Buena cuota de las posibilidades que tendrá el nuevo gobierno de Nicaragua para cumplir sus compromisos de campaña se definirá en los próximos días, cuando visitará a Managua el director del FMI, Rodrigo Rato.
Su presencia en la capital nicaragüense debe ser marco para plasmar las nuevas relaciones que el ejecutivo de Daniel Ortega ha anunciado con el organismo, indispensables para una nación sumida en la pobreza que profundizaron 16 años de neoliberalismo, y que ahora pretende emprender el camino de la justicia social, primero de los propósitos anunciados por el líder sandinista.
Dieciséis años de duro neoliberalismo dejaron a Nicaragua como el segundo país más pobre de América Latina. No es que se pretenda una ruptura, según se desprende de las declaraciones formuladas por el vicepresidente nicaragüense, Jaime Morales, luego del encuentro sostenido con Rato en la capital costarricense, y que ha sido objeto de no pocas especulaciones.
El vicetitular del ejecutivo nica ha dicho que dejó planteados ante Rato los puntos básicos del programa que pretende negociar con el FMI, aunque no los ha revelado y es obvio que estos deben facilitar a Nicaragua posibilidades de saldar los compromisos con el ente financiero internacional, pero dejándole al menos un resquicio para saldar, también, la deuda con el pueblo, que es el primer derrotero planteado por Ortega ante el 70 por ciento de pobreza en que malvive la población nicaragüense.
En ese propósito, una de las primeras medidas planteadas por Ortega ha sido la rebaja de los salarios de los funcionarios públicos, empezando por los del ejecutivo, lo que significará un ahorro considerable. También se ha prohibido la compra de vehículos nuevos por parte de los ministerios.
Y se ha revitalizado el principio constitucional de gratuidad de la enseñanza, lo que debe facilitar que cientos de miles de niños acudan a las aulas, y resulta un asunto esencial para un país donde el trabajo infantil es vieja y entronizada herencia provocada por la miseria de siglos.
La iniciativa del FSLN en las localidades donde había ganada alcaldías antes de su vuelta al gobierno ha posibilitado ya desandar algunos caminos escabrosos al emprender, por ejemplo, la Operación Milagro, que ha dado ya atención oftalmológica a un buen número de nicaragüenses con problemas de la visión.
Pero falta mucho todavía, y ello no podrá cumplirse si el acuerdo que se logre con el Fondo Monetario sigue imponiendo las leoninas condiciones que han desangrado a Nicaragua hasta hoy.