John Bolton tiene la ONU en el pico de la piragua. Foto: AP El triunfo demócrata en las elecciones de medio tiempo de este martes en Estados Unidos ha puesto ha correr a no pocos y se llenan miles de cuartillas con las posibles consecuencias. En primer lugar para la administración Bush, en el panorama de la política interna, para los planes estratégicos militares y la guerra en Iraq y muchos otros temas más.
Analizar un par de esas reacciones resulta oportuno porque permite ver cómo se mueven los hilos del poder y los posibles cambios o no que tendrán lugar durante los dos últimos años de gobierno de George W. Bush.
Sépase que el mandatario se apresuró este jueves y reenvió al Senado una nominación que en dos oportunidades no ha logrado avanzar hacia su aprobación: la de John Bolton, ultraconservador y protegido del vicepresidente Dick Cheney, como embajador ante la ONU. El Bolton ejerce porque su jefe máximo utilizó un receso del cuerpo legislativo para nombrarlo, luego que fuera rechazado por los demócratas y un republicano que bloquearon la designación en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
El nuevo apuro no estriba solamente en que se vence ya el tiempo que le dio la prerrogativa presidencial, sino porque en enero, cuando asuma el nuevo Congreso, serán los demócratas quienes dominen el Senado y entonces sí que le será difícil lograr la anuencia. Tampoco ahora tiene mucho viso de cantar victoria, aunque en la distribución de tareas entre el equipo bushiano parece que le dieron a la Condoleezza Rice la misión de persuadir a los senadores, para mantenerlo en el escaño del organismo internacional aplicando torceduras, presionando, amenazando, chantajeando y, por qué no, también fracasando en sus propósitos de lograr apoyo total de la comunidad internacional para las políticas imperiales.
Sin embargo, la publicación NewsMax aseguraba este jueves que ha conocido que el embajador Bolton probablemente deje su puesto el mes próximo, pues una versión de buena tinta, procedente de la misión estadounidense les dijo: «Esta nominación está muerta y lo sabemos desde hace varios días»... «No sabemos qué es lo próximo que quiere hacer la Casa Blanca».
Buscando en otras fuentes, la publicación sacó en claro además que Lincoln Chafee, senador republicano por Rhode Island que no logró retener en estas elecciones su asiento en la Cámara alta del Capitolio de Washington DC, no está dispuesto a apoyar los deseos del equipo Bush. Así que ya se dice que en la Casa Blanca se buscan alternativas y quizá se conozca un nuevo nombre, tan rápido como salió a la palestra el de Robert Gates para reemplazar prontamente a Donald Rumsfeld, el hombre de las guerras perdidas y las torturas sin fin...
Y hablando de la derrota republicana en las elecciones, de Rumsfeld y de la guerra, vamos a la segunda reacción: el índice Dow Jones que dice quién gana y quien pierde en Wall Street, es decir en la Bolsa de Valores de Nueva York, cerró en baja porque hubo una caída generalizada de las empresas de defensa.
Si como afirma el Partido Demócrata «la gente votó por cambiar las cosas», y si sus políticos están dispuestos a cumplir ese mandato, lo primero a cambiar es la dirección de la guerra de Iraq, sacar las tropas de allí y regresarlas a su casa... Y cambiar también la agenda social de un país muy rico que obliga a ser lastre a 38 millones de sus ciudadanos que viven bajo el nivel de la pobreza.
¿Estarán listos los vencedores para hacer historia? O volverán a subir las acciones de la industria armamentista porque escuchen lo que este jueves le dijo George W. Bush a la representante Nancy Pelosi, la primera mujer que encabezará el Congreso estadounidense: «Cualquier partido que venga, todos tenemos la responsabilidad de asegurar que estas tropas tengan los recursos y el apoyo que ellas necesitan para prevalecer».
...Y entonces, por mandato supremo del sistema, llegue el acuerdo tácito y el consenso del unipartidismo estadounidense.