido, pero su modestia sincera le hizo verse siempre como un maestro, como el que transmitía los saberes escrutados por otros más que por él mismo, como el que enseñaba a amar las glorias y a aprender de los sinsabores de su pueblo. Adiós, pues, al maestro leal del aula humilde que se llama José Cantón Navarro.
*Periodista e historiador, investigador en el Centro de Estudios Martianos.