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La CIA y sus «joyas» al descubierto (I)

Documentos ultrasecretos salen a la luz, para unos serán asombrosas revelaciones, pero otros comprobarán que sus denuncias eran la verdad sobre las infames operaciones de Estados Unidos y su condición histórica de fomentador del terrorismo y de los golpes de Estado en el mundo 

Autor:

Juana Carrasco Martín

A mediados de semana, el 19 de marzo de este 2025, al amparo de la directiva presidencial de Donald Trump del 23 de enero pasado de desclasificar los documentos sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy, miles y miles de páginas de varios miles de documentos están revelando lo que para muchos estaba claro y era denuncia constante, las sucias operaciones de la CIA en casi todo el mundo, y ahora no pocos ciudadanos en Estados Unidos y otros «ingenuos» en el mundo abrirán los ojos asombrados e incluso «los informados» encontrarán que esas operaciones clandestinas están resultando ser más extensas y sombrías que las conocidas o «sospechadas».

En virtud de la Ley de Recopilación de Registros del Asesinato de Kennedy de 1992, los Archivos Nacionales han publicado 2 182 registros (63 400 páginas). Algunos ya habían visto la luz con anterioridad, es cierto, pero había en ellos tantas tachaduras, censurando nombres, agentes, víctimas, países, que casi era imposible descubrir las infamias. Ahora aflora en cada línea que puede leerse y que tomará buen tiempo para investigadores e historiadores, aunque la inteligencia artificial pudiera ayudar…

He aquí algunos de esos elementos ultrasecretos donde Latinoamérica está bien enfocada en la mirilla de las actividades que incluyeron golpes de Estado, asesinatos o intentos y Cuba aparece como foco central, habida cuenta de que ya durante el Gobierno del republicano Dwight Eisenhower fuimos objetivo principal de las actividades del terrorismo de Estado.

Cuando el demócrata John F. Kennedy asumió la presidencia en enero de 1961, el mismo día de su investidura, dicen los registros que estaban bajo siete llaves en el Archivo Nacional de Estados Unidos, que el poder de la Agencia Central de Inteligencia, dirigida entonces por Allen W. Dulles, era de tal magnitud que «el 47 por ciento de los funcionarios políticos que prestaban servicio en las embajadas de Estados Unidos eran CAS», es decir Control of American Sources (Fuentes Controladas Estadounidenses) o lo que es lo mismo agentes de inteligencia que trabajaban bajo la cobertura diplomática.

Tal información aparece en un memorando —insisto— ultrasecreto del asesor de la Casa Blanca, Arthur Schlesinger Jr. sobre la «Reorganización de la CIA»
—que hizo luego del embarque y fracaso de la invasión de Playa Girón. Los datos sobre la que describe como «Estado dentro del Estado» precisan cifras como estas de los seudodiplomáticos en las embajadas de París y de Santiago de Chile; 123 agentes encubiertos de la CIA en la primera y 11 de los 12 «oficiales políticos» en la sede de la capital chilena.

Otra de las observaciones del memorando del asesor de Kennedy afirma que el jefe de la misión CIA en algunos países ha estado más tiempo, dispone de más dinero y tiene mayor influencia que el propio embajador y hasta tiene más acceso al primer ministro de la nación.

También aseguraba: «Hoy en día, la CIA tiene casi tantas personas bajo cobertura oficial en el extranjero como el Departamento de Estado: entre 3 900 y
3 700», informó Schlesinger al presidente Kennedy, evidentemente preocupado por esa usurpación de poder. «Aproximadamente 1 500 de ellas están bajo cobertura del Departamento de Estado (las otras 2 200 presumiblemente están bajo cobertura militar u otra cobertura oficial no estatal)», agregaba.

Otro de los documentos que ahora podemos leer, el memorando para los archivos del 26 de julio de 1962 acerca de la Reunión sobre asuntos de la CIA con el Panel de la Junta Asesora de Inteligencia Extranjera del Presidente celebrada en la mañana y prima tarde del  20 de julio de 1962, cuando el Director y el Subdirector de Planes de la CIA se reunieron con los señores Robert Murpey, Gordon Ora, William Langer y J. Patrick Coyne para discutir ciertos aspectos de los Programas de Acción Política de la Agencia, se dice:

«El Director abrió la discusión con una descripción histórica del apoyo financiero encubierto de la Agencia a los partidos políticos en la lucha contra el comunismo» y «describió en detalle los procedimientos ahora en vigor mediante los cuales los proyectos de acción política se originan, se establecen y se aprueban con los elementos apropiados del Gobierno. Se señaló que cada proyecto debe recibir su aprobación antes de su distribución a los miembros del Grupo Especial», mencionando que ese procedimiento (aprobación por el Grupo Especial y posteriormente por el Presidente) se aplicaba en ese momento a «los vuelos de reconocimiento» —léase de espionaje, por supuesto.

El punto tres en la agenda de aquella reunión es bien revelador de la injerencia de la CIA en el mundo, pues «el Director describió entonces con cierto detalle el apoyo financiero encubierto de la Agencia en las recientes elecciones presidenciales». Mencionadas las elecciones presidenciales de Perú, las generales de Italia y las actividades de la agencia en relación con los partidos políticos italianos y sus reflexiones respecto a la situación política en esa nación europea. Además abordaron los planes «para los próximas elecciones brasileñas».

No se dan nombres de políticos o partidos beneficiados con los dineros de la Agencia, pero vale desentrañar la significación de este punto y la intromisión CIA que se deduce en los casos de esta América nuestra.

Por ejemplo, en las elecciones presidenciales peruanas del 10 de junio de 1962 salió vencedor por estrecho margen Víctor Raúl Haya de la Torre, el candidato del APRA, con 32,98 por ciento de los votos, seguido por Fernando Belaúnde Terry, de Acción Popular, con el 32,13 por ciento y tercero quedó el exdictador Manuel A. Odría con el 28,44 por ciento. Sin embargo, fueron anuladas por el golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, al mando del General Ricardo Pérez Godoy, bajo el pretexto de continuas denuncias de fraude electoral, golpe que fue ejecutado el 18 de julio.

En cuanto a Brasil era presidente entonces João Goulart, en medio de una disputa política entre el parlamentarismo o el presidencialismo como camino para la gobernanza en la democracia brasileña.

Goulart defendió reformas en la economía que permitirían una mejor distribución de la renta conocidas como las Reformas de Base, donde estaban previstas la reforma agraria, tributaria, administrativa, bancaria y en la educación, además de la nacionalización de empresas extranjeras, las cuales contaban con el apoyo de los sindicatos, y de las izquierdas comunistas y socialistas, frente a la oposición de empresarios, grandes propietarios rurales, militares y sectores de la clase media. Además, Goulart sostuvo una política exterior no alineada, con énfasis en la búsqueda del desarrollo económico, por lo que la política de la «disputa Este-Oeste» dio paso al «conflicto Norte-Sur», alejándose de la Guerra Fría como hilo conductor en las relaciones externas.

Resumiendo el caso brasileño, el 31 de marzo de 1964 los militares dieron un golpe de Estado contra João Goulart que marcó el inicio de una dictadura militar extendida por dos décadas y cinco mandatarios de facto. El entonces embajador de EE. UU. en Brasil, Lincoln Gordon, había enviado tres meses y medio antes un informe a la Casa Blanca de Lyndon B. Johnson —quien había asumido como presidente cinco días después de que John F. Kennedy fuera asesinado el 22 de noviembre de 1963—, titulado «Plan de Contingencia para Brasil», donde detallaba la que decía era la influencia del comunismo soviético y la posibilidad de una revuelta de izquierda en el país.

Queda más por ver, pues los documentos que atañen a la CIA, a la Casa Blanca y al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, tienen mucho que ver con Latinoamérica y en especial con Cuba y México, el único país de la América nuestra que no rompió relaciones con la Revolución Cubana. Ya veremos lo que traen sobre otras «joyas de familia» de la CIA.

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