Trump firmó en esta semana una medida para suspender las visas internacionales para nuevos estudiantes en la Universidad de Harvard Autor: @Ramireztoons Publicado: 07/06/2025 | 10:31 pm
TODO en este mundo tiene dos caras, hace una semana, en estas páginas publicamos cómo la administración de Donald Trump se empeña en violar o reconvertir todas las leyes de gobernanza en Estados Unidos, de los derechos ciudadanos elementales, y a diario traspasa líneas legales, morales, humanitarias para imponer un Estado y una sociedad a la medida de sus intereses y los de un séquito de multimillonarios.
Hoy vemos que los otros no se encuentran de brazos cruzados. El combate es duro y seguramente será prolongado, y las líneas de defensa se organizan dispuestas a evitar un mayor deterioro de su status quo, puesto en peligro por la autocracia, a pesar de que durante su primer mandato Trump se ocupó en moldear una Corte Suprema y un sistema judicial en los diversos niveles que le respondiera con sumisión. Sin embargo, no siempre las cosas salen como se piensan o se quiere…
Quizá las primeras divergencias emergieron con el poder dado a DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), y a su donante multimillonario Elon Musk —ahora respondón—. Además de despedir a empleados de oficio de las administraciones en departamentos y agencias, de recortar los presupuestos obsoletos, despilfarradores y hasta corruptos, para intentar equilibrar los gastos y la increíble deuda federal estadounidense, entre variados propósitos, el controvertido ente inventado por Trump también abrió archivos y registros contentivos de datos privados y secretos…
No sin razón, se consideró que la posesión de esas informaciones, que pudieran considerarse una radiografía del Estado y de la sociedad, podían considerarse un arma poderosísima, tanto para obtener ganancias multimillonarias, como para establecer el control de los ciudadanos y de la sociedad.
Musk dijo que recortaría un billón de dólares del presupuesto federal, pero apenas se dice que llegó a 31 800 dólares, cifra que se quedó bien chiquita, incluso ante contratos o ganancias de sus empresas particulares.
Pero DOGE sigue existiendo y las informaciones de prensa afirman que el relevo es Russell Vought, director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, el cerebro clave del ultraconservador Proyecto 2025 y lo contenido en sus 900 páginas, del que Trump se desmarcó oportunistamente durante la campaña electoral a pesar de que 140 de sus exempleados lo crearon. Como era de esperarse, asumió de hecho las líneas del Proyecto 2025 en cuanto llegó a la Casa Blanca y comenzó a nombrar a no pocos de sus integrantes, que al igual que Vought también son multimillonarios o casi. Las máscaras caen y volvemos a lo que la ACLU alertó como «enormes implicaciones para el futuro de las normas, instituciones y procesos democráticos» de EE. UU. y calificó como «una hoja de ruta para remplazar el Estado de derecho con ideales de ala cerrada», una estrategia que consolida el poder ejecutivo frente a los otros poderes del imperio que se hace llamar democracia.
Pero hay mucho más que ese conflicto de intereses, o la violación de la privacidad de cada individuo, también es la introducción de un pensamiento conservador que tiene en su mira al aborto y los derechos reproductivos, los derechos de las minorías, de las comunidades LGBTQ, la igualdad racial y el derecho de los inmigrantes y de los trabajadores, y la limpieza ecológica del planeta. Es una agenda contra el pueblo…
La polémica legal es amplísima, tanto como las tácticas y estrategias puestas en práctica por Trump. Ya se habla de más de tres docenas de demandas contra DOGE, y según Bloomberg 328 casos impugnan el uso expansivo de la autoridad ejecutiva por parte de la administración Trump.
Se destacan en esa ofensiva judicial las relacionadas con las acciones contra los inmigrantes, tildados por Trump de delincuentes, criminales, terroristas. En abril, la Corte Suprema bloqueó temporalmente una nueva ronda de deportaciones masivas de inmigrantes venezolanos bajo la Ley de Enemigos Extranjeros, y el juez James Boasberg declaró al Gobierno en desacato por desafiar sus órdenes de detener las deportaciones previas al infame campo de concentración de El Salvador bajo esa ley.
Son decenas los casos presentados por la violación del status migratorio legal de miles de estudiantes extranjeros, las amenazas de deportaciones, y las detenciones de un número de ellos por su posición de denuncia del genocidio que Israel comete en Gaza con la complicidad estadounidense. Muchos jueces se han puesto al lado de esos estudiantes, el ICE no ha podido completar sus deportaciones, aunque los mantiene en detención, a pesar de la infame y oportunista acción del secretario de Estado, Marco Rubio, apóstata de su condición de hijo de migrantes.
Pero es una batalla en pleno desarrollo y Trump firmó en esta semana una medida para suspender las visas internacionales para nuevos estudiantes en la Universidad de Harvard, con la que tiene un conato casi personal, pues la institución no se le ha doblegado, todo un insulto a su ego, y ordena al Rubio «considerar revocar» las visas F, M y J para los actuales estudiantes de esa institución de élite.
El apuro trumpiano se debe a que la jueza federal de distrito Allison Burroughs, bloqueó esos intentos de realizar cambios al programa de visas para estudiantes internacionales de la Universidad asediada. Ante la represalia, un portavoz de Harvard dijo a CNN que la universidad «continuará protegiendo a sus estudiantes internacionales».
Trump, para la arbitraria medida que programó por seis meses y pudiera extender, busca el amparo de una de sus falacias preferidas, «salvaguardar la seguridad nacional», acusa a Harvard de tener «preocupantes vínculos con el extranjero y radicalismo» y de «no vigilar seriamente» a sus estudiantes extranjeros. La acompañó con similar revocación o adjudicación de visas a los estudiantes chinos, una cooperación educativa de larga data y de mutuo beneficio que ahora suprime, politiza e ideologiza un proceso normal, lo que fue rechazado y denunciado por Beijing.
Sobre este episodio reciente de las múltiples batallas legales, el Departamento de Educación de Estados Unidos —al que con mucho gusto la Casa Blanca eliminaría totalmente y privatizaría todo el sistema en perjuicio de los niños y jóvenes estadounidenses desfavorecidos por la diosa de la fortuna—, advirtió a colleges y universidades sobre posibles consecuencias, como retirarles los fondos financieros federales, si no protegen a los estudiantes judíos o mantienen programas de estudio sobre equidad racial o sexual.
Harvard —que en el curso 2024-2025 tenía matriculados 6 973 estudiantes extranjeros—, no se achica y ha demandado a la administración Trump que le congeló fondos federales, le cerró contratos de investigación y la amenaza con eliminarle la exención de impuestos.
Sin embargo, es mucho más que un pleito Harvard-Trump, es un proceso de aislamiento estadounidense respecto al resto del mundo. Acaba también de firmar una proclamación que prohíbe o restringe la entrada a Estados Unidos de los ciudadanos de 19 países alegando razones de seguridad, en la que incluye a Cuba y Venezuela, también Afganistán, Myanmar, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Yemen, Burundi, Laos, Sierra Leona, Togo y Turkmenistán.
Para Cuba hicieron aclaración especial y bien mentirosa, pero les sirve a sus propósitos de tensar la situación en la digna nación, la Mayor de las Antillas, el documento que emitió el despechado y mentiroso Marco Rubio dice que se trata de «un Estado patrocinador del terrorismo, que no coopera ni comparte suficiente información policial con Estados Unidos y se ha negado históricamente a aceptar el regreso de sus nacionales deportados». Otro tanto indicaron sobre Venezuela…
En ese Estados Unidos secuestrado por el segmento fascistoide de sus élites, se está revertiendo la condición de autonomía y supuesta neutralidad del poder judicial que la letra de la Constitución dice que posee y se está pisoteando a sus propios ciudadanos, a los que todavía creen en una democracia inexistente y ahora abofeteada. No son pocos los jueces en la lucha. ¿Quién dará jaque mate?
Un chisme de última hora emparentado, desde el sainete, con la situación: definitivamente Musk y Trump rompieron y en el intercambio de insultos el
multimillonario soltó la bomba: Donald Trump «está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos». De acto resumen del teatro bufo: Musk está pidiendo el impeachment de Trump y la fanaticada de Trump le pide que deporte a Musk.