Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El empalme colombiano

Fraguando los consensos del anunciado acuerdo nacional, Gustavo Petro desbroza los caminos para emprender el cambio

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Un abrazo con su exrival, el candidato Rodolfo Hernández; apretón de manos con el saliente Iván Duque, y un diálogo con el hombre fuerte de la derecha, el expresidente Álvaro Uribe, descorrieron las cortinas del traspaso presidencial en Colombia y mostraron que, efectivamente, la búsqueda de consensos rige el despegue hacia el cambio anunciado por el primer Gobierno progresista del país.

 Gustavo Petro, el hombre que desde el 7 de agosto encabezará ese ejecutivo, lo prometió luego de su proclamación como presidente electo la noche del 19 de junio, en medio de la aclamación de una multitudinaria representación de los miles que bailaron en sus casas o se hicieron a las calles a vitorear, con un entusiasmo popular no visto hace mucho en Colombia.

Entonces Petro proclamó «solo respeto y diálogo» para construir un gran acuerdo nacional y dijo que «poder hacer la paz» era dar la bienvenida a los votantes de su contendiente, que no se destruiría al oponente, y que «la oposición que tendremos bajo los liderazgos que sean, será siempre bienvenida en el Palacio de Nariño para dialogar sobre los problemas».

 Se trata, dijo, de acabar con «un clima político de odios, confrontaciones a muerte, persecuciones y aislamiento de todo un siglo»; sin olvidar que al diálogo debe llegar también la diversidad de Colombia.

 «No solo quien ha levantado armas, sino la mayoría silenciosa de campesinos, indígenas, mujeres y jóvenes», enfatizó.

 Además de los encuentros entre «contendientes» políticos —usando sus definiciones—, los primeros días del traspaso de poder han estado caracterizados, justamente, por la prolijidad y diversidad de los equipos creados por el Pacto Histórico para fraguar la transición en cada región y en cada sector, entendidos estos últimos no como ministerios, sino aludiendo a temas o asuntos candentes como, por ejemplo, Inclusión social y reconciliación, crisis de hambre, la empresa Monómeros o el Metro de Bogotá, que son algunos de ellos e identifican unos pocos de los principales desafíos que se abren.

 Tan sui géneris está resultando el empalme —que es como llaman allí a la transición para el traspaso de Gobierno—, que la revista local Semana lo ha calificado de «atípico» y ha destacado lo que considera algo «interesante»: «(…) por primera vez, por los pasillos de la Casa de Nariño y de los ministerios, se ha visto circular a una amplia pluralidad de representantes de la otra Colombia. De esa que tenía pocos ejemplares en el Gobierno saliente.

 «Afrocolombianos, indígenas, campesinos, jóvenes de universidades públicas, sindicalistas y mujeres comunes y corrientes, hacen parte de los equipos sectoriales o temáticos de empalme, dejando claro que estamos ante un Gobierno electo popular».

 Al articulista le preocupaba que esa pluralidad implicara que el Gobierno pierda eficiencia. Pero reconoció que el país «sí necesita un nuevo equipo, menos yupi y más representativo de la Colombia real».

Cambio...por las buenas

 Para quienes en Colombia interpretan los resultados de la segunda y definitoria ronda electoral —50,44 por ciento de los votos para Petro y 47,3 por ciento, Hernández— como un fifty-fifty acerca de las preferencias políticas de la ciudadanía, gobernar dando espacio a todos es consecuente con dicha realidad.

 Pero, más que eso, Petro sabe que en una nación de tantos retos es indispensable la unidad, y ha abierto las puertas a todos; hacia abajo y hacia arriba.

 La estrategia va mostrando resultados. El Partido Conservador —16 asientos en el Senado y 25 en la Cámara—  ha decidido aceptar «la invitación del presidente electo, Gustavo Petro, de hacer parte de ese gran acuerdo nacional, que permita establecer un diálogo de cara al país», dijo hace unos días su nuevo titular, Carlos Andrés Trujillo.

 Y este fin de semana se definía, en encuentro entre Petro y el líder liberal y expresidente César Gaviria, el respaldo de la bancada de ese otro partido tradicional; otra decisión trascendente para una más cómoda gobernabilidad, toda vez que aportaría a la coalición gobernante 47 curules liberales, entre las dos cámaras.

 El Partido de la U también analiza renunciar a ser oposición en el Parlamento y adosarse al acuerdo.

 No obstante esas importantes alianzas, no hay que pensar que todo transcurrirá sobre raíles engrasados. En Colombia hay grandes fuerzas.

 Durante su encuentro con Petro, el expresidente Uribe, indiscutible líder de la ultraderecha y fundador del muy venido a menos Centro Democrático, puso sobre la mesa «preocupaciones» que han constituido obstáculo para el eficaz y total cumplimiento de los Acuerdos de Paz, que Colombia tanto necesita.

 Por ejemplo, la pretendida reforma de la Jurisdicción Especial para la Paz, de modo —es la aspiración del exmandatario—  que se dé un tratamiento diferente a los militares que participaron en el conflicto armado.

 No obstante, Uribe se manifestó respetuoso del nuevo Gobierno y dijo que aspiraba a mantener un «canal de diálogo» con el futuro mandatario.

Contra la violencia

 En las tres semanas que median desde el balotaje, Colombia vivió otro momento histórico que recordó cuál es el primer desafío del mandato que abre.

 Como parte del cumplimiento de los Acuerdos firmados en La Habana y luego de seis años de trabajo que incluyeron entrevistas a decenas de miles de víctimas de la guerra, la Comisión de la Verdad presentó su informe final, contenido en 800 páginas en las que se da cuenta, entre otras realidades, de la muerte de hasta 220 000 personas, la mayoría civiles, y el desplazamiento de hasta cinco millones de colombianos como resultado del conflicto.

 Pero la cifra constituye solo una aproximación. «La lista es interminable… el dolor, inmenso», dijo el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, citado por CNN. «Si se leyera en voz alta a cada víctima nombrada del conflicto, tomaría más de 17 años leerlas todas», agregó.

 La Comisión estableció lo que muchos ya saben. Entre otras verdades, que las fuerzas armadas cometieron abusos contra los derechos humanos y que «el enfoque de seguridad no generó seguridad» e instó, entre otras recomendaciones, a reenfocar la misión de los militares, así como a crear una fuerza policial de carácter civil.

 Destacaron la notoria ausencia en el acto del presidente saliente Iván Duque —otra señal de su falta de compromiso—, y el abrazo entre Gustavo Petro y De Roux, evocador de que la violencia constituye un mal vigente que demandará los primeros esfuerzos del ejecutivo.

 Los muertos después de los Acuerdos suman cientos. Según Indepaz (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, apenas durante este año y hasta el pasado día 6 han sido asesinados 99 líderes sociales y defensores de los derechos humanos y 23 firmantes de la paz, y se han ejecutado 52 masacres.

 Gustavo Petro ha reiterado la disposición a cumplir con lo pactado con las extintas FARC-EP en los protocolos de 2016, así como a retomar las negociaciones truncas con el guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), que también ha respondido positivamente al propósito.

Gabinete, también plural

 El fin de la violencia, sin embargo, requerirá mucho más que eso, empezando por el problema de la tierra. El programa del Pacto Histórico contempla una reforma rural de la que habla ya en Twitter la ministra designada para la cartera de Agricultura, Cecilia López. Será tarea ardua.   

 Precisamente, completa el cuadro de lo mucho que el Pacto Histórico desbroza antes de asumir la paulatina conformación de un gabinete de 18 carteras, de las cuales se ha nombrado a los titulares de siete, y que apunta también a la diversidad.

 Destacan entre ellos la presencia hasta ahora de cuatro mujeres (Salud, Cultura, Medio Ambiente y Agricultura); así como de figuras de otros partidos, como es el caso de la nominación de Alejandro Gaviria, precandidato presidencial por la Coalición Centro Esperanza, para el ministerio de Educación. O del reconocido Álvaro Leyva, que procede del Partido Conservador y a quien se le adjudica amplia trayectoria en los procesos de negociaciones de paz, para el Ministerio del Exterior.

 Solo puede desearse que al cambio colombiano lo acompañen todos los buenos vientos, como desea y merece el país... Y como debe resultar de tan laborioso «empalme». 

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.