Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El mensaje que trajo una hermosa criatura

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Esperó el nuevo año en casa, incluso estuvo aquí hasta mucho después de que sonaran las 21 salvas de artillería. Llegó ya cuando era media tarde y no quiso irse, aunque puertas y ventanas siempre estuvieron abiertas a su elección. Muchos aseguran que él es mensajero de los sentimientos, buenos deseos, amor, suerte, sanación… Su capacidad para volar en todas las direcciones, a pesar de su tamaño diminuto, se asocia con la resiliencia.

Otros afirman que podría ser una señal de que estás en el camino correcto, alineada con tus propósitos o que algo positivo está a punto de ocurrir en tu vida; o como me escribió una amiga artemiseña en la red social Facebook tras ver la publicación: «Es un ángel que tienes en el cielo, y viene de visita a proteger tu hogar».

Por eso, el último día de 2024 fue un momento mágico y memorable para la familia, marcado por la inesperada visita de esa hermosa criatura que es el zunzún. La cocina fue su lugar favorito, anduvo de un sitio a otro y seguí su vuelo junto a quienes me abrigaron este 31 de diciembre. Se posó en cada espacio que encontró: copas, tazas, laptop, ventilador, cortinas, sofá…, incluso en la cabeza de mis inquietos sobrinos.

Su presencia en nuestra «casa», justo cuando nos preparábamos para despedir un año y dar la bienvenida a otro me (nos) recordó el valor de apreciar las pequeñas cosas y encontrar belleza en lo cotidiano. En un calendario que estuvo lleno de desafíos y aprendizajes, de búsqueda de solución a los problemas y de superación de las dificultades, esta encantadora ave se convirtió en un símbolo de renacimiento y nuevas oportunidades.

Mientras esperábamos el 2025, el zunzún nos inspiró a reflexionar sobre lo que hemos vivido y a mirar hacia el futuro con optimismo. Su canto suave y su vuelo ligero nos recordaron que, a pesar de las adversidades, siempre hay espacio para la esperanza, la alegría, el esparcimiento. El pequeño gran invitado nos unió más como familia, entre risas y anhelos mientras observábamos su danza en el aire.

Nos recordó que el año que dejamos atrás en esta Cuba nuestra fue muy duro, pero que muchos echamos rodilla en tierra, no para rendirnos, sino para afincarnos. Aun después de transitar por 12 meses marcado por las dificultades y las escaseces, fuimos capaces de preservar, en la mayoría de los casos, la sensibilidad humana, la solidaridad, la honestidad, el respeto, la decencia, la integridad. Y con esos mismos valores afrontaremos el almanaque que inaugura este enero.

Por eso, la llegada de este «mensajero del cielo» no solo fue un acontecimiento encantador, sino que también se convirtió en un recordatorio de que cada año trae consigo la promesa de nuevos comienzos y que la familia será siempre sentimiento de unidad y de complicidad bienhechora. El inicio del 2025 nos trajo la lección de que, al igual que este diminuto pájaro, podemos encontrar la fortaleza para seguir adelante, adaptarnos a los cambios y celebrar cada momento juntos.

Así, el zunzún se convirtió en un símbolo de nuestra unidad familiar y de la esperanza que llevamos en nuestros corazones. Su visita nos enseñó que siempre hay motivos para celebrar y que, con amor y determinación, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente. Fue el augurio de que en  2025 no vamos a renunciar al deseo de ser felices, será una aventura para perseguir nuevos sueños, un camino para que a mí, a ti, a todos, nos acompañe siempre su fuerza y dulzura.

 

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