Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Recuperando el tiempo planetario

Durante la época de ascenso del capitalismo industrial resultó una obsesión para inversionistas y políticos la creación de un horario internacional que unificara las diversas regiones del planeta

Autor:

Amado René Del Pino Estenoz

Existe una dimensión temporal que marca todos los ámbitos de la vida social, cada vez más atendida por las ciencias sociales y políticas. Desde los períodos de representación democrática y los planes de inversión, pasando por las fluctuaciones del sector profesional y los registros del desarrollo humano; cada actividad del espacio público se acota en ciclos anuales, mensuales o semanales. El factor tiempo se racionaliza de manera sostenida en la época contemporánea, como un recurso precioso del que dependen tanto la eficiencia como el bienestar.

Durante la época de ascenso del capitalismo industrial resultó una obsesión para inversionistas y políticos la creación de un horario internacional que unificara las diversas regiones del planeta. La articulación de espacios urbanos, fronteras terrestres y circuitos productivos —impulsada por los avances de los medios de transporte y las comunicaciones— requería de una homologación de las pautas temporales que fijaban los ritmos de trabajo, descanso y recreación. La expansión de las líneas telegráficas y las estaciones de ferrocarril exigían la asimilación por parte de los Estados nacionales de un tiempo universal que consolidara la formación de sociedades modernas definidas por el historiador irlandés Benedict Anderson como «comunidades imaginarias».

La distribución del tiempo ferroviario de las urbes capitalistas tuvo un papel decisivo en la estandarización del tiempo a nivel internacional. Gracias a la visión del ingeniero canadiense Sandford Fleming (1827-1915) se proyectó la creación del Tiempo Universal Coordinado (UTC), la cual contemplaba la división del planeta en 24 latitudes o zonas geográficas con su correspondiente huso horario. La designación del Real Observatorio de Greenwich como el punto que fijaba el antimeridiano homónimo, ponía en evidencia el poderío marítimo, industrial y diplomático de la corona británica a fines del siglo XIX.

La división del planeta en zonas horarias por iniciativa del Congreso Internacional del Meridiano permitió la creación a finales del siglo XIX del Tiempo Universal Coordinado. Foto: Wikimedia

Luego de la celebración de la Conferencia Internacional del Meridiano (Washington D.C., 1884) fueron cada vez más los países que acogieron el UTC, que fijó la Línea Internacional de Cambio de Fecha en el meridiano 180, en el Pacífico central. A partir de que se consumara la creación de la Oficina Internacional de la Hora en París durante el año 1911, la casi totalidad de las naciones tomaban como referente el Greenwich Meridian Time (GMT). Esta decisión puso fin a la proliferación de decenas de horas oficiales dentro de un mismo territorio nacional, lo cual generó un impacto favorable en el comercio, la transportación de pasajeros y en las comunicaciones interoceánicas.

La aceptación de las zonas horarias específicas, contempló la posibilidad de adoptar en momentos determinados del año el horario de verano con vistas a contribuir al uso eficiente de la energía destinada al sector público, doméstico e industrial.

La adopción de una zona horaria en particular ha sido motivo de profundas reflexiones por parte de los Estados con particularidades geográficas y geopolíticas. Es el caso de la República de Kiribati —cuyo espacio territorial se ubica a ambos lados de la Línea Internacional—, que en 1995 asumió el huso horario UTC+13 con vistas a compartir la misma fecha de sus socios comerciales australianos y neozelandeses. De paso, el pequeño Estado insular se convirtió en uno de los primeros lugares habitados del mundo en celebrar el año nuevo, lo cual incrementó el aflujo del turismo de masas.

La República de Kiribati, por su cercanía con la Línea Internacional de Cambio de Fecha, es uno de los primeros territorios del planeta en celebrar el nuevo año. Foto: Pixabay Images

No menos divulgada resulta la situación de la República Popular China, que unificó todo su territorio en una exclusiva zona horaria —la de Beijing— incluyendo las regiones autónomas ubicadas a miles de kilómetros al oeste de su capital.

Más llamativo aún son las naciones que fraccionan sus respectivos husos horarios en media hora y hasta en cuarto de hora, como Nepal, India, Sri Lanka, Afganistán y la República Islámica de Irán.

El Real Observatorio de Greenwich, en el Reino Unido, marca el antimeridiano de referencia para las naciones del mundo. Foto: Getty Images

La adopción de horarios oficiales también ha sido fruto de procesos de distención política, como se produjo durante la visita de Kim Jong Un a la zona fronteriza desmilitarizada donde acordó con su par sudcoreano Moon Jae-in sincronizar a Seúl y Pyongyang en una zona horaria compartida.

En un mundo contemporáneo marcado por la interdependencia de los mercados, las transacciones financieras globales y la sincronización de ritmos laborales, la creación de Sandford Fleming resulta cada vez más pertinente. La cercanía profesional y afectiva que propicia internet en la era digital nos hace sentir cada vez más próximos a los seres de este planeta, sin importar la latitud geográfica o la estación climática en que nos encontremos.   

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.