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Dos ejecutores de un mismo genocidio

A la sombra de la barbarie del sionismo en Gaza, los territorios ocupados sufren la invasión intensificada de los colonos extremistas judíos, ejecutores directos de la política de expansión para constituir lo que llaman el Gran Israel

Autor:

Juana Carrasco Martín

En Ginebra, Suiza, comenzó a sesionar el martes de esta semana el Consejo de Derechos Humanos, y en el habitual discurso de apertura, el alto comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos, Volker Türk, advirtió de una situación que preocupa y estremece al mundo de la justicia y la razón desde hace más de ocho meses: la situación que afronta el pueblo palestino hoy.

«Se han producido muertes y sufrimientos desmesurados», dijo y detalló que en Gaza más de 120 000 personas han muerto o han sido heridas, la mayor parte niños y mujeres, destacó el desplazamiento forzado de más de un millón de gazatíes y la devastadora destrucción de ciudades y poblados.

«La denegación arbitraria y la obstrucción de la ayuda humanitaria han continuado, e Israel sigue deteniendo arbitrariamente a miles de palestinos. Esto debe terminar», subrayó Türk —citado por PL—, quien consideró necesario el cese de las hostilidades y evitar una guerra a gran escala.

Insistió en un aspecto de los crímenes de guerra que se cometen a diario, uno apenas mencionado, porque es tanta la barbarie que presenciamos en Gaza sometida al genocidio, que esta otra parte de Palestina, la Cisjordania ocupada, apenas se indica en las informaciones, pero también sufre. Türk aseguró que al menos 528 palestinos murieron en esa zona entre octubre de 2023 y junio de 2024, y 133 de ellos fueron niños. Apuntó con discreción: «En muchos casos hace temer que se trate de homicidios ilegítimos».

Se trata de la planificada expansión de los asentamientos ilegales en Cisjordania, un hecho con el cual el Gobierno de extrema derecha de Benjamín Netanyahu está violando el derecho internacional con el objetivo de anexarse por la fuerza ese territorio.

Un artículo publicado en Common Dreams alude a que, como un acto de represalia contra los países que recientemente se unieron a la mayoría de la comunidad internacional que reconoce al Estado palestino y las acciones de la Autoridad Nacional Palestina ante organismos internacionales la oficina del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, horas antes de que disolviera su gabinete de guerra —que no significa ponerle fin a la guerra, todo lo contrario—, emitió un comunicado el domingo pasado anunciando que funcionarios del Gobierno «discutieron medidas para fortalecer los asentamientos en Judea y Samaria».

El anunció está en concordancia con la ola de violencia sin precedentes de los colonos judíos extremistas contra los palestinos de Cisjordania, la que está acompañada e incluso instigada por las fuerzas militares.

Allí también se están demoliendo casas, arrasando campos de refugiados, incendiando vehículos y negocios, deteniendo y ejecutando a los palestinos, incluidos niños, dando continuidad a una operación de limpieza étnica y de expansión territorial que, no hace mucho, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich amenazó con llevarlo a las últimas consecuencias. Israel convertiría a Cisjordania «en ciudades en ruinas como en la Franja de Gaza», a la que algunos consideran debe ser una «Gaza hebrea».

Además, el miembro de la Knéset y cabecilla del Partido Sionista Religioso de extrema derecha, sugirió que «Israel debería aprobar 10 000 asentamientos en Cisjordania, establecer un nuevo asentamiento para cada país que reconozca un Estado de Palestina y cancelar los permisos de viaje para los funcionarios de la Autoridad Palestina». Así se publicó por la cadena televisiva estadounidense CNN.

Tengamos claro que la expansión de los asentamientos —realizada con la protección del ejército— es igual a la confiscación de tierras y el desplazamiento de comunidades, fragmenta más los territorios palestinos disminuidos en extensión y construye muros de «seguridad» a su alrededor que obstaculiza el movimiento de los palestinos y su desarrollo económico.

Los asentamientos israelíes fueron establecidos inicialmente en el Valle del Jordán por el Gobierno israelí liderado por los laboristas, después de la ocupación de Cisjordania en 1967, para servir como «amortiguador de seguridad» de Israel. Los asentamientos creados durante los primeros diez años de la ocupación eran comunidades agrícolas habitadas predominantemente por sionistas seculares y con ello Israel cumplía un objetivo esencial en sus planes del Gran Israel, interrumpir la demografía palestina y cuajar su presencia en toda Cisjordania.

Un cambio demográfico en Cisjordania ocupada

En enero de 2023 se contaban 144 asentamientos en Cisjordania —que el régimen sionista insiste en llamar con los nombres bíblicos de Judea y Samaria—, incluidos 12 en Jerusalén Oriental —reconocida por los acuerdos internacionales como la capital del Estado Palestino que Israel no deja constituir—, y también más de 100 puestos de avanzada —los asentamientos que no habían sido autorizados por el Gobierno israelí.

Los datos de esa expansión territorial incluían la presencia de 450 000 colonos en Cisjordania y 220 000 en Jerusalén Oriental, a los que se suman 25 000 en los Altos del Golán en Siria.

Durante ese año continuó la anexión de nuevas tierras, y especialmente a partir del 7 de octubre, con total impunidad, asumida por el respaldo que se adjudican del Gobierno de extrema derecha, los colonos han aprovechado lo que han visto como su oportunidad y que también incluyen en sus incursiones a las aldeas beduinas.

A finales de enero pasado, 15 miembros del Gobierno de Netanyahu, entre ellos los ministros de Seguridad Nacional y de Finanzas, Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, respectivamente, asistieron a la Conferencia para la victoria de Israel: los acuerdos traen seguridad, el regreso a la Franja de Gaza y al norte de Samaria, un cónclave de extrema derecha en Jerusalén donde se pedía el «reasentamiento» de Gaza y el aumento de los asentamientos israelíes en la ocupada Cisjordania, y allí esos cabecillas de la extrema derecha reiteraron llamamientos a que fueran expulsados los palestinos de Gaza. Esa conferencia fue  organizada por la agrupación derechista Nahala, según publicaron Haaretz y Al Jazeera.

Algunos analistas hacen notar que hay un cambio sustancial en las acciones y los propósitos. Los colonos están expulsando ahora a comunidades palestinas enteras de sus aldeas y la publicación Mondoweiss, en abril, señalaba con datos de la ONU que los colonos israelíes expulsaron a unos 1 200 palestinos de unas 25 comunidades rurales de toda Cisjordania, incluidas siete que han quedado completamente despobladas.

Acled (Armed Conflict Location and Event Data), una organización internacional que recopila datos sobre conflictos violentos y protestas en todos los países y territorios del mundo, asegura que luego del 7 de octubre los ataques de los colonos alcanzaron niveles récord y en el último trimestre de 2023 se registraron 535 incidentes.

En los meses recientes es notable el aumento de la violencia armada de los colonos y en el estudio publicado el 10 de junio de este año que titula ¿Civiles o soldados? Violencia de los colonos en Cisjordania, suministra esta información: «Hoy en día se estima que 500 000 israelíes residen en 147 asentamientos y 191 puestos de avanzada ilegales en el Área C de Cisjordania».

Respecto a los puestos de avanzada, Bezalel Smotrich, considerado el ministro ultraderechista con mayor poder en este Gobierno de Netanyahu, ordenó a los ministerios conectarles infraestructura, proporcionar servicios municipales y construir edificios públicos en unos 60 pequeños asentamientos que el propio país considera ilegales. A su vez, el observatorio israelí B’Tselem señala que los colonos han obligado al menos a 18 comunidades palestinas a huir de sus hogares desde el 6 de octubre.

Subrayo lo de violencia armada porque antes del 7 de octubre, alrededor de 150 000 israelíes, incluidos colonos, tenían licencia para poseer un arma y según el Ministerio de Seguridad Nacional son significativamente mayores las autorizaciones en los asentamientos en Cisjordania, porque el Gobierno israelí considera que viven en zona de «peligro».

Sin embargo, el verdadero peligro está en esa fanaticada que tiene en su accionar diario pogromos contra la población palestina, árabe o beduina, bajo la falsa justificación de que ellos son el pueblo elegido.

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